Astromama

Para ser alguien a un hombre les basta un porqué. A una mujer siempre se le añadirá una para quién. Una mujer debe decir qué es (qué oficio o función desarrolla en la sociedad) véase: astronauta, y para quién es algo. Es decir, puedes ser una astronauta pilotando la nave espacial camino de Marte, pero llegará ineludiblemente el momento en el que deberás añadir si eres madre o no. De un astronauta-hombre nadie se le ocurriría pensar si su condición de padre forma parte del titular. Una mujer, madre y astronauta (astromama) es inseparable y es el gran titular. La condición femenina se decide por la capacidad de engendrar, dicen. O no. Esa es una barbaridad histórica que hay que erradicar. Ocurre que la necesidad de añadir la maternidad a la identidad, es una fórmula de despotenziar a las mujeres. No es la única. Es lo que ocurre con el apellido. A las mujeres, en la mayoría de los casos, se las identifica con el nombre: Kamala, Letizia. Mientras que a los hombres lo normal es el uso del apellido. Illa, Puigdemont. ¿Se imagina el berenjenal del jueves entre Carles y Salvador? Suena ridículo (los nombres, del berenjenal no hablo). Aplíquenlo a las mujeres también.