En la mitología escandinava, la boca del lobo es un símbolo de reintegración cíclica, es la noche, la caverna de los infiernos, la fase del pralaya cósmico. Al lobo azul celeste, creador de las dinastías mongolas y chinas, se opone la loba de Rómulo y Remo, terrenal y maternal asociada a la idea de fecundidad. En cuanto divinidad infernal existe ya en la mitología grecolatina: es nodriza de Aqueronte (el del río); de un manto de piel de lobo se reviste Hades; las orejas del dios de la muerte de los etruscos son de lobo. En la tradición nórdica, los lobos simbolizan la muerte cósmica: son devoradores de astros, lo cual evoca el jaguar de los centroamericanos. Entre los egipcios, Anubis, el gran sacerdote que oficia los ritos funerarios, es llamado Impu, el que tiene forma de perro salvaje. En España es la montura del brujo. La creencia en los licántropos está atestiguada desde la antigüedad; Virgilio ya lo menciona. Es uno de los aspectos que revisten los espíritus de los bosques. El lobo es mi animal totémico. Nunca he tomado la ayahuasca pero estoy segura que sería el lobo quien se me aparecería en la alucinación. El lobo es el símbolo del poder de la naturaleza que tanto protege como destruye. Es el rey de la fauna europea. Es también el único verdadero depredador organizado capaz de competir con el hombre en el entorno europeo. Por eso lo condenamos a muerte. Se nos parece en exceso. Es nuestro doppelganger.
El lobo
20 marzo 2025 20:47 |
Actualizado a 21 marzo 2025 07:00

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Un articulo de Natàlia Rodríguez
Directora
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