Los contratos fijos discontinuos, llamados a sustituir a las modalidades temporales previas a la reforma laboral, se han prácticamente cuadruplicado en el primer trimestre del año con un repunte mayor entre las mujeres. La reforma laboral ha impulsado la contratación indefinida en un alza sin precedentes hasta el punto de que en abril se produjo un vuelco histórico en la provincia de Tarragona: por primera vez se firmaron más contratos fijos (13.303) que temporales (12.652). O, lo que es lo mismo, un 51% de los nuevos empleos generados son indefinidos. A efectos prácticos, los nuevos fijos discontinuos -figura reforzada en este nuevo marco legal- siguen trabajando unos meses al año, aquellos en los que se concentra la principal actividad en su sector, pero este cambio de contrato supone una mejora sustancial: no hay fecha de finalización y, por tanto, es un puesto fijo y contempla los mismos derechos que en un indefinido a efectos de despido y de cuantías de indemnización. Cuando no trabaja, se va al paro pero figura como demandante de empleo no parado. Por sexo, las mujeres lideraron las subidas en esa modalidad, pero en los indefinidos iniciales el aumento fue mayor entre los hombres.
La reforma laboral presupone el contrato indefinido como ordinario, busca fomentar el uso del fijo discontinuo, y limita modalidades y causas para los temporales. La ley daba a las empresas el primer trimestre del año de «transición» para adaptarse, aunque el cambio de tendencia, con más contratos indefinidos y menos temporales, se ha ido notando y acentuando desde enero. Desde el pasado 30 de marzo las empresas ya solo pueden ceñirse a las nuevas modalidades. Los sindicatos celebran la mejora, aunque con cautela («la clave será si también aumenta la duración media de los contratos»), y las patronales piden prudencia ante los retos que afronta el mercado laboral.