El pasado lunes, el conseller de Empresa i Treball de la Generalitat de Catalunya, Roger Torrent, acompañado por una delegación encabezada por el alcalde de Mont-roig del Camp, Fran Morancho, dio a conocer desde Seúl, en Corea del Sur, que la empresa surcoreana ILJIN Materials, fabricante de componentes de baterías, invertirá 600 millones de euros en Mont-roig del Camp, en una planta que empleará a 500 personas. La fábrica, que se espera que esté operativa en 2024, será la primera de esta empresa en Europa.
La noticia, con gran impacto entre organizaciones empresariales y sindicales, ha sido puesta esta semana como ejemplo de reindustrialización, en línea con la nueva estrategia industrial emprendida en 2020 por la Comisión Europea (CE), que pretende aumentar la soberanía industrial de la Unión Europea (UE) mediante la relocalización y captación de inversiones en industrias estratégicas, mejorando su competitividad y buscando el liderazgo global en circularidad y transformación digital.
En 2020, durante los meses más duros de confinamientos y restricciones a la movilidad a consecuencia de la pandemia global de Covid-19, numerosas industrias fueron declaradas como esenciales, aumentando la consciencia sobre la importancia de contar con un tejido industrial robusto.
La crisis de los semiconductores y de la cadena global de suministros, más tarde, hizo patente la fragilidad y dependencia de la UE hacia las importaciones de determinados bienes, en un continente que una vez fue la fábrica del mundo.
En una tendencia que arranca de mucho más atrás, pero que se vio reforzada con el estallido de la pandemia de Covid-19, el objetivo es lograr que un 20% del Producto Interior Bruto (PIB) de la Unión Europea sea industrial, con una industria de alto valor añadido, climáticamente neutra y digitalizada. El instrumento extraordinario Next Generation EU de la Comisión Europea, del que España aspira a captar hasta 140.000 millones de euros hasta el año 2023 en forma de créditos y ayudas directas a empresas, es una herramienta poderosa para conseguir este objetivo.
En Catalunya, los últimos datos disponibles en el Institut d’Estadística de Catalunya (Idescat), relativos al año 2021, fijaban en un 20,27% el peso de la industria sobre el conjunto del Valor Añadido Bruto (VAB), con 45.462 millones de euros sobre un total de 224.198 millones de euros. En el caso de la industria manufacturera, ese porcentaje descendía al 17,09%, con 38.317 millones de euros sobre 224.198 millones.
En ambos casos hubo una mejora respecto a los años precedentes, con un incremento del peso de la industria sobre el VAB catalán, al pasar del 19,75% del año 2017 al 20,27% del pasado 2021, o del 16,60% de la industria manufacturera en 2017 al 17,09% de 2021.
Pero, más allá de indicadores cuantitativos, hay un componente cualitativo. ¿Responde el tejido industrial catalán, y específicamente el del sur de Catalunya, a los criterios que debería reunir para asegurar su competitividad global durante las próximas décadas? ¿Es la futura inversión de ILJIN Materials en Mont-roig del Camp el ejemplo de una tendencia al alza o bien se trata de un caso excepcional?
Jordi Ciuraneta, presidente de la patronal Pimec en Tarragona, reflexiona sobre ello: «Tiendo a ser positivo, y cuando empiezan a pasar cosas de este tipo, como el anuncio de inversión en esta fábrica de componentes de baterías o el proyecto de Kronospan en Tortosa -donde esta multinacional austríaca invertirá 400 millones de euros en una fábrica de paneles de madera que empleará a 190 personas-, espero que no sean casualidades ni flores de verano».
«Estamos en un lugar estratégico -prosigue Ciuraneta, en alusión a la ubicación de las comarcas del sur de Catalunya-, y es básico tener industria para tener un país que crezca. No podemos crecer solo a través de turismo, y es importante que estén pasando cosas».
«Tarragona está en una coyuntura muy buena para apostar por una industria más tecnológica, moderna y sostenible» Agustí Segarra, URV
Joan Llort, secretario general del sindicato UGT en el Camp de Tarragona, se muestra algo más cauto respecto a la interpretación de estas inversiones: «Hay un cambio de tendencia marcado por Europa en el sistema energético y de transporte, y de ahí surgen los PERTE [Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica, mediante los cuales el gobierno español gestiona una parte sustancial de los fondos procedentes del instrumento Next Generation EU], donde se marcan tendencias de cambios».
Y, en este contexto, «o estamos subidos al tren o perdemos oportunidades», razona Llort. «O nos adaptamos a lo que viene en el sector del automóvil -prosigue-, o tendremos problemas de deslocalización, porque el automóvil lo arrastra todo».
«Apuestas como la de esta empresa en Mont-roig del Camp son fruto -razona Joan Llort- de que en Sagunt se pone una fábrica de baterías, y alguien tiene que suministrar componentes». Catalunya era, a priori, la candidata lógica para albergar esta gran planta de baterías del Grupo Volkswagen a la que alude Joan Llort. La Comunitat Valenciana, sin embargo, fue más efectiva para lograr captar esa inversión estratégica, que el gobierno español defendía emplazar en Extremadura.
«Pienso que estamos perdiendo oportunidades», alerta Joan Llort. «En transporte de mercancías, en despliegue de 5G y 6G, en energías renovables... vamos muy retrasados, y nos parece que no hay una política industrial en el país, con un plan de trabajo. Parece que vayamos a saltos».
«Reindustrializar conlleva ocupación estable y salarios dignos» Mercè Puig, CCOO
«Hay cierto conflicto -coincide Miquel Àngel Fúster, presidente territorial en Tarragona del Col·legi d’Economistes de Catalunya (CEC)- entre administraciones públicas, de no dar todas las facilidades. Los poderes públicos deberían ir en la misma dirección».
«La situación geoestratégica [de la demarcación de Tarragona] -prosigue Miquel Àngel Fúster-, con un papel tractor del Port de Tarragona y con la Universitat Rovira i Virgili, podría apoyar la reindustrialización, pero es necesario que las administraciones públicas, cada una a su nivel, den máximas facilidades. Hay oportunidades, pero también margen de mejora. Otros territorios quizás han sido más espabilados».
Agustí Segarra, catedrático de Economía Aplicada de la Universitat Rovira i Virgili (URV) y miembro del Grup de Recerca d’Indústria i Territori (GRIT) de esta misma universidad, lamenta también la pérdida de oportunidades por esa falta de coordinación y visión: «Con la planta de baterías de Volkswagen, la Generalitat de Catalunya probablemente se durmió, y la empresa decidió ubicarla en Sagunt. Hay que recordar que la opción de Madrid era ubicarla en Extremadura, pero Ximo Puig (presidente de la Generalitat Valenciana) está jugando muy bien sus cartas».
«Lástima que aquí -prosigue Segarra- no se jugase mejor esta carta. Las cadenas de la Administración han de cooperar más porque, si no, seguiremos viendo lo que está pasando con la industria, con las renovables... Que se pongan las pilas y que aprovechen todos los aspectos positivos que tienen, como ha sucedido en Mont-roig del Camp, donde creo que se ha cooperado entre administraciones. Lo que quieres es que haya una sincronización de intereses».
«No hay una política industrial en Catalunya y perdemos oportunidades» Joan Llort, UGT
Dicho esto, Agustí Segarra señala que «querría ser optimista: hay una apuesta fuerte de la Unión Europea para recuperar posiciones perdidas en sectores estratégicos, y pienso que Catalunya lo podrá aprovechar. En la fabricación de microchips, por ejemplo, Catalunya debería liderar, igual que en hidrógeno verde y en transformación de la industria química. Pero hay que empezar a hacer las cosas un poco más ‘a la vasca’ y conseguir, como ellos, unos recursos que nosotros no estamos consiguiendo».
«El área metropolitana de Barcelona -añade Segarra- y, en particular, los dos vallesos, es el gran motor industrial de Catalunya, pero aquí [en la demarcación de Tarragona] estamos en una coyuntura muy buena para apostar por una nueva industria más tecnológica y moderna, sostenible, sin dejar de ser una potencia turística principal, como el gran pulmón turístico de Catalunya, con un proceso de diversificación productiva a partir de una industria más moderna. Pero falta una visión de conjunto porque, en mi opinión, Tarragona está un poco fuera de juego, no acaba de encontrar el modelo de liderazgo propio».
Mercè Puig, secretaria general de CCOO en el Camp de Tarragona, valora el anuncio de la fábrica de componentes de baterías en Mont-roig del Camp como «muy importante para el territorio, porque sería un comienzo para esa reindustrialización, en un territorio que da para mucho, pero donde por desgracia no se ven más proyectos como éste, y van pasando de largo otros».
«Ahora -prosigue Mercè Puig- lo estamos viendo como un caso aislado, pero no tendría por qué serlo. Se tiene que hacer una reconversión del sector industrial y se necesitará nueva industria, y esto es algo que podría repercutir en todo el territorio. Hay por delante la transición de las centrales nucleares, de la refinería de petróleo... y no vemos que se esté moviendo nada en ello».
«¿Qué pasará cuando cierre la central nuclear de Ascó?», se pregunta Mercè Puig. «Es una zona -prosigue- que se puede industrializar, pero no se ven proyectos desde la Administración, y la sensación es que nos está pasando de largo el Next Generation».
«Es básico tener industria, no podemos crecer solo a través de turismo» Jordi Ciuraneta, Pimec
El ejemplo de Ascó ilustra a la perfección el impacto positivo que puede tener una implantación industrial en una determinada zona, con efectos que llevan hasta cuestiones como un mejor funcionamiento del ascensor social. En este municipio de la Ribera d’Ebre, los hijos de una familia que en el año 1998 se encontraba en el 20% de las rentas más bajas, transcurridas casi dos décadas (en el año 2016) habían escalado hasta el percentil 70, según el Atlas de Oportunidades elaborado por Cotec con el apoyo de la Fundación Felipe González.
El impacto que tiene sobre esta mejora en la renta familiar el hecho de que Ascó sea hoy un municipio con un peso indudable de la industria contrasta con la realidad de otros municipios no industriales, que ven cómo el ascensor social funciona con mucha más lentitud.
Es el caso de Salou, con una economía muy orientada al turismo, donde el salto para esa misma franja de población durante el mismo período alcanzaba el percentil 46,25, frente al 70 de Ascó o el 59,07 de La Canonja, con un fuerte peso en este caso de la industria petroquímica.
«Pensamos -corrobora Joan Llort, de UGT- que la industria aporta un valor añadido que el sector servicios no aporta, y la prueba es que los países donde tienen poder industrial, los trabajadores tienen un mayor poder adquisitivo».
«Tenemos sobrada capacidad para ser un líder industrial, no solo en Catalunya, sino en toda España» Miquel Àngel Fúster, CEC
Mercè Puig, de CCOO, coincide: «Reindustrializar es importante porque es una ocupación estable y con salarios dignos, y esto es algo muy importante hoy en día. Además, estamos viviendo un momento de cambios en el que hemos de hacer transiciones en renovables, y la industria será central y necesaria para ello. Pensamos que la industria es muy importante, y que tenemos todo lo necesario para tener una industria fuerte y potente. Nos estamos jugando el futuro, y esto es algo que va muy rápido».
Para Miquel Àngel Fúster, del Col·legi d’Economistes de Catalunya, es indudable que «la industria genera puestos de trabajo de mayor remuneración, mejor cualificación y menor estacionalidad, y parece que las administraciones públicas han visto que la inversión en relocalización industrial es uno de los pilares de futuro, con una mayor sensibilidad para que en nuestro territorio la industria supere más del 20% del PIB».
«Tenemos que aprovechar nuestra ubicación y nuestro clima -prosigue Fúster-, pensando también en los puestos de trabajo de la gente que viene, porque indudablemente es mucho más agradable venir aquí que a una fábrica en medio de Siberia».
«Tendríamos que tener la posibilidad -defiende Fúster- de ser el próximo polo de crecimiento de Catalunya, porque el Camp de Tarragona tiene sobrada capacidad de ser uno de los líderes industriales, no solo de Catalunya, sino de toda España, aprovechando nuevos proyectos que han de venir, eliminando trabas burocráticas y haciendo que los procesos sean ágiles».