Cambalache

La letra de un tango. Creo que del tango sé más que de cualquier otra música. Será porque era la música de una generación de irónicos a los que no les tocó otra que conformarse con una dictadura. Disimularon. Pero el tango era su válvula de escape. Quizás porque Evita trajo carne y trigo y los censores del régimen no pudieron pararlo. Será quizás porque ya en Barcelona todos bailaban ese galimatías de piernas. Será porque Carlitos (Gardel) era Dios antes que Maradona. Será porque las letras de un tango, de cualquier tango, encierran más sabiduría que las obras completas de Platón. Fíjense en este que cantaba Julio Sosa: «siglo veinte cambalache, problemático y febril; El que no llora, no mama; y el que no afana, es un gil; Dale nomá, dale que va; Que allá en el horno se vamo a encontrar; No pienses más, séntate a un lao; Que a nadie importa si naciste honrao; Si es lo mismo el que labura noche y día como un buey; Que el que vive de las minas, que el que mata, que el que cura, o está fuera de la ley». «Que el mundo fue y será una porquería, ya lo sé, en el quinientos diez, y en el dos mil también; Que siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, valores y dobles. Pero que el siglo XX es un despliegue de maldad insolente, ya no hay quien lo niegue, vivimos revolcaos en un merengue, y en el mismo lodo, todos manoseaos». En el siglo XX y en el XXI. La misma letra sirve.