Küppers: «¿Quiere vivir con alegría? La forma más fácil es ser amable»

Más de mil cien personas llenaron ayer el Palau de Cogressos para escuchar al afamado conferenciante ofrecer sus ideas sobre lo que necesitamos para vivir mejor

27 noviembre 2024 23:35 | Actualizado a 28 noviembre 2024 09:17
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Si era de los que nunca habían escuchado hablar de Victor Küppers y estuvo ayer en el Palau de Congressos enseguida se habrá dado cuenta de que estaba en minoría. Bastaba con hacer una pequeña encuesta para saber que la mayoría de las más de mil cien personas que se acercaron a escucharle sabían a lo que iban.

El público era de lo más variado, estaban desde Aarón, un estudiante de derecho de 18 años que aseguraba que los vídeos de Küppers habían cambiado su perspectiva en algunos aspectos de su vida, hasta Gemma, empresaria, que agradecía la sencillez «con la explica cosas que realmente te resuenan».

El acto, organizado por el Diari de Tarragona, contaba con el patrocinio de The British School of Costa Daurada, Royal Tarraco, Asisa y Balañá Eguía y entre los asistentes había trabajadores de Recursos Humanos, médicos, arquitectos, chóferes... Personas que fueron con la pareja, con los amigos, con los compañeros de trabajo... Antes de comenzar muchos se turnaban para tratar de saludarle y hacerse una foto.

Distinguir los dramas

Victor Kúppers es licenciado en Administración y Dirección de Empresas y Doctor en Humanidades y si por algo se distingue su discurso es por dar ideas bien masticadas, que no dejan lugar a equívocos. No se trata, aseguraba de un discurso más de los que prometen ‘si quieres puedes’ porque, reconocía, «la vida a veces es insoportable».

Es por ello que, de entrada, invitaba a clasificar los problemas en dos tipos: los dramas y los que no lo son. La lista de los primeros, aseguraba, es bastante acotada e incluye hechos realmente dolorosos como pérdida de un ser querido, enfermedades graves o rupturas.

A partir de aquí comenzaba a desgranar la lista de los aspectos que, según la psicología positiva, comparten las personas «que van por la vida de buen humor».

Lo primero es la serenidad y la proactividad. No se trata de no quejarse: «la indignación es necesaria, pro el desahogo tiene que durar un tiempo razonable». Y a partir de allí lo que toca es preguntarse qué es lo que realmente está en nuestras manos.

La siguiente recomendación es relativizar los problemas. Para ello volvía a las categorías: los dramas y los problemas a resolver. «Si te estás cinco minutos en una oficina de empleo seguramente no te quejes porque la impresora se te ha estropeado».

Otra clave es ser agradecido, Küppers invitaba a preguntarse ¿Qué hay de fantástico en mi vida? «Todos tenemos una lista de diez cosas que nos van bien. Y ponía el ejemplo de un hombre que se encontró en Barcelona (la charla estaba llena de ejemplos de este tipo) tomando café de espaldas a la iglesia de la Sagrada Familia, ajeno a la cantidad de kilómetros que cada día hacen infinidad de turistas para contemplarla.

Invitaba, además, a ponerse ilusiones. Citaba que algunos estudios que demuestran que las personas están de peor ánimo los viernes que los domingos. Todo tiene que ver, decía, con la anticipación. Pero esa misma anticipación, explicaba, puede ayudarnos a planear cosas que nos gustan y disfrutar con el proceso.

En su lista incluía también la necesidad de cuidarse y de «desenchufar». Es suficiente con cosas sencillas, como leer una novela o caminar 30 minutos.

En la misma lista de gestos simples estaba escuchar música «yo tengo una lista de reproducción de 110 canciones», contaba entre risas.

Y, como no, no podía faltar el cultivar el sentido del humor e invitaba a que si había empresarios en la sala, pagaran una prima a los empleados que tienen buen humor por su contribución demostrada al buen clima de trabajo.

La siguiente clave era la compasión, que resumía con dos conceptos: empatía y ganas de ayudar. Podría consistir en algo como hacer un voluntariado «que te demuestra lo mejor de ti» o, simplemente, escuchar a alguien.

Pero si hay algo que, aseguraba, no hay que perder de vista, es cuidar lo más importante que tenemos: padres, hijos, parejas, hermanos... Aquí, de nuevo, una idea simple: «Las relaciones se cuidan con cariño y tiempo. Una relación sin cariño y tiempo se muere», insistía.

Y llamaba a «tratar de ser buena persona», así de simple. «Piensa en un profesor, en un jefe que has tenido. ¿Con cuál te quedarías?... Lo que les hace extraordinarios es su calidad humana... La ciencia nos dice que cuando intentas se buena persona te sientes mejor».

Para terminar, aseguraba que de toda esta lista lo más importante era la amabilidad. «¿Quieres vivir con alegría? La forma más rápida, fácil y eficaz es ser amable con todo el mundo».

En resumen, una lección contada con sencillez y humor. Al terminar había quien sentía que estaba descubriendo algo nuevo y otros a quienes ya les sonaba la canción: «se parece a las cosas que dice mi abuela», comentaba una joven.

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