El Francolí sigue sin limpiarse tres meses después de la riada

Un recorrido por el río a su paso por la ciudad muestra la enorme cantidad de material que trajo la crecida. La Agencia Catalana de l’Aigua asegura que está actuando primero río arriba

21 enero 2020 10:50 | Actualizado a 22 enero 2020 12:39
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El Francolí deja Constantí y se adentra en Tarragona muy cerca del barrio se Sant Salvador, justo antes de un azud (una pequeña presa que eleva el nivel del río para derivar parte de su caudal). Nos proponemos recorrer todo el camino que transcurre al lado del río para comprobar cuál es su estado a su paso por el municipio, teniendo en cuenta que mañana se cumplen tres meses de la crecida que sembró la tragedia río arriba.

El primero con quien hablamos es Jesús. Una parte de la finca de sus padres está en Constantí y la otra en Tarragona. El límite está justo en un poste de electricidad que quedó muy afectado por la riada, pero que no ha conseguido que alguien venga a revisar. Ha tenido que contratar maquinaria que todavía está retirando material del que trajo el río. Dice que nadie ha venido a interesarse por su situación «ni se le espera».

Un poco más adelante, Antonio Barbero también está trabajando para reponer la verja, no la ha parado desde octubre. En la parcela tenía un coche que acababa de comprar y que todavía está en el taller sin saber si lo podrá recuperar. «Por aquí no se ha pasado nadie. Eso sí, pagar el IBI sí que pagamos», dice impotente.

Los dos son una muestra de un grupo de afectados que permaneció en segundo plano, el de los dueños de pequeñas fincas. En algún caso, nos confirmaba otra vecina, el susto fue mayúsculo, porque aunque en teoría se trata de terreno rústico, hay quien vive allí todo el año.

Un ‘desfile’ permanente

Cuando nos acercamos a la altura del Pont del Diable el flujo de personas comienza a ser constante. Hay gente corriendo, paseando el perro, en bicicleta, grupos de escolares... Y la opinión siempre es la misma: el camino podría ser muy bonito pero no está en condiciones. Javier Varela, un habitual de este recorrido, asegura que «las cañas del camino las quitó la gente».

De hecho hay algunos tramos, (como en el de la imagen superior que ilustra la noticia), donde las cañas apenas permiten el paso. Y eso que, tal como advierte una señal apenas visible entre la maleza, este camino forma parte de los Camins de Tarragona y se encuentra en la Anella Verda, un gran recorrido por el término de Tarragona, que bordea la ciudad, pasando por el río Francolí, hasta el río Gaià.

A los lados del camino las cañas y restos vegetales todavía se acumulan en la base de los árboles y siguen adheridas a las bases de todos los puentes... En todos menos en el pequeño puente de madera que cruzaba el río y que hoy sigue sin retornar a su sitio después de que la crecida lo arrastrada hasta el Port de Tarragona.

Para más inri, el camino, además, está salpicado de pequeños vertederos incontrolados de basura y material de obra.

La prioridad está río arriba

La situación mejora cuando nos acercamos a la parte del camino que se encuentra más cerca del Parc del Francolí. Y es que esta es, justamente la única zona en la que el Ayuntamiento de Tarragona contrató una limpieza en diciembre pasado.

Se trató de una actuación de emergencia a la espera de los trabajos definitivos de la Agència Catalana de l’Aigua, ACA. El motivo era retirar el material en previsión de una nueva avenida. El coste de la actuación fue de 12.500 euros y se encargó a la Associació Aurora.

No obstante, desde el ACA reconocen que «al término municipal de Tarragona todavía no hemos llegado porque estamos actuando en otras zonas afectadas aguas arriba con varias brigadas y a medida que finalizan una actuación pasan a la siguiente; aun así está previsto hacer próximamente la limpieza vegetal y la reordenación de gravas. El presupuesto invertido hasta fecha de hoy en toda la demarcación de Tarragona es de 805.000 euros».

Un paseo por recuperar

La zona menos maltrecha de todo el recorrido es la que transcurre al lado del Passeig de l’Independència, cerca del Centro Comercial Parc Central. No obstante, aquí el problema es que el agua arrastró la arena de los caminos que ahora son de piedra. Esto ha hecho, además, que las bases de las papeleras queden expuestas, con lo que algunas están caídas.

Pero la idea de normalidad dura poco. Pasada la explanada de césped, una montaña de cañas se acumula en la base y los extremos del puente sobre el que pasan las vías del tren.

Un poco más adelante acaba el recorrido que puede hacerse caminando por la margen izquierda del río. Un grupo de gaviotas se apuesta mansamente sobre el agua. El resumen es: 8.500 pasos y un camino que, más allá de las inclemencias de la naturaleza, podría ser una joya.

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