Unió impulsa una cantera de jóvenes agricultores

El grupo cooperativo con sede en Reus invierte 5 millones de euros en 38 productores

08 julio 2019 18:40 | Actualizado a 10 julio 2019 11:38
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Más de 700 hectáreas de cultivo recuperadas y 5 millones de euros invertidos en reacondicionar las tierras, replantar y montar sistemas de riego y de control. Unió Corporació Alimentària, cooperativa de segundo grado con sede en Reus que cuenta, en su grupo, con un total de 186 cooperativas asociadas y unos 20.000 productores, ha puesto en marcha un programa para recuperar y explotar fincas agrícolas abandonadas o con bajo rendimiento, apoyando con recursos financieros y tecnológicos a jóvenes agricultores que quieran tomar el relevo generacional en esta actividad.

«En Catalunya -relata Ferran Huguet, director general de Unió Corporació Alimentària-, la gente que se dedica a la agricultura está envejeciendo, y cada vez hay más fincas abandonadas. Con el proyecto de explotación de fincas que hemos puesto en marcha cogemos a un propietario de tierras que ya está mayor, donde ninguno de sus hijos quiere proseguir con la actividad, le proponemos una cesión del terreno por 25 años a cambio de una contraprestación en forma de porcentaje sobre la producción, buscamos a un agricultor joven de la zona y le ofrecemos llevar esas tierras».

A diferencia de otros proyectos impulsados por grandes empresas del sector agroindustrial, Unió no adquiere tierras ni contrata asalariados. «Nosotros -explica Huguet- vamos hacia un modelo de economía social, a dar oportunidades a los hijos de payeses, y que la rentabilidad vaya al productor».

Es por ese motivo que el modelo que proponen es el de asociación, donde el propietario de las tierras recibe entre un 10% y un 12% de la producción a cambio de su cesión, el joven agricultor que se encarga de trabajarlas percibe entre un 65% y un 70% y Unió Corporació Alimentària el resto, entre un 18% y un 25%, para recuperar las inversiones que llevan a cabo en esa finca.

En este grupo cooperativo tienen claro que, para que alguien quiera dedicarse hoy a trabajar la tierra, la actividad tiene que ser rentable. Como mínimo, con unos ingresos equiparables a los que esa persona podría obtener trabajando por cuenta ajena en un entorno urbano. Esa rentabilidad solo puede lograrse hoy con inversiones. Unas inversiones, por otro lado, que no pueden afrontar esos jóvenes agricultores. Ahí es donde entra en juego el pulmón financiero de la cooperativa.

Asegurar la producción

A partir de 20 hectáreas (el mínimo en el que establecen la escala que permite la rentabilidad para ese agricultor), acondicionan el terreno arrancando viejos cultivos improductivos o maleza que haya crecido de forma descontrolada, replantando y montando sistemas de riego. Orientado a la productividad y la rentabilidad. Con ingenieros agrónomos e Internet de las Cosas (IoT).

La capacidad personal y la formación para llevarlo a cabo están ahí. «La mayoría de los hijos de payeses que cogemos tienen estudios superiores», relata Huguet. Lo que les falta es ese empuje económico para arrancar y mantener la apuesta.

«Desde Unió -explica- aseguramos siempre la producción, de modo que si hay un desastre climatológico siempre cobrará el coste de los trabajos que haya hecho. Y si, durante los primeros cuatro años hasta que la finca entra en plena producción, esa persona no tiene suficiente colchón financiero para tirar adelante, hacemos préstamos». Ya han incorporado a 38 jóvenes con esta fórmula, todos en las comarcas de Tarragona, con fincas dedicadas al cultivo de viña y almendro.

Las buenas perspectivas de la almendra en los mercados internacionales, cuya demanda al alza presagia una verdadera fiebre para plantar hectáreas de almendros en toda España, son las que han hecho que en Unió Corporació Alimentària estén apostando por hacerse con nuevas producciones y cooperativas asociadas, pasando en apenas tres años de 90 cooperativas a las actuales 186.

Inversiones

Con una facturación anual de 70 millones de euros en el último ejercicio, un 60% de las ventas correspondieron a los frutos secos, mientras el vino y el aceite se repartían, con un 20% cada uno, el resto. Las previsiones de cara al futuro, en un contexto en el que, según Huguet, «se multiplicará por cuatro el crecimiento de la producción global de frutos secos», son lograr tasas de crecimiento sostenido en este segmento del 20%.

Con unas producciones anuales de unos 20 millones de kilos de almendra y de 2,5 millones de kilos de avellana, la inmensa mayoría de los frutos secos que comercializa Unió tienen como destino el suministro de materia prima, ya transformada en productos de valor añadido (en forma de crema, pasta, crocanti, praliné, laminados, tostados...) a la gran industria mundial del chocolate, la heladería o los productos lácteos.

Una cuota de exportación que en este grupo cooperativo está hoy en el 60% de sus ventas da muestra del salto internacional que ha dado en estos años. Antes de terminar el año, Unió Corporació Alimentària habrá terminado la construcción de una nueva nave de 3.000 metros cuadrados en Reus (en la que habrán invertido 2 millones de euros) para ampliar las líneas de transformación de frutos secos, donde elaborarán cremas de avellana y de almendra, además de leche de almendra, cuya demanda mundial está creciendo a tasas notables. Además, dotarán de un nuevo sistema de visión e inteligencia artificial las líneas de tostado.

Completan las inversiones en frutos secos cuatro nuevos centros de recepción y almacenaje de almendra (con inversiones de unos 250.000 euros cada uno), situados en Lleida (dos de ellos), Albacete y Murcia.

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