Llega el mes de julio y, con el, los barrios de Tarragona toman protagonismo a través de sus fiestas mayores. Este fin de semana dos de ellas tienen lugar de manera simultánea, son las de Verge del Carme y Parc Riuclar.
Durante todo este verano los diferentes barrios de la ciudad tendrán su momento para celebrar la cohesión y lucir,tanto para los vecinos como los foráneos, aquello que les hace especiales, ya que Tarragona tiene hasta 26 fiestas de barrios y distritos que ocupan todo el verano.
Es muy fácil pasear y ver la actividad en la calle, empapándote de las noches de verano, pero las fiestas mayores de los barrios conllevan detrás muchísimo trabajo que no siempre se pone en valor.
Un trabajo esencialmente burocrático, donde conseguir permisos con la administración pública es «cada día más complicado», tal y como explica Josefina, presidenta de la asociación Amics Parc Riu Clar. Las fiestas celebradas en este distrito son una de las más pequeñas de la ciudad, implicando solo a 330 vecinos, tal y como explica su presidenta. Sin embargo Josefina manifiesta que «son imprescindibles», y que sin ellas «esta pequeña barriada se extinguiría».
La otra festividad que se estrena este fin de semana, coincide con la problemática de los tramites burocráticos, Josep María Martí, presidente de la asociación vecinal Verge del Carme, asegura que «este año han aumentado los requerimientos de documentación del Ayuntamiento». Martí también manifiesta como, en este último año, «más asociaciones han pedido hacer actividades al ayuntamiento», motivo por el cual «el gobierno municipal ha bajado el presupuesto para cada uno de estos», el presidente se muestra comprensivo con la situación y solidario con sus compañeros, pero remarca que «exige un esfuerzo extra a los vecinos».
La dificultad con los permisos se hace más grande cuando se pretenden cortar calles, así lo explica María del Carme Soler, presidenta de la asociación de María Cristina. El urbanismo del barrio dificulta generar espacios públicos abiertos y necesitan siempre la complicidad del Ayuntamiento y la Guardia Urbana para celebrar actividades, a dos semanas de las fiestas Soler asegura que «no sabe si podrán disponer de espacio».
La lucha por los recursos
Alguna entidades no tienen problemas burocráticos ya que sin local físico, se ven incapacitadas para pedir subvenciones al Ayuntamiento, generando así un importante vacío en los recursos.
Este es el caso de la asociación del Barri del Port, Mari Carmen Puig, su presidenta, nos explica como «el trabajo de los propios vecinos ha sacado adelante los recursos», ya que tanto estos como los Diables Voramar se encargaron de las barras durante las puertas abiertas del Port de Tarragona y así recaudar dinero para sus fiestas.
Frente a esta falta de recursos, es el pequeño comercio local supone también una clave esencial en los festejos, Javier Martí, nos explica como han notado las ganas de celebrar en el buen recibimiento que obtuvo la campaña ‘Compra al teu barri’, que incitaba a los vecinos a participar de la economía de proximidad mientras que las empresas colaboraban económicamente con la asociación.
Esta situación es compartida por la gran mayoría de asociaciones Javier Martí, presidente de la agrupación vecinal de Riu Clar confiesa que «cada día es mas complicado llamar a puertas y pedir dinero», aún así, «la colaboración de los cinco negocios locales y la aportación altruista de los vecinos asociados han conseguido tirar adelante un año más las fiestas».
Martí tiene claro que solo el comercio local estará de su lado para estos actos, ya que en reiteradas ocasiones ha llamado a las puertas de las grandes cadenas de supermercados o las empresas situadas en el polígono y estos aseguran que «no entran en esto».
Sin embargo, en el centro de la ciudad, el cambio constante del comercio local «supone una barrera para conseguir que colaboren», un caso constatado por los vecinos de la calle María Cristina y sus alrededores.
La sequía frena la actividad
La situación de alerta por sequía que atraviesa toda Catalunya ha impedido que algunos actos de las fiestas de barrio no puedan celebrarse, como son las fiestas de la espuma tan esperadas por los más pequeños. Frente a esto, la mayoría de asociaciones han echado mano de la creatividad para hacer fiestas alternativas. Algunos ejemplos son las fiestas de confeti, los holly festival, nuevas creaciones como un lanzamiento de huesos de aceituna o actividades infantiles impulsadas por los propios vecinos.
La implicación de los jóvenes
Pese al panorama pesimista, contrariamente a la lógica las fiestas de los barrios están más vivas que nunca. La mayoría de presidentes así lo han reportado y muchos consiguen crear nuevos actos y involucrar a más gente en la producción de estas.
Riu Clar vive este año un escenario paradigmático, ya que, con motivo del 45 aniversario de la asociación, los vecinos han recuperado la Colla Gripafoc, una agrupación de diablos del barrio perdida durante muchos años. Una iniciativa a la cual se han volcado también otros barrios de poniente y que pretende substituir parte de «la orgía de fuego y agua» que celebraba habitualmente el barrio, y ha quedado restringida por la situación de sequía.
El presidente de la asociación vecinal de Riu Clar asegura que «han sido los jóvenes quienes se han arremangado para llevar esta iniciativa adelante». Y es que los testimonios recogidos por este diario muestran que el relevo generacional no solo esta garantizado, sino que está más vivo que nunca». El presidente de Verge del Carme ha detallado que «los vecinos más jóvenes han emprendido una nueva iniciativa este año, a través de la colaboración del Club Maginet».
Estos han reservado la primera noche de fiestas para un festejo alternativo hecho por y para ellos. Para hacer esto posible, se han implicado enormemente con la organización, encargándose ellos de ir a buscar a los negocios para conseguir aportaciones económicas.
Por contra, las asociaciones que no cuentan con gente joven, como la de María Cristina, requieren que estos se integren para «generar nuevas propuestas».
En conclusión, las fiestas de barrio son un calvario cada año mayor, pero todos los mencionados seguirán adelante gracias a la fuerza de los vecinos.