El periodismo no tiene nada que ver. No es un crimen, repitámoslo hasta la saciedad. La detención en Irán de la periodista italiana Cecilia Sala no tuvo nada que ver con su profesión. Ella estaba desempeñando su trabajo de manera ejemplar, con un visado proporcionado por las autoridades iraníes, a la luz del día y respetando las reglas locales que conoce y observa desde hace años, acompañada por una persona del lugar, siguiendo un calendario de desplazamientos y encuentros conocido. En ninguno de los informes enviados hasta el día anterior a su detención hay elementos que puedan justificar una reacción similar por parte de una autoridad que, repitámoslo, es tiránica. Las historias de mujeres rebeldes –ningún régimen tiene interés en que se cuente quién lo cuestiona– son más o menos conocidas: tal vez no la historia específica en la que Cecilia estaba trabajando, pero todos sabemos que las mujeres iraníes son protagonistas de una revolución histórica y lo sabemos porque existen las redes sociales y porque incluso los iraníes hablan de ello. Simplemente, Cecilia Sala se encontró en el lugar equivocado en el momento equivocado. Fue detenida como represalia. Ayer fue liberada. Regresó a Roma. Se abrazó con los suyos. Pero no olvidemos: Mujeres, Vida y Libertad. Ellas, nuestras hermanas iraníes, continúan encerradas en una prisión que se llama Irán.
Cecilia Sala
08 enero 2025 19:33 |
Actualizado a 09 enero 2025 07:00
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