El pasado mes de marzo, el CEO publicaba los datos sobre la aceptación de los catalanes a la ley de amnistía, que llevaba cociéndose en Bruselas, Madrid, Barcelona y Ginebra desde las pasadas elecciones generales de julio del 2023. El dato merece ser recordado hoy: un 62% de los catalanes dicen estar a favor de una amnistía para los encausados del Procés. La cifra de afectados por la aplicación de la norma puede variar, pero se calcula que beneficiará a más de 400 personas. Entre ellas hay políticos relevantes, cierto, pero, sobre todo, un gran número de activistas –jóvenes y no tanto– cuyas causas deberían acabar archivadas.
La ley de amnistía es una oportunidad para todos. Para los que han apoyado el llamado Procés, y para los que se han opuesto a él. Esta ley debe ofrecernos a todos la oportunidad de pasar página y de volver a un marco de convivencia, diálogo y colaboración. Eso no significa renunciar a nada. Nadie tiene que dejar de pensar lo que piensa, nadie tiene que renunciar a su proyecto político... Sencillamente, todos debemos dar una oportunidad a la política. Porque la principal víctima del Procés fue la política.
Sea como sea, el futuro de Catalunya siempre debe pasar por las urnas. Por lo que decidan los catalanes y catalanas. Las urnas son siempre la mejor solución. Lo fueron en el 2017, en el 2018, en el 2019 y lo han sido en el 2024. Tenemos que tener en cuenta que esta ley que hoy se aprueba lo hace con una mayoría suficiente en la que han participado diputados de todas las partes de España. Seguramente no era su prioridad cuando fueron elegidos en el 2019, pero han sabido aprovechar la oportunidad y han sido valientes.
No es fácil defender esta ley fuera de Catalunya, no es lo más popular, pero lo han hecho. Y es gracias a ellos que hoy podremos dar un paso definitivo hacia la reconciliación. Quien crea que esta ley no es la más necesaria, está en su derecho de luchar su derogación, ganando las elecciones. Siempre en las urnas. No con campañas extrañas. Con votos. Siempre con votos.
Esta ley debe ofrecernos la oportunidad de pasar página y volver a un marco de convivencia, diálogo y colaboración. No significa renunciar
