5. Una dura crisis económica

El turismo, la restauración o el comercio cierran un 2020 nefasto

04 enero 2021 18:23 | Actualizado a 05 enero 2021 13:53
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El impacto del virus en la economía tarraconense no tiene precedentes. Los confinamientos y los cierres sectoriales y de movilidad para intentar contener la pandemia han hundido buena parte del tejido productivo en un 2020 nefasto. Solo algunas cifras para ilustrar el batacazo: los parados se han disparado en más de un 25% en Tarragona y, en concreto, el desempleo juvenil ha crecido cerca de un 50%. 

El parón ha repercutido en descensos abultados en exportaciones, importaciones, creación de empresas, firmas de hipotecas o matriculación de vehículos. El golpe fue instantáneo prácticamente desde mediados de marzo, cuando entró en vigor el estado de alarma que obligaba a cerrar los servicios que no fueran esenciales. El aluvión de ERTE ha sido constante, con el respiro del verano, y un nuevo incremento en otoño, con la segunda ola y las clausuras en negocios como la restauración. Los cierres y el descenso de la movilidad han lastrado a empresas de transporte de personas y han impacto de lleno en un gremio clave como el comercio. 

Pero si hay un sector perjudicado en el Camp de Tarragona y las Terres de l’Ebre ha sido el turismo y, por extensión, los servicios. El sector ha dejado de ingresar 4.500 millones de euros este año, que ha dejado un reguero de índices a cual más negativo: las pernoctaciones en hoteles han bajado un 82% y en apartamentos un 70%. En la Costa Daurada, el descenso ha sido del 75%, y algo más amortiguado, de un 58%, en las Terres de l’Ebre; dinámicas, todas ellas, esperables tras un verano lleno de restricciones en el que solo el turismo local se pudo mantener a flote. 

Destinos turísticos como Salou, muy dependientes del mercado extranjero, han sufrido especialmente. Otro dato ilustrador es un batacazo de más del 96% en los pasajeros que han pasado este año por el aeropuerto de Reus, una infraestructura clave para la Costa Daurada. 

Diversos estudios, entre ellos algunos de la Universitat Rovira i Virgili, ya avisaban de que la dependencia de este tipo de sectores iban a convertir a la provincia de Tarragona en uno los lugares más afectados por la crisis que está dejando el virus, dolorosa para mucha gente que se ha quedado sin ingresos. 

La recesión sigue cronificándose, a la espera de que la vacuna posibilite una recuperación que no será inmediata. De lo que suceda con la temporada turística de 2021 (vinculada, a su vez, a la situación sanitaria) dependerá en buena parte esta economía tarraconense convaleciente, aunque hay estimaciones que sostienen que la mejoría definitiva tardará hasta tres años en llegar. Las últimas restricciones horarias en bares y restaurantes acaban de dar la puntilla. 

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