Tan cierto es que ningún sistema sanitario del mundo puede estar completamente preparado para asumir una pandemia, como que la Covid-19 ha puesto en evidencia tanto en Tarragona como en toda Catalunya el impacto de años de recortes. Si bien los presupuestos de salud estaban yendo en aumento en los últimos años, ni mucho menos eran suficientes para revertir casi una década de tijeretazos en la sanidad, desde 2010. Material escaso y anticuado, sueldos reducidos y ratios bajas han marcado los últimos tiempos de un sector que aún no se había recuperado del descenso en la inversión.
Con ese lastre, los sanitarios han tenido que afrontar una epidemia insólita redoblando esfuerzos y ampliando horarios, jugándose la vida en muchos casos al resultar contagiados y asumiendo además un desgaste físico y emocional, que se ha ido agravando con cada nueva oleada del virus, hasta llegar prácticamente al límite. El sector reconoce que una nueva venida del virus en enero, tras las dos precedentes, sería la puntilla a una situación precaria, también mentalmente.
Los meses de pandemia han coincidido con constantes protestas y reivindicaciones, desde las reclamaciones y quejas de los médicos residentes hasta las huelgas en la atención primaria. A la saturación de los hospitales se añadió el colapso en los CAP, sobre los que cayó a partir del verano todo el peso del diagnóstico y rastreo, pendiente de la implementación de un plan de refuerzo con recursos para ayudar a paliar la situación. Si la sociedad ha adjudicado alguna etiqueta a los sanitarios este 2020 ha sido la de héroes, escenificada en una de las imágenes más icónicas y sobrecogedoras que ha dejado la pandemia: los aplausos desde los balcones, durante más de dos meses, a las ocho de la tarde, en el confinamiento de la primavera.
Por eso algunos, desde el optimismo, confían en que la Covid-19 sea una oportunidad para la reivindicación y la restauración de condiciones perdidas y ponga de relieve la importancia de no dar apoyo a partidos políticos que recorten en sanidad. «Algunos de esos héroes a los que aplaudimos, los residentes, los especialistas en formación, han estado cobrando 960 euros al mes. Es una de las vergüenzas de la administración, que ha convertido a la sanidad, la joya de la corona, en una empresa ‘low cost’», asegura contundente Josep Maria Puig, secretario general de Metges de Catalunya.
Cifras en mano, el presupuesto de Salut para 2020 aún no iguala el de 2010, punto de inflexión en el que empezaron los recortes, a pesar de que haya supuesto, por fin, un aumento después de tres años de congelación. Los descensos tan marcados entre 2011 y 2016 siguen siendo una rémora, según denuncian el Col·legi Oficial de Metges de Tarragona y el Col·legi d’Infermeres i Infermers.