En unos tiempos en que se respira cierto malhumor en el ambiente, la memoria de la ingente obra radiofónica, discográfica, teatral, televisiva y cinematográfica de Castro Sendra Barrufet ayuda a relajarse y a comprobar que, como ya estableció Aristóteles, «el humor ahuyenta al horror».
Artista desde niño, Cassen debutó en teatros de aficionados, trabajó de botones en el Diario Español de Tarragona, en Radio Tarragona contando chistes y como publicista, y en un circo tarraconense.
Su popularidad comenzó a finales de los años cincuenta del siglo pasado, en tiempos aún difíciles para la economía y aún imposibles para muchas libertades. Fue en Barcelona donde se dio a conocer en los principales teatros, en el music hall y en las variedades también llamadas varietés.
A partir de entonces inició una esforzada e infatigable carrera profesional que le convirtió en uno de los tarraconenses más célebres, simpáticos y estimados de su tiempo.
Considerado un genio de los chistes veloces y encadenados, igual servía para cantar como para moverse en el escenario o para conseguir que las cámaras de cine y de televisión le amasen. Y ningún humorista, que se recuerde, ha conseguido llenar la plaza de toros de Tarragona actuando en solitario.
Miembro de la generación posterior a Mary Santpere, coetáneo de Capri y predecesor de Eugenio y de Andreu Buenafuente, Cassen forma parte de los mejores capítulos de la historia del humor con denominación de origen catalán.
Siempre se ha dicho y escrito que las bases de su éxito fueron su sonrisa empática, su tic o su guiño del ojo izquierdo, su capacidad de parecer algo memo, despistado o ingenuo, su vis cómica y su humor embutido de dobles lecturas y triples sobreentendidos. Es decir, que se forjó en el arte y oficio de esquivar y de burlar a la censura.
Mirando hacia atrás sin ira ni nostalgia, el humor de Cassen parece ahora inocente. Y por si acaso no lo pareciese entonces, su famoso «es broma» se lo hacía perdonar casi todo. De natural versátil, protagonizó seis obras de teatro, de las cuales ¡Es broma! ha quedado en la memoria sentimental de varias generaciones. Su versión en vinilo 45 r.p.m. del año 1969 es considerada un clásico y una codiciada pieza de coleccionistas.
Paradójicamente, títulos de algunos otros de sus discos parecerían hoy políticamente incorrectos, como por ejemplo Escuela de analfabetos. Como rellenan su quiniela o bien Carnet de seducir.
La adaptabilidad artística de Cassen se recoge también en su filmografía. Capaz de trabajar bajo la dirección de Luis García Berlanga en Plácido, de José María Forqué en Atraco a las tres, de Francesc Betriu en La furia española o de José Luis Cuerda en Amanece que no es poco, le dieron más fama y popularidad las que trabajó dirigido por Ignacio F. Iquino.
Con títulos ahora políticamente incorrectísimos como Busco tonta para fin de semana. Su participación en veinte películas le permitió codearse con artistas de la talla de José Luis López Vázquez, Tony Leblanc, Gila, José Luis Ozores, Alfredo Landa y directores como Alfonso Paso.
Todo ello le encasilló en el subgénero popular etiquetado «españolada», al igual que le pasó a Alfredo Landa con el llamado «landismo». No obstante, revisado desde ahora en programas televisivos como Cine de barrio o en Youtube, se verifica que hubo grandes actores entre ellos y que su modo de hacer reír no estaba nada mal, dados los medios y las circunstancias, para sonreír un rato en tiempos poco favorables para las risas.
En cuanto a la televisión, Cassen apareció muchas veces en la TVE de blanco y negro y en color. Pero fallecido el año 1991, ya sólo tuvo una oportunidad de practicar el catalán en la naciente TV3 con los programas De professió A.P.I. y Tot un senyor.
Cosa curiosa en su biografía oficial, es que nunca recibió un premio ni galardón alguno al mérito de su trabajo ni de su arte, salvo el Moustache de Honor de La Garriga (Vallès Oriental), a pesar de que jamás lució bigote.
Tal vez en la próxima década, cuando se cumpla el centenario de su nacimiento, su ciudad natal le recuerde y tenga algún detalle con su hijo más divertido. Tal vez. Porque su humor fue una cosa muy seria. Y no es broma...
Periodista. Con raíces familiares en la Terra Alta, Joaquim Roglan fue corresponsal en Ràdio Reus y cofundador de Informes-Ebre. Profesor universitario, ha trabajado en los principales medios de comunicación de Cataluña y ha escrito veinte libros. Vive retirado en L’Empordanet.