Tiene este año algo de proeza mayor la llegada del Día del Libro. Algo como de conquista trabajada, milagrosa quizá. No es un día más, por mucho que todos los días conmemorados oficialmente arrastren un fondo de justicia o una intención de reparo. Pero celebrar el libro tiene hoy un alcance mayor. Después de todo, de la amenaza de la desaparición del papel y del encarecimiento del papel, de la pandemia y de las abundancias de Netflix, el libro, esa forma momentánea de renuncia, de bajarnos un ratito de todos los sometimientos, resiste y, lo más importante, prevalece a los desprecios. Aguanta el libro y lo hace la poesía, que es lo mismo que decir que a las personas aún se nos sigue suponiendo lo humano, que tenemos necesidad de otras gentes, que buscamos el asombro desde la comunicación.
Estos libros de poemas que ahora proponemos quizá no sean los más solicitados en Sant Jordi, no habrá forcejeos por llevarse un ejemplar, pero sí que harán de esta fiesta un día con resaca de eternidad. Vamos a por ellos.
La editoral Navona acaba de publicar una extraordinaria edición de la poesía completa de Sylvia Plath, quizá la poeta que más poetas ha generado y que más rebelión ha suscitado. No hay persona que empiece a escribir versos que no repare en los de este icono, no hay feminismo hondo que no haya encontrado aliento y respuestas en sus desgarros y en los poemas de ‘Ariel’, por ejemplo. Bajo el título ‘Di mi nombre’, con traducción de Xoán Abeleira, podemos volver a la obra de esta poeta universal, que oscila desde la plenitud más apaciguadora a las espesas sombras de la existencia. En un poema cercano a este día de hoy, «18 de abril» escribe: “Un futuro se perdió ayer / tan fácil e irremediablemente / como un partido de tenis al anochecer». El poder de sus imagines sigue abriendo caminos por los que dar con algo que quizá no sea futuro, pero sí autenticidad, vida.
Otra novedad liderada por un clásico es el libro ‘Sonetos del portugués’, de la poeta británica Elizabeth Barrett Browning. Si tras Sant Jordi el lector tiene la suerte de gozar de unos días de vacaciones, o quiere planear una escapada para esta primavera, desde aquí le sugerimos un plan: viajar a Florencia para seguir sus pasos. Mucho mejor llegar hasta allí en busca de Elizabeth que de David. En la ciudad italiana vivió su amor con el señor Browning, historia recogida en estos poemas, y allí falleció este nombre fundamental de la literatura inglesa, a la que podemos colocar a la altura de Shakespeare o Keats, y cuya vida cambió para siempre a los quince años tras sufrir una caída de la que ya nunca se recuperó del todo. En la introducción de este libro editado por Austral, la poeta Aitana Monzón recuerda como la autora inglesa se definía así misma como «la Homero femenina». Y no exageraba demasiado. «Estoy a salvo, soy fuerte y alegre», apunta en el soneto 27.
Fuertes y esperanzadores son también los poemas que Inês Branco, programadora del Festival de Cine de Lisboa y Sintra, recoge en la antología ‘El silencio que grita’, publicados por la editorial Acedia, sello creado por ella misma. El libro recoge los textos de presos de la cárcel José León Suarez de la provincia de San Martín, en Buenos Aire; poemas llenos de buena precipitación, de prisas y angustias, y, por qué no, de paz. De consuelo. Con prólogo de J. M. Coetzee, la antología devuelve la poesía a uno de sus sitios más naturales, los gaznates que gritan para dentro.
Y el último libro que propongo para este día necesariamente luminoso es ‘Otro cielo’ (Espasa) del poeta navarro Hasier Larretxea. Este nuevo título agranda el curso de su poética de indagación, ética, sanadora, que dialoga con la naturaleza más íntima y con nuestra realidad más pop y actual para romper las estrecheces humanas: «Llegará el día / en el que no seremos / nada más que / el reflejo / del sonido invertido / el hilo de voz / que nadie / llegará a escuchar». Otro silencio que grita. Otra verdad necesaria para detener el tiempo y celebrarlo de otra manera.