Cuenta Gerard Isern, mentor, coach y asesor personal y de equipos, que «parece que el teletrabajo ha venido para quedarse... otra cosa es que nos lo quedemos de forma aceptada o forzada». Isern fue el ponente invitado en la última edición del ciclo de jornadas ‘Bon dia Tarragona’, organizado por la Cambra de Comerç de Tarragona en formato remoto, a través de la plataforma Zoom, y titulada en esta ocasión Teletreball efectiu.
Muchos son quienes, con la experiencia de la Gran Reclusión, tuvieron su primer contacto con una forma de trabajo que para nada es nueva, pero que sin duda había sido mucho más minoritaria de lo que es y presumiblemente será a partir de ahora. Mejor o peor, hemos teletrabajado. Pero... ¿hemos teletrabajado bien? Es decir, ¿con efectividad? ¿Podemos mejorarlo?
De todo ello habló Isern en su intervención. La primera pregunta que planteó: «¿Trabajamos igual en casa que en la oficina? La respuesta debería ser que no». El tópico dice que ni mejor ni peor. Que diferente. Y así es. Con el añadido de que, bien llevado, el teletrabajo puede llegar a ser incluso mejor. O más efectivo, si ese es nuestro enfoque. «Con flexibilidad horaria -asegura este profesional- se puede ganar un 13% de efectividad en la empresa».
Estas son algunas de las pautas que Gerard Isern propone para lograr un teletrabajo más efectivo.
1) Objetivos
«Hasta febrero de 2020, la realidad en muchas empresas se remitía a la frase hecha que dice que ‘el ojo del amo engorda el ganado’», explica Gerard Isern. Es decir, presencialismo. Echarle horas: se sabe a la hora que se entra pero no a la que se sale, las reuniones empiezan a la hora prevista pero acaban cuando acaban...
Durante la Gran Reclusión, muchas personas trasladaron estas prácticas hasta sus domicilios. Jornadas maratonianas, siempre disponibles, con sesiones encadenadas e interminables de Zoom, Google Meets y Microsoft Teams. Error. Lo era en la oficina y lo es todavía más teletrabajando. Salvando que «en el norte de Europa nadie entiende que hacer una jornada de 12 horas sea estar muy comprometido, sino que seguramente no eres capaz de hacer tu trabajo correctamente», trabajar por objetivos y metas es una necesidad cuando se teletrabaja.
Gerard Isern lo ejemplifica: «Pongamos que nos encontramos en 1820, 200 años atrás, y que somos leñadores. ¿Por qué cobraremos? ¿Por los árboles que talemos o por los golpes de hacha que demos? Si traído al año 2020 no tenemos claro cuántos y qué árboles hemos de cortar cada semana en nuestra empresa, es que no trabajamos por objetivos. Estaremos dando golpes a los árboles sin más, y eso cansa y desmotiva muchísimo».
2) Métricas
Una agenda lo resiste todo. Pero al terminar la semana hay que sincerarse, y ver cuánto de lo que habíamos fijado como objetivos se ha conseguido. «No realizar un seguimiento del desempeño -añade Isern- es un error».
3) Asincronía
Teletrabajar es flexibilizar. El teletrabajo es esencialmente asíncrono, con momentos sincronizados con el resto de compañeros. Que la mayor parte del tiempo estemos trabajando de forma asíncrona en nuestros objetivos no significa, sin embargo, que no deba haber coordinación con el resto, y eso solo puede lograrse con una comunicación que cuente con unos protocolos que se respeten.
De lo contrario caeremos, también en un entorno de teletrabajo, en la repetición de las malas prácticas que se dan en la oficina. Entre ellas, los ladrones del tiempo y el famoso ‘¿tienes un momento, que son solo cinco minutos?’.
4) Entorno
«No se trata de copiar y pegar en casa lo que hacemos en la oficina, sino de adaptarlo», explica Isern, pero tampoco se trata de hacer en casa cosas que nunca harías en la oficina. «Hay que tener un buen entorno físico de teletrabajo en casa, separado en lo posible del resto, mirando de que sea lo más limpio posible y con una dedicación exclusiva al teletrabajo. Eso nos facilitará respetar unos horarios, tanto de inicio de jornada como de final».