Este 14 de junio arranca en Catalunya una nueva edición de las Proves d’Accés a la Universitat (PAU), el paso ineludible para que otra promoción de jóvenes acceda a estudios superiores. Dos factores pesarán, superada la Selectividad, en las titulaciones que cursarán.
El primero es el sistema de notas de corte, donde la puntuación media obtenida a lo largo del Bachillerato, junto a los resultados de los exámenes que llevarán a cabo esta semana, dará una nota (hasta un máximo de 14 puntos) que marcará el grado de prioridad de cada alumno sobre los otros en el momento de matricularse en una carrera universitaria.
En el sistema implantado desde hace décadas en España, es ese expediente académico y los resultados de estos exámenes comunes lo que lo determina todo, a diferencia de otros sistemas universitarios de la Unión Europea donde, por ejemplo, hay pruebas de ingreso específicas para determinadas carreras, o no existen numerus clausus que limiten la cantidad de estudiantes que pueden matricularse en primer curso a un determinado grado, produciéndose la ‘criba’ tras los exámenes de los primeros semestres.
Depender de esos requisitos de puntuación para acceder a determinados grados universitarios es lo que lleva, en el sistema universitario español, a que los ‘planes B’ cobren aquí mucha más importancia que entre los jóvenes preuniversitarios de otros estados miembros de la UE. Así, no se trata de elegir con cuidado una carrera, sino también las segundas y terceras mejores alternativas.
«Más allá de lo que te puedan marcar los rankings, ha de haber vocación por lo que estudies: al final, si no, te frustrarás» (Marta Menescal, Spring Professional)
El segundo factor que sin duda pesa, y seguirá pesando, en la elección de una carrera u otra entre estos jóvenes es el del futuro mercado laboral y el grado de empleabilidad que tienen determinados títulos universitarios. Con una tasa de desempleo juvenil del 25,33% entre los catalanes menores de 25 años durante el primer trimestre de este 2022 (frente al 8,79% en la franja de edad entre los 25 y los 54 años, y el 9,41% por encima de los 55 años), el grado de empleabilidad que puedan tener los estudios que ocuparán, como mínimo, los próximos cuatro años de sus vidas, es un factor muy relevante.
Ciencias de la Salud se dispara
Contemplado desde esta doble perspectiva (las titulaciones más disputadas entre los estudiantes y las que cuentan con unas mayores perspectivas de empleabilidad), ¿cuáles son hoy las carreras más valoradas?
En el último Informe Infoempleo Adecco 2021: oferta y demanda de empleo en España, los estudios universitarios recuperaron posiciones entre la formación reglada más demandada en las ofertas de empleo de España, tras perder su hegemonía en el año 2020, en pleno estallido de la pandemia global de Covid-19. Con los datos de 2021 recopilados en este informe, más de un tercio de las ofertas de empleo cualificado que hubo el año pasado en España (un 36,42% de las ofertas publicadas) solicitaba contar con una titulación universitaria.
De ellas, la rama de Ciencias de la Salud acaparó un 46,96% de las ofertas, duplicando su peso sobre el conjunto (que en 2020 era del 24,14%). De nuevo la pandemia de Covid-19 explica este incremento, que en el caso de las titulaciones vinculadas a la rama de las Ciencias Sociales y Jurídicas experimentó un retroceso de casi 13 puntos, al pasar de un 41,68% en 2020 a un 28,92% en 2021. Con menor intensidad, la rama de Ingeniería y Arquitectura también vio recortado su peso en el conjunto de ofertas dirigidas a titulados universitarios, al retroceder de un 28,90% en 2020 a un 20,58% en 2021. Sin grandes cambios se mantuvieron, por último, las ramas de Ciencias y de Artes y Humanidades, con un 2,26% y un 1,27%, respectivamente, de las ofertas laborales para universitarios.
Trasladado a titulaciones concretas, este cambio (en gran parte, vinculado a la coyuntura de pandemia), disparó el peso de carreras como Medicina y Biomedicina, que de un 5,24% del total de las ofertas para titulados universitarios de 2020, pasaron a un 13,41% en 2021, mientras que Enfermería ocupaba la segunda posición del ranking, al pasar de un 6,85% a un 12,42%.
En tercera posición quedaba, y a mucha distancia, Administración y Dirección de Empresas, que de liderar el ranking de carreras con mayor oferta de empleo en 2020, con un 11,26% del total de la oferta, pasó a un 5,36%.
En buena lógica, las notas de corte para acceder a estas titulaciones fueron también muy elevadas en 2021, con un 13,146 (sobre un máximo de 14 puntos) para cursar Medicina en el campus del Hospital Clínic de la Universitat de Barcelona (UB), un 12,176 para Enfermería también en el campus del Hospital Clínic de la UB, o un 11,652 para Administración y Dirección de Empresas en la Universitat Pompeu Fabra (UPF).
Aunque no todo el mercado laboral de los universitarios está vinculado a titulaciones concretas. Un 32,15% de las ofertas de empleo que demandaban alguna titulación universitaria el pasado 2021 en España lo hizo sin especificar los estudios. Tener un título universitario era suficiente para entrar en el proceso de selección.
Decidir con información
¿Hasta qué punto deben pesar todos estos factores sobre las decisiones de carrera que tomarán en pocas semanas estos jóvenes cuando formalicen sus matrículas universitarias?
Alicia Linares Roger, miembro de la Comissió Consultiva de la Fundació Factor Humà, pedagoga y miembro de la Junta de Govern del Col·legi de Pedagogia de Catalunya, responde a la cuestión: «Lo primero que les diría a estos jóvenes es que es normal que tengan inquietud, porque [la elección de una carrera universitaria] es la primera decisión trascendente que tienen. Hay esta angustia y presión de acertar a la primera, que no tiene por qué ser así».
«Lo fundamental -explica esta pedagoga- es decidir con la máxima información posible, y esa información procederá esencialmente de dos lugares. La primera fuente de información son las personas de su entorno, entre los cuales los primeros son los padres y las madres, porque les conocen de hace mucho tiempo y les pueden dar feedback de qué les gusta y se les da bien, además de los profesores, que también pueden darles pistas».
«La Universidad más formal ha de existir, pero la parte práctica del mundo laboral es fundamental para desarrollar ‘soft skills’» (Alicia Linares Roger, Fundació Factor Humà)
«También -prosigue Alicia Linares- es aconsejable mirar en su entorno e identificar a personas que estén estudiando o trabajando en eso que quieren hacer, para hacerse una idea de cómo formarse. Les diría que investiguen mucho fuera».
«En segundo lugar -añade-, el otro consejo sería mirar en su interior, preguntándose qué les gusta y qué se les da bien: eso ha de pesar en su decisión». Y añade: «En muchos casos, estos jóvenes sienten una presión muy grande sobre si la carrera que están estudiando les hará empleables, pero serás empleable si eso te gusta y se te da bien».
Confrontada con los últimos rankings en los que figuran las titulaciones con más ofertas de empleo en el mercado laboral, esta profesional recuerda que «necesitaremos gente con una vertiente muy tecnológica, pero también carreras humanísticas. Lo que necesitamos son personas que hagan muy bien su trabajo, y serás muy buen profesional en la medida en que haces muy bien tu trabajo, porque te gusta mucho y piensas que ahí está tu encaje».
Marta Menescal, manager en Tarragona de Spring Professional, perteneciente al grupo Adecco y especializada en consultoría de selección para mandos intermedios y directivos, coincide con esa visión: «Ha de haber una cierta vocación. Más allá de lo que te puedan marcar los rankings, ha de haber vocación. Has de tener el plus de que aquello que estudies te motive, porque es a lo que te dedicarás toda la vida. Que te apasione lo que haces es importante porque, al final si no, te frustrarás».
¿Qué sucede cuando lo que a alguien le apasiona coincide con titulaciones que, a priori, quedan relegadas a las últimas posiciones en estos rankings de empleabilidad? ¿Y si la motivación es la Historia o la Filosofía?
«En el mundo de la empresa privada -concede Marta Menescal- nadie me pide un historiador. Eso no quita que alguien pueda hacer una de estas carreras y después cursar un máster más orientado a la empresa, como por ejemplo el análisis de datos».
Además, la empleabilidad y el progreso profesional precisan, de manera creciente, de otros elementos más allá de una titulación, con las soft skills (habilidades blandas) ganando centralidad, y con perfiles híbridos o duales en auge. «El talento que se buscará en el futuro -explica Alicia Linares Roger, de la Fundació Factor Humà- tendrá que tener forma de ‘T’ con dos barras descendentes. La parte horizontal de la ‘T’ define la capacidad de tener una visión muy transversal, con opinión y criterio sobre diferentes temáticas».
«Las dos barras descendentes -prosigue- responden a la ‘T’ que conocíamos hasta hace poco, que es la de profundizar en una temática, con el añadido hoy de que ya no se limita a una temática a fondo, sino a dos. Y de aquí vienen estos perfiles hibridados que estamos viendo cada vez más».
El riesgo de la ‘titulitis’
El fenómeno de los dobles grados y las dobles titulaciones, cada vez más frecuentes en la oferta formativa de las universidades, responde en buena parte a estas nuevas demandas del mercado laboral, con casos como el de Administración y Dirección de Empresas en simultaneidad con Derecho, ubicado ya en la cuarta posición de ese ranking de las titulaciones universitarias más demandadas en las ofertas de empleo.
También las carreras en inglés, en línea con la tendencia que se está dando en otros sistemas educativos universitarios de la Unión Europea, donde el inglés, dominante ya en la mayoría de los máster, lleva tiempo entrando con fuerza también en los grados.
«Si puedes cursar la carrera en inglés -reconoce Marta Menescal, de Spring Professional-, es un plus. Sigo encontrándome, en procesos de selección, con ingenieros químicos que tienen un inglés muy macarrónico. Si has sido capaz de cursar una carrera haciendo exámenes en inglés, oral o escrito, sin duda el nivel será suficientemente aceptable y satisfactorio». En cualquier caso, acompañar los estudios con un conocimiento de idiomas es hoy fundamental.
Alicia Linares Roger, de la Fundació Factor Humà, trata de quitarle dramatismo a estas primeras decisiones que marcarán las carreras profesionales de estos jóvenes: «Pensando en esos perfiles en ‘T’ con dos barras descendentes, la primera decisión que tomen no será tan trascendente, porque tendrán que seguir llenando la mochila formativa toda la vida, y volverán a la Universidad dos o tres veces más en su vida».
Esta pedagoga admite que el fenómeno al alza de los dobles grados «quizás responde a la ‘titulitis’, porque el grado, hoy, es como la diplomatura de antes, mientras que el grado con máster se asemeja a la antigua licenciatura, y tener un doble grado parece que sea algo más».
Quedan los intangibles. Con las PAU y las notas de corte en el horizonte, y un acceso al sistema universitario que parece fiarlo todo a hincar los codos en los apuntes y los libros de texto, ¿dónde quedan todas esas habilidades blandas (soft skills) que cada vez más condicionan la empleabilidad? La respuesta está en un contacto, cuanto más temprano mejor, con el mundo laboral.
«Cuando veo currículums de gente, a nivel de selección -explica Marta Menescal, de Spring Professional-, el hecho de que hayan coordinado un equipo de baloncesto femenino o que hayan trabajado en verano, para mí tiene mucho valor, y más en posiciones junior». Una carga lectiva abrumadora casa mal con crear esas oportunidades.
«Yo no soy muy fan de los dobles grados -añade Alicia Linares Roger, de la Fundació Factor Humà- porque me parecen algo excesivo cuando entras en la Universidad, que además te impide acercarte al mundo laboral».
«Tener menos carga lectiva -prosigue- te permite tiempo para socializar, que es algo muy importante en estas edades, para tu desarrollo personal, para la actividad física... y, después, para tener experiencias laborales que te dan aprendizajes que no tienes en la Universidad. Creo que la Universidad más formal ha de existir, pero la parte práctica del mundo laboral es fundamental para desarrollar soft skills ».
Los primeros grados universitarios duales, con la participación de empresas en el proceso formativo, están empezando a llegar, con ejemplos como el grado de Química que la Universitat Rovira i Virgili (URV) estrenó este curso 2021-2022, siendo la primera universidad del Estado en ofrecerlo. Mientras se despliegan y popularizan este tipo de grados, sin embargo, esos aprendizajes que proporciona el mundo laboral deben buscarse por otros caminos.
«Estaría muy bien -valora Alicia Linares Roger, de la Fundació Factor Humà- que cualquiera de esas experiencias laborales [mientras se cursan los estudios universitarios] estuviese relacionada con lo que estás estudiando, pero no debe ser solo eso: aprendes a hacer una entrevista de trabajo, a incorporarte a un nuevo entorno, a gestionar conflictos con los compañeros de trabajo...».
«Si la inquietud te mueve -concluye-, has de buscar. El futuro será de las personas inquietas. Pero tampoco nos hemos de volver locos. El tiempo de la Universidad es muy privilegiado, y sientas unas bases que te servirán toda la vida. Pero bajemos el nivel de trascendencia de la decisión: si pasado medio año te das cuenta de que eso no es, pues ya lo sabrás. Es el inicio de un camino, donde lo que cuenta es el concepto de learnability. Es decir, la capacidad de estar en constante aprendizaje».