El Gobierno acaba de aprobar el proyecto de ley de secretos oficiales que regula su desclasificación en materias de Defensa y Seguridad Nacional. Pedro Sánchez parece partidario de elevar el nivel temporal de los secretos oficiales al más alto nivel de los países europeos situándolo en el umbral de los 50 años. Se supone que para proteger los intereses de España, sus relaciones exteriores y la reputación de determinadas personalidades.
Cuando se publique en el BOE, la opinión pública podrá conocer los secretos que guarda el Estado anteriores a 1972, de modo que el período que comprende el Tardofranquismo y la Transición, de momento, quedarían en la penumbra de los cajones oficiales. Algunos partidos y socios del gobierno no parecen muy conformes con este plazo y serían partidarios de reducirlo para que, precisamente, estas etapas cruciales de la historia de España pudieran desvelar todos sus enigmas.
Y no sería mala idea. Quizás sería la manera más directa de desmontar el contrarelato que nacionalistas y extrema izquierda han construido en los últimos años sobre el paso de la dictadura a la democracia en España sugiriendo oscuros intereses, pactos secretos, acciones tenebrosas. Un intento de restar la grandeza de la reconciliación y la amnistía; la autoinmolación de las Cortes franquistas y la altura política de los grandes protagonistas de aquellos años.
Pero ya que se va a hablar por fin de secretos en España, podía ser el momento apropiado para arrojar luz sobre algunos episodios que sin ser secretos de estado han quedado a buen resguardo de otras fuerzas políticas interesadas en ocultar. Podría ser el momento que en los miembros de ETA hagan su propia desclasificación de terribles crímenes cometidos durante su actividad terrorista. Que hagan públicos los responsables de los 300 atentados sin resolver. O que, de una vez por todas, se desvele quién mató e hizo desaparecer el cuerpo de Eduardo Moreno Bergareche ‘Pertur’. O que desvelen qué dirigente nacionalista se entrevistó en Francia con ETA para animarles a seguir «con lo vuestro». Una versión del «apreteu, apreteu» de Torra pero en clave acción terrorista. O la X de los GAL. O quién dio la orden de pegar dos tiros en la cabeza a Miguel Ángel Blanco y dejarlo tirado en la cuneta.
Y pasando a nivel político todavía no se han aclarado los inicios de la financiación de Podemos. También quedaron en el aire muchas preguntas sobre los inductores, creadores, diseñadores en la sombra del Procés independentista en Catalunya. O si el Estado o sus cloacas pusieron en pie acciones ilegales para neutralizar aquel ‘tsunami democràtic’. O ya puestos a desvelar secretos, Sánchez podría revelar qué significa su reciente anuncio: «Vamos a ir a por todas».