Mods de novela negra

Brighton 64. La banda barcelonesa vuelve con un disco basado en un relato del escritor Carlos Zanón. Este sábado actuarán en la sala El Cau de Tarragona

09 noviembre 2017 15:46 | Actualizado a 09 noviembre 2017 15:56
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Los barceloneses Brighton 64 no renuncian a su etiqueta de grupo mod. Se agarraron a esta corriente de adolescentes, en 1981, y ahí siguen. Tienen nuevo disco doble bajo el brazo, El tren de la bruja, basado conceptualmente en un relato de novela negra, sin crímenes, del escritor Carlos Zanón. A partir de su historia, pensada expresamente para el álbum, surgieron las canciones. Este sábado las defenderán en directo en la sala El Cau de Tarragona.   

«El disco va en la línea de los anteriores, aunque al ser más largo nos ha permitido hacer algunas excursiones. Hay un tema instrumental con ritmos de bossa nova, otros más soul y hasta uno con ritmos jamaicanos», afirma Ricky Gil, bajista, cantante y fundador del grupo con su hermano Albert.

Son un grupo de culto, quizá más mediático de lo que reflejan sus ventas de álbumes 

La banda estaba espléndida a nivel creativo y le salió material de sobra para jugársela con un LP doble. «Veremos si nos sale rentable o no», bromea Ricky. Su público es tan fiel como minoritario y sus cifras de ventas suelen ser similares en cada disco. «Los gastos de producción han sido más caros, así que si no se vende más…». 

Brighton 64 se posicionan en el lado del rock and roll, con raíces en la música negra. Asumen que para muchos son un grupo de culto, más mediático y elogiado de lo que reflejan sus números. Apenas les llaman para tocar en festivales, quizá porque no encajan al 100 % ni en los de rock ni en los indie. «Vamos a la nuestra, estamos en una carrera en solitario en salas», señala Ricky.

Currantes y músicos

A estas alturas de la película, con familia y otros trabajos para subsistir, se consideran mods de esos que no se cierran a otros estilos, nada que ver con los más militantes que «se dedican al coleccionismo de vinilos y a montar fiestas elitistas poniendo discos muy raros». 

Los barceloneses empezaron versionando a los Who, Jam, Kinks y Chuck Berry y ahora también les flipan Tom Petty y la música americana. Con el tiempo se han reposado. «Tengo niños pequeños, de cinco años, y eso tranquiliza bastante. Además, con la edad ves las cosas de otra manera. La música es una afición a la que dedicamos muchas horas de nuestro tiempo libre. Cada uno tenemos nuestro trabajo y los fines de semana hacemos conciertos», cuenta Ricky.

Eluden hablar de política en sus letras, así que la situación política de Catalunya mejor obviarla. «Tenemos muy claro lo que pensamos, pero nunca hemos utilizado el grupo para transmitir mensajes». Su actitud sigue siendo cañera e incluso rabiosa en directo, pero su público se ha moderado.

«Cuando empezábamos nos vimos metidos en trifulcas absurdas. A veces teníamos que parar de tocar porque había peleas entre el público. Recuerdo haber bajado del escenario para pedir calma», comenta.

Después de más de tres décadas de carrera, su única espina clavada es no haber girado más por el extranjero. Sólo han salido por Francia e Italia. «En España y, sobre todo en Catalunya, llevamos muchos tiempo tocando en las mismas ciudades, que ya está bien, pero a veces piensas: ‘¿Pero otra vez aquí?’. En Tarragona, por ejemplo, muchos seguidores que van siempre a vernos se han convertido en nuestros amigos», concluye Ricky.

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