Durante 44 años el fraile capuchino Raniero Cantalamesa fue predicador oficial del Vaticano. A los 90 años de edad ha sido relevado por otro religioso de la misma orden, Roberto Pasolini, de 53, que ya tiene a su cargo predicaciones cuaresmales a los miembros de la Casa Pontificia. Entre los oyentes no está el Papa, si bien le sigue por internet desde el hospital.
Nacido en Milan, entre los 15 y 21 años se apartó de la Iglesia y se acercó al alcohol. Como ultra del Milan disfrutaba del fútbol, hasta que vio que llevaba una vida vacía. Quizá de su regreso a la práctica cristiana viene algo que predicó estos días: «A menudo nos obsesiona ser perfectos, pero el Evangelio nos enseña que la verdadera imperfección no es la fragilidad, sino la falta de amor».