Mujer

Ser mujer no es un hecho natural sino el resultado de una historia. Una no nace mujer, adviene mujer. Es el resultado de una historia. No hay destino biológico que defina a la mujer en cuanto a mujer. Es una historia la que nos define. De entrada la historia de la civilización que nos lleva a encontrarnos en el estado en el que estamos. Y por otro lado la historia particular de cada una, nuestra infancia, la que nos construye. No nacemos mujeres, la sociedad nos determina mujeres». Estas son las palabras de Simone de Beauvoir, la escritora y filosofa francesa que con su obra (su libro más famoso El segundo sexo) puso cincel y martillo a la lucha feminista. Pienso en esta frase porque pocas son más evidentes en el día a día. El famoso techo de cristal se ha transformado ahora en un muro que nos aplasta. Cuanto más arriba está una mujer, peor. El lenguaje que se usa contra nosotras -sobre todo cuando ocupamos «un cargo»- es de una obscenidad alarmante. Cuantas veces pensamos «a un hombre no le dirías estas cosas... o no se las dirías de este modo». Todas las veces son verdad. Luchamos contra una herencia milenaria de subordinación, de poder ejercido con impunidad. Cuanto más arriba, peor. Entiendo a las mujeres que deciden encerrarse en un mundo estrictamente femenino. Será una exageración, pero es, sencillamente, la respuesta al cansancio que genera estar siempre defendiéndote.