El accidente del dirigible Hindenburg, en 1937, no fue ni el primero ni el más grave que afectó a un zepelín, pero es el que ha quedado grabado en la memoria colectiva... Y el que supuso el fin de este medio de transporte aéreo. ¿La diferencia? Es el único desastre –y el primero– del que se hicieron fotografías y se tomaron imágenes en movimiento. Incluso se radió al dia siguiente, en una emotiva emisión narrada por el periodista Herbert Morrison, que fue testigo del accidente. Luz y taquígrafos. Fue la transparencia, la comunicación y –también– el periodismo, los que pusieron punto final a los accidentes en zepelín.
La transparencia beneficia a todos (políticos, empleados públicos y ciudadanía) y evita desconfianzas, errores y mala praxis
De manera similar, la transparencia, la comunicación y –también– el periodismo, deben ser un antítodoto para la mala práxis y los malos entendidos, cuando hablamos de sueldos públicos. Es beneficioso para todos, desde la ciudadanía a los mismos cargos públicos, que haya luz y taquígrafos en este ámbito. Sólo así se evitan rumorologías –la transparencia también protege al que cobra justamente–, desconfianza y, por supuesto, despilfarro y prevaricación. Sirvan estas líneas, no para poner el dedo en el ojo de nadie –que cuando haya que hacerlo, se hará–, si no para recordar que ejercicios como el que se llevará a cabo este viernes en el pleno del Ayuntamiento de Tarragona –lean las páginas 2 y 3 de este Diari–, son positivos y necesarios. La ciudadanía merece saber a qué se destinan sus impuestos, la administración debe ser transparente para hablar de sueldos, patrimonio y beneficios de sus trabajadores y cargos electos, y los medios debemos seguir la noticia y ser claros al explicarla. Los premios de jubilación en el Ayuntamiento, que han costado cerca de 3,9 millones de euros desde 2015, se terminan. Pero antes hemos visto situaciones parecidas y fuera de lugar en el Parlament –tal como destapó en 2023 el Diari ARA–, todavía hoy, en Tarragona, se reparten a dedo beneficios económicos en empresas públicas, y todavía resulta difícil saber cuánto cobran nuestros políticos, especialmente si lo hacen de distintos entes públicos. Aún queda mucho por hacer.
