Belleza

09 octubre 2024 19:43 | Actualizado a 10 octubre 2024 07:00
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Educar el gusto, exponerse a la belleza, desarrollar una alfabetización visual y un instinto de calidad, no se improvisa. Quien piensa tener criterio desde la cuna, se equivoca. Quien cree que su opinión sobre todas las cosas es válida, se equivoca. Quien se considera artista porque perpetra un cuadro o asiste a un taller de escritura o de pintura, o de costura, se equivoca. Quien quiere encauzar su criterio no tiene prisa, ama la búsqueda, se equivoca, se gasta el dinero en cosas que no sabe si va a ponerse nunca, en cuadros que nadie entiende. O en reproducciones, que nadie compra cuadros como si fuesen alcachofas. Aprender a mirar, a discernir las esencias de cada obra requiere constancia y coherencia. La Rambla de Tarragona está llena de chirimbolos de gusto escaso. Sí. También el del Nàstic. Un paseo que desemboca en ese balcón que más que un balcón es un estuario, debería ser tratado con un mimo exquisito. No todo vale. No por ser local se es mejor. Pero aquí hay gente muy buena. Antoni Arola sin ir más lejos. Sensacional. Búsquenlo. No deberíamos improvisar. Tenemos la piedra, tenemos el mar, tenemos la luz. Con esos tres ingredientes no deberíamos fallar. Tarragona debería ser un placer estético constante. Eso no tiene nada que ver con la perfección, tiene que ver con el buen gusto. La belleza es la respuesta a todo. A la tristeza, a la inseguridad, a la soledad.

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