«A veces dudo de llevar a los clientes a visitar la terminal porque realmente da pena», dice Geert van Kerckhove, site manager de Katoen Natie Ibèrica. La empresa se estableció en el polígono Entrevies en el año 2008. La ubicación y la proximidad con sus clientes fueron un factor clave para una implantación que era una apuesta estratégica de la multinacional. No obstante, Van Kerckhove asegura que «tan solo hace falta darse una vuelta para ver como de abandonado está todo, en los últimos diez años no he visto nunca una brigada limpiando».
Katoen Natie ha ido ampliando su actividad en el polígono, con nuevas inversiones anuales, que en su conjunto la empresa cifra en más de cincuenta millones de euros. «El plan de inversiones es bastante importante», dice este directivo. Pese a ello, la compañía lamenta que disponer de servicios básicos como la fibra o el asfalto de los viales «cuesta mil veces más y al final la urbanización de las calles la acabamos pagando nosotros».
La empresa lamenta que el mal estado de la zona industrial «puede condicionar inversiones». Y es que, más allá de la endémica falta de mantenimiento una de las principales preocupaciones es la movilidad y los problemas de inundabilidad. Ambos están relacionados, ya que estos últimos se generan en la zona de debajo del puente, que es la principal entrada y salida al polígono, lo que en episodios de lluvia intensa dificulta el acceso tanto de los trabajadores, como de los clientes y proveedores.
La Cambra de Comerç de Tarragona, que colabora como ente gestor de la Associació d’Empresaris del Polígon, recuerda que en el año 2020 el Ayuntamiento se comprometió en la redacción de un plan integral de este acceso, dos años más tarde «todavía estamos esperando que lo presenten». «Es un peligro tanto para los trabajadores como para las mercancías que, no olvidemos, pueden ser peligrosas», afirma Jordi Quintana, de la empresa BIC Ibèria. Tan solo en los cambios de turno de esta empresa pueden coincidir hasta cien trabajadores, mientras que el tráfico de vehículos pesados se cifra en unos 500 camiones al día.
A raíz de las conversaciones con el Ayuntamiento, ahora cada vez que se genera un episodio en el que el agua vuelve a quedar estancada, se manda a alguien para resolverlo, pero los empresarios consideran que «no es la solución». Asimismo, estos se muestran preocupadas porque esta es la única salida para ir hacia Tarragona, y si en cualquier momento se produjera una situación de emergencia química, que coincidiera con un episodio de lluvia, la situación podría ser catastrófica. Por este motivo, los empresarios hace tiempo que vienen reivindicando la habilitación de un segundo acceso, que permita enlazar esta zona industrial con el sector comercial que queda al otro lado de la vía del tren –el plan parcial 13– lo que garantizaría una nueva entrada y salida hacia la N-340.
Tres actores
La solución no es compleja aunque implica cierta dificultad. Esta pasa por enlazar la calle Mas d’en Potau con el Camí Vell de Salou. No obstante, en esto tienen que ponerse de acuerdo dos municipios, como son Tarragona y La Canonja, además del ente gestor de infraestructuras Adif, ya que este paso elevado debe permitir cruzar la vía del tren.
El Ayuntamiento de Tarragona no acaba de concretar qué quiere hacer aunque asegura que «nos preocupa mucho la situación de este polígono». Los técnicos municipales han estudiado qué supondría acabar con los problemas de inundabilidad y la habilitación de este segundo acceso y los costes son similares. Lo primero pasa por la habilitación de un colector soterrado, de forma que pueda recogerse el agua pluvial que después iría a la depuradora. En este caso, el coste oscila entre el millón y el millón y medio de euros. En cuanto a la construcción de un nuevo puente, la horquilla es la misma, por lo que el concejal de Territori, Xavier Puig, se decantaría por esta segunda. «Nos ofrece una alternativa de salida y de evacuación que es fundamental», dice.
El responsable de urbanismo afirma que «el alcalde está liderando varios frentes para la búsqueda de soluciones, lo que significa que se está hablando con los diferentes niveles de administración y también a nivel de partido». Puig no entra en los detalles sobre estas conversaciones. «Reconocemos el problema y solo puedo decir que es un tema que hemos trabajado mucho y cuando es así acostumbra a salir bien», añade Puig.
El polígono Entrevies es la zona industrial más antigua de la ciudad. Empezó a construirse en 1956 y su desarrollo ha ido siempre de la mano del crecimiento de la actividad logística del puerto y de la química. Este ocupa una superficie de siete hectáreas de terreno y aloja 25 empresas que en su conjunto emplean a unas 1.200 personas. Con estas cifras, la presidenta de la Cambra de Comerç de Tarragona, Laura Roigé, afirma que «Entrevies es un polígono clave para la ciudad, tanto en cuanto a la actividad que desarrolla relacionada con el puerto y la química, como por los puestos de trabajo que genera».
Las empresas son claras cuando afirman que el malestar de esta zona industrial afecta su productividad, mientras que Roigé añade: «Que las empresas mantengan su actividad depende de solucionar la movilidad y los accesos al polígono». Asimismo, los empresarios de esta zona industrial abren un nuevo melón, ahora que la ciudad está en fase de redacción de un nuevo POUM. Y es que, estos exigen incrementar la edificabilidad de este sector del 50% actual a un 60%, además de un aumento de la volumetría que «permita naves logísticas de 13 metros de altura, teniendo en cuenta el agravio comparativo que significa para no tener estos parámetros urbanísticos que disponen la mayoría de las zonas industriales».
l personas trabajan en el polígono Entrevies, que fue el primero en empezar a construirse, en el año 1956. En total tiene 25 empresas