¿Cuáles son los orígenes de la empresa?
La empresa nace en el año 2010 cuando, después de descubrir el mundo vitivinícola, decidimos volver a casa y hacer un primer vino en las viñas de mi padre. En 2013 ponemos en marcha una pequeña bodega en Batea que nos permite poner en práctica los conocimientos que habíamos adquirido. En 2016 decidimos hacer una bodega en la propia viña, rodeada de paisaje y naturaleza.
¿En qué consiste su proyecto innovador?
Desde los inicios hemos tenido claro, por concepto que nuestra filosofía es la producción ecológica, por lo que optamos por ese camino. Además, creamos un proyecto medioambiental junto a la bodega. Su objetivo es velar por la flora y la fauna del territorio. En este sentido hemos hecho muchas actuaciones para favorecer la biodiversidad. Además, mantenemos la orografía de todas nuestras fincas, en sintonía con el bosque y la naturaleza. Los márgenes de piedra seca están también preservados. En el ámbito social, colaboramos con la Escola Agrària de Gandesa, apostando por la formación en el territorio.
¿Por qué se han presentado al concurso?
El mérito en este sentido es de enric Sunyer, encargado de viticultura. Él recibió la convocatoria, y pensamos en darnos a conocer más, especialmente en el territorio más cercano. Tener la oportunidad de explicar nuestras distintas acciones a favor del medioambiente a través de un reconocimiento como este es también algo importante.
¿Qué significa para la empresa ser finalista y posible ganadora del premio?
Es un reconocimiento al trabajo que hemos hecho y que ha supuesto tiempo y esfuerzo. Tenemos una historia corta, en este sector somos considerados una bodega joven, pero hemos logrado hacer cosas importantes, sobre todo en cuanto a la protección del planeta. Es un cambio que tenemos que hacer las empresas juntas para que sea un cambio sólido. Como empresas tenemos ese deber y lo lograríamos antes si fuésemos todos de la mano. Un reconocimiento, por tanto, por parte de una entidad siempre es algo especial, que hace mucha ilusión.