Italia

Yo sé que es momento de balances y reflexiones, pero a cada uno le importa lo que le importa, y a mi me importa no perder de vista ni la ligereza ni la fiabilidad. No perder de vista referentes como el periodista Indro Montanelli porque continúo pensando -para asombro de mis amigos italianos- que Italia salvará al mundo. Miro las fotos acumuladas durante años que me niego a condenar al abismo del «borrar». La casa de Malaparte en Capri, las sandalias de Montanelli, las zapatillas de Arnoldo Mondadori, los geranios y las hortensias en las casas del Lago Maggiore, siempre calmo y atento, los pinos inclinados por el viento en el Aventino, la casa con sus visillos en Nápoles, los cuellos de la camisa de los milaneses, los hombres más elegantes del mundo (con los piamonteses), las narices romanas, las cabezas de Boloña. Los gestos, los mármoles, Picco della Mirandola, Urbino y los Montefeltre, el cementerio de Venecia y Hugo Pratt. Italia es lo que vemos y lo que no: un talento capaz de desbordar con su gusto los limites precarios de nuestra imaginación. Señores con el pelo canoso peinado hacia atrás, mirada malvada, bufandas rojas de lana como Fellini. Señoras con abrigos de piel (martas cibelinas) y collares de perlas y coral del Adriático en bicicleta por Ferrara. El gesto impecable de la belleza eterna. La cordialidad, la integridad, la antigüedad. Italia.