El módulo de mujeres del centro penitenciario de Mas d’Enric, la cárcel de Tarragona, alberga a dos de las internas más mediáticas de Catalunya. Una es Rosa Peral, condenada por el asesinato de su pareja en el conocido caso de la Guardia Urbana. La otra interna con renombre en el mismo módulo es María Ángeles Molina, Angie.
La investigación y el juicio del caso de Rosa Peral se hizo famosos gracias a la serie Crims, de TV3, y posteriormente en la miniserie de Netflix El cuerpo en llamas. Angie también tiene dedicado un capítulo en Crims y, en su momento, habría rechazado ser la protagonista de otra serie en la misma plataforma de pago.
La investigación
Angie fue detenida el pasado lunes (24 e marzo) cuando salía de permiso sin vigilancia de Mas d’Enric, ubicado en el término de El Catllar. Los Mossos la interceptaron, registraron sus pertenencias y la celda.
Los motivos oficiales del registro y de la detención se mantienen en secreto. La Policía Autonómica ha declinado ofrecer información del caso, lo que incrementa la incertidumbre sobre lo ocurrido.
Asesinato y sicarios
Según ha podido saber El Diari por otras fuentes conocedoras de algunos pormenores de esta investigación, Angie habría aprovechado estos permisos sin vigilancia para reunirse con otras personas, posiblemente sicarios, para planificar y ejecutar un crimen.
El nombre de la víctima solo es conocido por un pequeño grupo de Mossos d’Esquadra que investiga el caso y mantiene un gran hermetismo para esclarecer los detalles y detener, si es necesario, a los otros implicados.
Mientras la investigación avanza, la cerebro de este asesinato permanecerá sin privilegios en Mas d’Enric. Si se confirman las sospechas, Angie continuará en prisión más allá de 2026, año en que terminaba su condena por asesinato.
De Brians 1 a Mas d’Enric
Angie ingresó en la cárcel de Tarragona en 2019 después de pasar por los penales de Brians 1 y de Ponent. La sentencia, ratificada por el Tribunal Supremo, la condenó en 2013 a 18 años de privación de libertad por matar a su amiga y excompañera de trabajo Ana María Páez en un apartamento del barrio de Gràcia, en Barcelona.
En diciembre de 2023, tras 15 años de prisión, Angie obtuvo su primer permiso penitenciario sin vigilancia. Desde entonces ha disfrutado de algunos más. Sin embargo, el último de ellos ha sido revocado, después de que este martes fuera puesta a disposición judicial en el Juzgado de Instrucción número 2 de Tarragona.
El crimen (casi) perfecto de 2008
El 21 de febrero de 2008, una mujer de la limpieza en unos apartamentos del barrio de Gràcia, en Barcelona, encontró el cadáver de una mujer.
La víctima estaba completamente desnuda sobre un sofá. Tenía una bolsa de plástico atada a la cabeza. Junto al cadáver, los Mossos hallaron una peluca negra y un par de botas altas del mismo color. No había documentación, ropa ni bolso. En un primer momento, los investigadores barajaron la hipótesis de una muerte por asfixia en el marco de un juego sexual.
Esta teoría se desmoronó cuando relacionaron el cadáver con la denuncia por desaparición de Ana María Páez Capitán y accedieron a las imágenes de las cámaras de seguridad de una entidad bancaria, donde una mujer, haciéndose pasar por la víctima, retiraba dinero de su cuenta.
Pese a la multitud de pruebas que apuntaban a Angie, la investigación fue complicada. La acusada, que se había citado con la víctima esa noche y la conocía, se presentó ante los Mossos con gran seguridad y aportando una coartada: el día del crimen había viajado a Zaragoza para recoger las cenizas de su madre. Su versión fue corroborada por la funeraria.
Sin embargo, los investigadores comprobaron que era posible viajar en coche a Zaragoza, regresar a Barcelona, cometer el crimen y recrear un escenario en el que la asesina intentaba hacer creer que la víctima tenía una doble vida. La investigación determinó que Angie contrató los servicios de dos gigolós y pagó por obtener su semen. Luego, con la víctima inconsciente por algún fármaco, la asesina esparció el semen de los prostitutos sobre su cuerpo para intentar borrar cualquier rastro suyo y crear la escena del crimen perfecta.
Durante casi dos años, Angie suplantó la identidad de la víctima y, usando su DNI, recorrió múltiples entidades bancarias de Barcelona, solicitando créditos que ningún responsable bancario se negó a concederle. Firmó seis pólizas de crédito por un total de 102.415 euros y 10 seguros de vida valorados en 840.000 euros.
Angie mató a Ana con el propósito de cobrar las pólizas de vida que había firmado en su nombre.