Con un escueto y discreto comunicado en Facebook, Enrique, dueño del Kalea Bar de Salou, anunció hace un mes que se acabó: «En vista de la situación actual y personal, después de treinta años me veo obligado a no continuar». La Galia del «rock de akí» ya no ha abierto esta Semana Santa.
Dos años de restricciones por la pandemia han colmado la paciencia de uno de los locales más emblemáticos de la Costa Daurada. Único en su especie. Su cierre deja huérfanos a los que pasan de modas. Otra jarra de cerveza mientras suena Vicio de Reincidentes.
Mi última vez en el Kalea fue una despedida de soltero que empezó con la luz del sol y acabó de madrugada, entre vascos, cántabros y rostros pálidos. Una parroquia fiel. «Las mismas caras, los mismos gestos», que cantaba Barricada. Se os echará mucho de menos, Enrique y compañía.