Del SUV al LAV: el plan de rearme europeo abre una alternativa para la automoción

La industria de defensa se postula como una posibilidad para un sector en crisis, blanco de la guerra comercial desatada por EEUU

07 abril 2025 11:40 | Actualizado a 07 abril 2025 16:45
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Del SUV al LAV. De vender vehículos utilitarios deportivos (Sport Utility Vehicles) a fabricar vehículos blindados ligeros (Light Armoured Vehicles). Es una de las alternativas que tiene la industria europea de automoción (y, especialmente, su industria auxiliar) para no seguir hundiéndose en una crisis de competitividad profunda, incapaz de hacer frente a la competencia de los fabricantes chinos y sin una estrategia clara en su transición hacia el vehículo eléctrico.

La entrada en vigor, el 3 de abril, de un arancel del 25% sobre la importación de vehículos en los EEUU -uno de los principales mercados de la industria del automóvil de la UE-, al que se añadirán a partir del 3 de mayo también componentes de automoción, añade tensión e incertidumbre a este sector.

La escalada de la guerra comercial mundial declarada el 2 de abril por Donald Trump, presidente de los EEUU, en su ‘Día de la Liberación’ (con aranceles generales del 10% para todo el mundo y del 20% para la Unión Europea), implica no solo una losa en las exportaciones de la UE, sino también un aumento de la presión por parte de los fabricantes asiáticos (China afronta, si nada cambia, aranceles generales en EEUU del 54%), que con mucha probabilidad canalizarán, con importantes descuentos, su exceso de producción hacia mercados como el europeo.

En este contexto, y al margen de los planes específicos de apoyo a la industria de automoción (European Automotive Industry Action Plan, presentado el pasado marzo), la importante estrategia europea de rearme, con el plan ReArm Europe Plan / Readiness 2030, mediante el cual la Comisión Europea quiere movilizar hasta 800.000 millones de euros para invertir en industria de defensa, emerge como una opción para este sector en horas bajas.

Los primeros ejemplos llegan desde Alemania, con un sector industrial especialmente tocado a consecuencia del ‘suicidio energético alemán’, que promovió el cierre de todas sus centrales nucleares fiándolo todo a un gas ruso que de un día para otro dejó de llegar. Casos como el de la empresa armamentística alemana Rheinmetall, dispuesta a adquirir una planta de Volkswagen en Osnabrück (Alemania) amenazada de cierre para reconvertirla en una fábrica de vehículos militares, empiezan a ser analizados seriamente por el sector de automoción europeo.

También por su industria auxiliar. Sernauto, la patronal española de fabricantes de componentes para automoción, reflexionaba recientemente sobre ello en las conclusiones de la jornada Tecnología Made in Spain: Camino hacia la autonomía estratégica. Aunque se trata de un análisis que todavía están elaborando, en esa jornada ya se verbalizó que «dentro de la demanda de defensa hay tecnología, procesos o utilización de plantas con una baja actividad» en los que esta industria auxiliar puede tener bastante que aportar.

«Podemos estar ante el acontecimiento más importante en política comercial internacional desde finales de los años 70» (Oriol Montanyà., UPF-BSM)

Las perspectivas de crecimiento de la industria de defensa europea, especialmente comparadas con el retroceso experimentado por la industria de automoción, convierten en muy relevante el análisis.

Porque, para alguien que fabrica componentes para fabricantes de automóviles como Stellantis (cuyas acciones en Bolsa se habían depreciado el viernes 4 de abril un 64,97% en los últimos doce meses), Volkswagen (-40,53% en el último año), BMW (-40,71%) o Mercedes-Benz (-34,81%), diversificar sus clientes con empresas del sector de la defensa como Rheinmetall (+137,62% en el último año), Saab (que, con un crecimiento anual del 58,08% se dedica hoy en exclusiva a la defensa) o Dassault Aviation (+35,96%) pueden ser una buena fórmula para mantener su actividad.

La idea de fondo es que, al final, un cable es un cable, una llanta es una llanta; se monten en un SUV o en un LAV. ¿Veremos a la industria de defensa europea tirar de la auxiliar de automoción y dar una segunda vida a las plantas de automóviles (y sus trabajadores) amenazadas de cierre? ¿Vendrán al rescate de esas plantas fabricantes chinos que busquen esquivar los aranceles europeos?

Oriol Montanyà, director del Máster en Supply Chain Management de la UPF-BSM, pone contexto en un momento en el que la escalada hacia una guerra comercial global está más cerca que nunca. «Creo que podemos estar ante el acontecimiento más importante en política comercial internacional -explica- desde finales de los años 70 del siglo pasado, cuando China cambia su política económica y se abre al mundo, coincidiendo con la consolidación del uso del contenedor marítimo, que hace que el transporte de mercancías en barco sea muy barato, impulsando la globalización».

Globalización fragmentada

«Ahora nos encontramos con que otra gran potencia -prosigue Oriol Montanyà-, los EEUU, anuncian un cambio hacia una política comercial proteccionista, que se suma a cierta crisis de las cadenas de suministro globales que arrastramos desde la pandemia. Veremos una fragmentación de la globalización, con cuatro o cinco escenarios distintos, que llevará a rediseñar las cadenas de suministro de materias primas, fabricación y distribución».

La posible reconversión de una parte del sector de la automoción hacia la industria de defensa «entra en cierta lógica», admite Oriol Montanyà, aunque «lo que sí que no es anecdótico ni pasajero es la crisis de la automoción en Europa, que es el punto más preocupante. Hay una crisis de la demanda, que se está estancando, y después un gran desconcierto por qué tipo de vehículos hay que fabricar».

«En EEUU, las industrias de defensa están integradas dentro del concepto industrial, en grande; pero aquí parece que se escondan» (Xavier Ferrer, CEC)

«Desde la Unión Europea se ha empujado a los fabricantes europeos hacia el vehículo eléctrico -prosigue este profesor de la UPF-BSM-, pero la demanda no está acompañando y el modelo entra en crisis; a diferencia de China, donde se ha puesto el foco en la infraestructura pública y la demanda. Si el sector [de la automoción europea] entra en crisis y pasan a fabricar armamento, eso es una consecuencia. Lo que hace falta es un plan sobre cómo ha de transitar la automoción en Europa, tanto en infraestructura como en incentivos claros de la demanda».

Xavier Ferrer, presidente de la Comissió d’Economia Internacional i Unió Europea del Col·legi d’Economistes de Catalunya (CEC), coincide en que «Donald Trump ha aplicado todo lo que dijo en campaña que haría: ha conmocionado las políticas europeas, cuando sin escrúpulos apoya a Rusia y nos dice que se ha terminado depender de los EEUU [para nuestra defensa]. Rompe un equilibrio de 80 años, y de ahí surge el concepto de rearmar Europa».

«Todo esto -prosigue Xavier Ferrer- se mezcla con mejorar la competitividad. Dado que la automoción en Alemania está en crisis, porque no ha sabido adaptarse al coche eléctrico chino y con aranceles, la situación es compleja».

Romper el tabú

«Hablamos -añade este economista- de 150.000 millones de euros con deuda comunitaria y de 650.000 millones que han de generar los estados miembros de la UE para el plan de rearme europeo. Y eso solo puede salir de liberar el Pacto de Estabilidad y generar más déficit, o de llevar a cabo menos inversiones en otros sectores del Estado del Bienestar. O, también, que el BEI (Banco Europeo de Inversiones) adapte líneas hacia la industria de defensa».

Su recomendación es «que la UE haga lo que ya se hace en los EEUU desde hace tiempo: que las industrias de defensa están integradas dentro del concepto industrial, en grande. Pero aquí parece que se escondan. Internet o el GPS salen de la industria de defensa. La idea es que no fuese tabú y que la ciudadanía lo aceptase».

«Este impulso industrial -razona Xavier Ferrer- puede hacer que líneas que están en el sector de la automoción puedan fabricar piezas para armamento, haciendo que no solo otorgues esa capacidad de industria militar a las grandes empresas, sino que se trabaje con pymes para cilindros, ruedas... Estamos en un momento en el que los gobiernos han perdido un poco el miedo, y eso es algo que incluso se puede publicitar».

«El problema -concluye Xavier Ferrer- es que en la UE hay 27 estados. La suma de lo que gasta la UE en Defensa es mucho más de lo que gasta Rusia y más de lo que gasta China. Si fuésemos capaces de hacer una política de Defensa común, no haría falta invertir más de lo que ya se invierte. Más que rearmar Europa, lo que se está debatiendo es cómo hacer una política común de Defensa, que todavía se lleva desde los estados».

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