De cómo convertir el pleno
en un ‘Pressing Catch’ verbal

El albergue juvenil previsto en la Ciutat de Repòs fue objeto de una fuerte discusión entre el alcalde y los vecinos de Llevant. Tras varios insultos y gritos, Ricomà acabó expulsándoles de la sala

22 julio 2022 18:08 | Actualizado a 23 julio 2022 07:00
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Lo de ayer en el pleno tiene pocos precedentes. La tensión entre el alcalde, Pau Ricomà, y un grupo de vecinos de Llevant –contrarios al albergue juvenil en la Ciutat de Repòs– llegó a límites insospechables. Tanto que el alcalde acabó expulsándoles del salón de plenos, después de recibir descalificativos como «sinvergüenza», «dictador» o «mentiroso». Los gritos y reproches al máximo responsable de la ciudad no cesaron durante toda la sesión, llegando a su punto álgido en el turno de ruegos y preguntas, cuando la euforia se desató y la oposición al completo hizo de altavoz de la plataforma Pro Llevant.

El colectivo no quiere que la Ciutat de Repòs sea un albergue juvenil y, sobre todo, no quiere que el equipamiento acoja a «jóvenes vulnerables con riesgo de exclusión». Se refieren a menores tutelados, cosa que no contempla el proyecto. Dicen que de ser así el entorno se convertirá en un punto de delincuencia y defienden que la zona de Llevant necesita de otros equipamientos y no de un albergue. A la plataforma Pro-Llevant le gustaría un centro de día para personas mayores, por ejemplo. Por eso hoy, los organizadores han convocado una consulta para saber qué prefieren los vecinos.

El alcalde, en el pleno de ayer, intentó explicarles –digo intentar, porque apenas lo consiguió, a causa de los constantes abucheos– que no es que la Generalitat dé un dinero y que el Ayuntamiento decida invertirlo en este equipamiento. «El tema es que nos dan la oportunidad de devolverle el uso inicial a un espacio que lleva once años cerrado y deteriorado. No podría perdonarme nunca no aprovecharla por un cálculo electoral», decía Ricomà. Pero sus palabras no convencieron. Los manifestantes le recriminaron, entre otras cosas, no haberse reunido con ellos para explicar el proyecto y mandarles una carta «llena de mentiras», decían.

La expulsión

Poco más de un centenar de vecinos de Llevant se organizaron en autobuses para llegar hasta el Ayuntamiento. Llenaron el pleno e incluso algunos se quedaron fuera. La primera vez que se les escuchó en sala fue cuando la CUP defendió una moción que buscaba condenar los hechos ocurridos en Melilla el pasado 24 de junio, donde murieron 37 migrantes en la frontera de Marruecos con España. Murmullo y gritos de «fuera, fuera», que impedían a la concejala cupaire seguir con el discurso. Lo peor estaba por llegar.

Los niveles máximos de tensión se vivieron en el turno de ruegos y preguntas. Fue entonces cuando la oposición al completo –PSC, PP y Cs– habló por boca de la plataforma Pro-Llevant e hizo algunas preguntas acerca del proyecto del albergue. Que si se han estudiado las necesidades del barrio o que si el equipamiento acogerá jóvenes vulnerables. Por su parte, la portavoz del PSC, Sandra Ramos, pidió al alcalde que escuchara a los vecinos y que dejara de tacharlos de racistas.

Cuando Ricomà iba a contestar, el caos se adueñó de la sala más institucional de todo el edificio municipal. Después de veinte minutos de fuerte discusión y alguna que otra agresión verbal, el alcalde pidió a la Guàrdia Urbana que expulsara a los vecinos del plenario, ante la mirada atónita de los concejales. Nunca antes se había visto algo así en un pleno. A modo de anécdota, en la sala también se encontraban algunos exconcejales, vecinos de Llevant, quienes no desaprovecharon la ocasión para recriminarle a Ricomà «su mal papel» al frente de la ciudad.

«Nos dan la oportunidad de devolverle el uso inicial a un espacio que lleva once años cerrado. No me perdonaría nunca no aprovecharla por
un cálculo electoral»
Pau Ricomà
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