La Necròpolis de Tarragona, cien años de un hallazgo excepcional

Este espacio será el gran protagonista de esta edición del festival de recreación histórica Tarraco Viva, que arrancaba ayer con más de 300 actividades hasta el 21 de mayo

09 mayo 2023 09:34 | Actualizado a 09 mayo 2023 19:40
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«Acabo de visitar las obras de cimentación para la nueva fábrica de tabacos. Vengo impresionadísimo por algo que he visto y que creo de importancia grandísima para la historia de Tarragona. Al abrir varios pozos de alimentación se han descubierto varios sarcófagos romanos, al parecer, y el frontis de un sepulcro cristiano con figuras y atributos de los primeros siglos de la Iglesia; pero aunque todo ello no está bien definido, porque están acumulados restos romanos y cristianos, es indudable que en aquellos terrenos hubo un acrópolis y un cementerio que guardan relación con las estatuas y sepulturas que se encontraron en los terrenos de Puig y Valls». Este fragmento corresponde a la información publicada por el Diari, el día 7 de septiembre de 1923, semanas más tarde del acto de colocación de la primera piedra de la fábrica de tabacos, cuando ya se hablaba del hallazgo extraordinario junto a las aguas del Francolí.

En concreto, el acto de esta primera piedra fue el 3 de julio de 1923 y el hecho que había un cierto conocimiento que apuntaba a que podría encontrarse restos romanos sumaba interés sobre unas obras que ya de por sí generaron un gran bullicio. «En aquellos momentos Tarragona no era una ciudad industrial, por lo que un proyecto así, en una zona de huerta, debió de generar un alboroto considerable», argumenta la directora del Museu Nacional Arqueològic de Tarragona (MNAT), Mònica Borrell.

En un primer momento, los propios ingenieros de la fábrica de tabacos se hicieron cargo de las excavaciones. Mientras los restos romanos seguían emergiendo, el interés por los objetos hallados se multiplicaba, y la convicción que se estaba produciendo una gran descubierta iba cogiendo forma.

Cien años más tarde y después que llegaran a documentarse un total de 2.051 tumbas durante las excavaciones, además de confirmarse más tarde que en una de estas habían reposado los restos de los mártires Fructuós, Eulogi y Auguri, la Necròpolis todavía es la gran asignatura pendiente del patrimonio de la ciudad.

«Para la arqueología paleocristiana hispánica es un espacio super importante. Yacimientos así pueden contarse con los dedos de una mano, ya que estamos delante de uno de los complejos funerarios más significativos del occidente romano fuera de Roma. Debemos tomar conciencia y visibilizar el rol que ocupa», afirma el vicepresidente de la Associació Cultural Sant Fructuós, Andreu Muñoz. Esta entidad hace más de dos décadas que celebraba su primera actividad de divulgación histórica en este recinto, para dar a conocer uno de los escenarios más importantes de los inicios del cristianismo en la península, junto con el Amfiteatre.

El objetivo es que el gran público pueda hacerse una idea de cómo este entorno, que formaba parte de los suburbios de la antigua Tarraco, pasó de ser un recinto pagano a un punto de atracción y peregrinaje hasta inicios del siglo VII, cuando gente de todas partes venía para visitar la basílica levantada siglos más tarde del martirio.

Imma Teixell, presidenta de la asociación, también habla sobre el «polo de atracción» que supuso la presencia de quienes son considerados los primeros mártires documentados en España. «La gente quería acercarse a ellos ya que pensaban que cuan más cerca estaban, la salvación también lo estaría, así que en las inmediaciones de los santos hay más tumbas», relata.

Mosén Serra i Vilaró, que asumió la excavación de los restos de la necrópolis desde 1926 a 1933, halló esta basílica que se quedó en terrenos de la Tabacalera. También quedó en este mismo solar la Cripta dels Arcs, la planta subterránea de la sacristía de este templo, que tan solo han podido visitar algunos privilegiados y que será uno de los ‘secretos’ que se descubrirá coincidiendo con esta edición extraordinaria de Tarraco Viva.

Y es que, un siglo más tarde, Tarragona tiene el reto de poner en valor la Necròpolis, y en este sentido todas las miradas están puestas en el proyecto de recuperación que quiere impulsarse desde el Ministerio de Cultura. Este cuenta con una subvención de 7 millones de euros de los fondos Next Generation. «Es una oportunidad para recuperarla desde una perspectiva de ciudad, que quiere desarrollar el entorno del Francolí», asegura Borrell.

La actuación está en fase de licitación de la redacción del proyecto básico y ejecutivo, un documento que se prevé que esté acabado «a finales de 2023» o «inicios de 2024». La directora del MNAT avanza que habrá una primera fase que consistirá en la rehabilitación y recuperación del conjunto patrimonial, que está catalogado como Bé Cultural de Interés Local. Y, en este sentido, se abordará tanto la sustitución de las cubiertas, como la recuperación del museo –inaugurado en los años 30 y que ahora está cerrado–, la mejora de la museografía, los accesos y el entorno.

Borrell argumenta que «tenemos un yacimiento único por sus dimensiones, las características y la información que nos proporcionó en cuanto a epigrafía, historia y muchos otros elementos de los que podemos seguir tirando». Asimismo, este proyecto deberá definir las líneas de cara a la integración del yacimiento con la Tabacalera, donde permanecen los restos de la basílica. No obstante, esta intervención se deja para una segunda fase. «Hay mucho trabajo, los calendarios apremian y debemos garantizar que pueda conservarse, teniendo en cuenta que no queremos que los Next Generation hipotequen el futuro desarrollo de la Tabacalera», indica la directora del MNAT.

Para la presidenta de la Associació Sant Fructuós la recuperación de esta parte es fundamental de cara a la divulgación, de forma que permita «tener una visión global del yacimiento, que ayudaría a entender muchas cosas». De momento, el pleno del Ayuntamiento de Tarragona del pasado mes de marzo aprobó la mutación demanial de la finca de Tabacalera, que era de titularidad municipal al Ministerio de Cultura, para seguir adelante con la intervención.

El concejal de Patrimoni del Ayuntamiento de Tarragona, Hermán Pinedo, apunta que este «es un proyecto importantísimo tanto a nivel arqueológico, como patrimonial y cultural, que debe permitirnos generar en la parte sur de la ciudad un espacio patrimonial muy importante que conecte con los otros diferentes proyectos que estamos trabajando, como el Fòrum de la Colònia y otros posibles espacios de la Part Baixa, para generar un nuevo circuito alternativo al circuito turístico tradicional».

El calendario de los fondos Next Generation establece como plazo para la finalización de la intervención el año 2026. Será una primera fecha en el calendario para dignificar un espacio que durante muchos años permaneció cerrado de forma inexplicable, impidiendo que varias generaciones de tarraconenses pudieran conocerlo. Mientras tanto, el festival Tarraco Viva ofrecerá, en sus más de 300 actos previstos para este año, un primer aperitivo de lo que fue y qué representó la Necròpolis de Tarraco.

Joan Serra Vilaró dedicó su vida a la religión y a la arqueología. Vino al mundo en Cardona (Bages), el 24 de marzo de 1879 y falleció en Tarragona el 27 de octubre de 1969. Sus restos mortales descansan en los terrenos de la Necrópolis de Tarraco, donde se desenterraron más de dos mil inhumaciones de época tardorromana.

Serra Vilaró fue ordenado sacerdote en 1902 y el cardenal Vidal i Barraquer, en calidad de arzobispo de Tarragona, le llamó para que se hiciera cargo de las excavaciones de este espacio, iniciadas por el Institut d’Estudis Catalans.

Asumió los trabajos en 1926 y los finalizó en 1933. Destacó por su forma de hacer metódica y la voluntad de transferencia y divulgación de las excavaciones, que recogió en una pequeña publicación. Asimismo, sentó las bases del museo que abrió en los años 30.

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