Tras la última subida del IPC hasta el 10,2%, superando los dos dígitos por primera vez en los últimos 37 años, los precios de los alimentos se han disparado todavía más, después de que ya crecieran a niveles muy altos con la tasa de inflación del 9,8% a la que se llegó el pasado mes de abril. Así, pese a que prácticamente todos los productos han incrementado su precio, los mayores aumentos se encuentran en el aceite, que cuesta un 45% más que hace un año; en los huevos, con una subida del 25%; en la sandía, muy típica en verano, que su valor es un 20% superior respecto al 2021; o en productos como las patatas, los tomates, los pimientos o las cebollas, que cuestan entre un 8 y un 10% más. Todo esto ha comportado que los consumidores hayan apostado más que nunca por las marcas blancas.
Desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) alertan que este incremento de los precios ya supone un sobrecoste de 600 euros anuales para las familias y advierten que si el Gobierno no toma medidas –rebajando el IVA de los alimentos– «la situación será cada vez más grave».
Nieves, vecina de Tarragona, se encontraba la semana pasada en la cola de un supermercado de la avenida Roma. «Ha subido el precio de todo, y hoy porque iba con prisas pero a partir de ahora me fijaré más y compraré marca blanca o buscaré ofertas y promociones», explicaba.
Un estudio de NielsenIQ, encargado por la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (Aecoc), demuestra que la marca blanca ya supone el 43% de las ventas, una cifra jamás alcanzada y que se encontraba en el 25% antes de la pandemia.
Rubén Alegría, vecino de Salou que estaba comprando en el mismo comercio, comentaba, por su parte, que ha optado por valorar los precios de cada supermercado e ir a los más baratos. «Por lo menos ha aumentado un 30% el coste total de la cesta de la compra, y no tengo mucha esperanza con que bajen los precios, al contrario, parece que no pararan de subir», lamentaba.
Francina situaba el incremento del coste en un 10%, «y compro lo mismo que antes, aunque sí es verdad que si veo alguna oferta la intento aprovechar». Añadía que «cada día suben los precios, cada día, y no poco, son subidas que se notan mucho».
Otro de los clientes que se encontraba en los pasillos llenando el carro, era Hernán Álvarez. Lamentaba que «ha crecido mucho el coste de la carne y del pescado», y aseguraba que «antes no lo hacía, pero ahora me fijo mucho más en los precios y miro siempre si hay descuentos, además de comprar más productos de marcas blancas». Además, Álvarez reconocía que «voy menos al supermercado y hago compras más pequeñas, vengo solo a por lo concreto, justo lo que necesito». Aún así, calculaba que ha pasado de gastarse 80 euros a 100 por la compra de cada semana.
Una visión más general del cambio de comportamiento de los clientes la aportaba Àngels Serra, segunda encargada del Plusfresc. A la vez que estimaba que el precio medio de la cesta de la compra ha pasado de los 50 a los 70 euros, aproximadamente, señalaba que la leche, el café y la verdura son productos que han subido mucho. «La gente antes quizás compraba un kilo de tomates y ahora coge lo justo para pasar», aseguraba.
En el Plusfresc tienen la marca blanca Alteza y Serra comentaba que «han crecido un poco más las ventas, pero tampoco mucho porque los clientes ya la solían comprar antes». Con todo, la responsable del supermercado señalaba que «lo que hemos notado es que a inicios de mes, cuando la gente ha cobrado, llenan los carros hasta arriba, y durante el resto del mes vienen de forma más esporádica y con tíquets que no pasan de los 10 o 20 euros».
Su homólogo en el supermercado Consum de la calle Prat de la Riba de Tarragona, Manel Caballé, señalaba también que «en general están subiendo todos los productos, porque claro, sube el coste del transporte». Asimismo, reconocía que «ya desde la pandemia de la Covid notamos un aumento de las ventas de los productos de marca blanca».
Entre los principales cambios de hábito de los consumidores, Caballé destaca que la gente compra menos. «Compran lo básico para pasar, si una familia tiene un presupuesto para la cesta de la compra y suben los precios, lo tienen que ajustar comprando menos, ahora muchos ya no se pueden dar caprichos», decía.
El responsable del Consum reflexionaba sobre «lo sorprendentemente globalizada que está la manufactura de los alimentos. El conflicto de Ucrania afecta a que no tengamos tomate frito o galletas, que lo producimos aquí, pero una pieza concreta de la maquina con la que se fabrica o un aditivo concreto que se pone en el alimento viene de ese país».
Del supermercado salía Francisco, con dos bolsas llenas. «Llevo dos lenguados que me han costado 22 euros, cuando antes me costaban como mucho 17 euros», explicaba el cliente que, sin embargo, como siempre va con prisas, no tiene tiempo a pararse a mirar ofertas y descuentos. «Me he gastado 44 euros y no llevo nada, antes con ese dinero me iba con otra bolsa más», lamentaba.
Maria Corrales, de Torreforta, aprovechaba la espera del bus para comprar en el Consum. En su caso, no mira mucho los precios «porque solo somos dos en casa y trabajamos los dos, pero los que no tengan empleo y no se lo puedan permitir lo deben estar pasando mal».
Con todo, Esther Lorente, delegada de la OCU en Catalunya, reivindica que «deben adoptarse medidas de reducción del IVA en alimentos y la suspensión temporal de los impuestos en energía y combustible, que están desbocados». Asimismo, desde la organización se muestran preocupados por la inflación subyacente, «que perdurará en el tiempo y será más difícil de eliminar», y la reduflación, es decir, «las marcas en lugar de subir el precio de los productos envasados bajan la cantidad, y aunque no engañen, porque informan del peso, no lo hacen de forma efectiva».
Lorente lamenta que «solo una de cada tres familias vive holgadamente, el otro tercio tiene problemas para ahorrar y el otro no llega a fin de mes».