En los últimos diez años el número de jubilados menores de 65 años ha crecido un 14% en la provincia de Tarragona. Los detractores de este procedimiento argumentan que es una forma encubierta de disminuir los costes laborales por parte de las grandes empresas. Con las jubilaciones anticipadas, las compañías se quitan de encima los sueldos más elevados y pueden contratar a jóvenes que acceden al puesto con una remuneración muy inferior. La crisis ha abierto todavía más la brecha salarial entre los veteranos y los recién llegados al mercado laboral, por lo que el sistema de las jubilaciones anticipadas resulta todavía más atractivo para cuadrar las cuentas de resultados. El argumento de que anticipar el cobro de pensión es perjudicial para la Seguridad Social es cierto por la propia quiebra del sistema, pero no en estricta justicia. El trabajador que anticipa su edad de jubilación pierde retribución en la proporción ajustada al tiempo que había cotizado. Si la diferencia la cubre la propia empresa, el gasto no debería repercutir en el sistema de pensiones. Por otra parte, esta práctica también incrementa las posibilidades laborales de los jóvenes, aunque cada vez se hace más difícil encontrar trabajo al finalizar los estudios. Lamentablemente las jubilaciones anticipadas no sirven en muchos casos para reemplazar al trabajador veterano, sino pura y simplemente para amortizar un puesto de trabajo. En este caso cabe lamentar el método.