Ursula von der Leyen es la mujer más poderosa de Europa y para continuar siéndolo va a necesitar los votos de 361 eurodiputados tras las elecciones del 9 de junio. Nada está decidido. Será una batalla cerrada la que decidirá quién será el próximo presidente de la Comisión Europea. En el 2019, Ursula von der Leyen solo consiguió su puesto como presidenta por una ajustadísima mayoría en el Parlamento Europeo: nueve votos. Este año, el juego de números necesario para asegurar un segundo mandato de un Parlamento Europeo potencialmente mucho más hostil parece aún más difícil. Hay una posibilidad muy real de que la conservadora alemana simplemente no obtenga los votos. Para ganar otro período al frente de la UE, Von der Leyen necesita superar dos grandes obstáculos políticos.
Ursula von der Leyen no tiene un camino fácil para renovar su mandato al frente de la Comisión Europea. Los números no le salen.
Primero, necesita ganar el apoyo de una mayoría cualificada de los 27 líderes de la UE en la mesa del Consejo Europeo durante una reunión post-electoral a finales de junio. Segundo, debe asegurar al menos 361 votos de los 720 miembros del Parlamento Europeo para confirmar la elección de los líderes durante una votación secreta posterior en el Parlamento. Las encuestas sugieren que el PPE será el único gran grupo en el Parlamento después de las elecciones, con 170 escaños. Para construir una mayoría, necesitará ofrecer incentivos a los otros grandes grupos centristas —los socialistas y liberales— en el regateo postelectoral. Si logra asegurar el apoyo del PPE, el grupo liberal Renovar Europa y los Socialistas, eso sumaría alrededor de 390 escaños, por encima del umbral de 361. Pero no es tan simple. Expertos políticos advierten que, incluso si los líderes de los partidos ordenan que sus eurodiputados respalden a Von der Leyen, es probable que algo más del 10% de los legisladores de cada uno de estos grupos se oponga a ella o se abstenga el gran día. Nada parece decidido, los resultados harán tamblar a más de una cancillería. Luego no digan que Europa es aburrida.
