Con la mirada puesta en el reencuentro entre el arte y el territorio, la artista Marta Ricart Masip (Solsona) inició, hace cuatro años, el proyecto de creación de Scala Terrae en la Cartoixa d’Escaladei, una propuesta de artes visuales que devuelve el valor al lugar y a la materia, reemprendiendo y actualizando un lenguaje de creación antiguo. «La iniciativa tiene su origen en la invitación que recibí de la Associació Addend en el marco del proyecto Priorat en Persona Arts Visuals que, inspirándose en la propuesta Priorat en Persona, diccionario literario del Priorat, invita a artistas a crear una relación y una interpretación de algún elemento del territorio», explica Marta Ricart.
«No son ni piezas, ni obras. Lo que presento en la Cartoixa d’Escaladei son tres elementos: un arco invertido, una escalera de bajada y una gama cromática de colores locales, que se integran de nuevo en el lugar, con la intención de aportar movimiento y abrirlo», explica la artista, para quien el arte «tiene una función integradora, más allá de la estética».
Durante el proceso de creación, Marta Ricart ha trabajado in situ en el Priorat. «Han sido cuatro años en los que he visitado el territorio, caminado, escuchado, hablado con vecinos y vecinas… Y en el transcurso, me acompañó Montserrat Domingo, monja de la Serra de Montsant», recuerda Ricart, cuyo agradecimiento también se extiende a Montserrat Cortadellas, Francesc Vidal, Roser Vernet, Marta de Rialp, Laura Frasquet, Josep Palet, Roger Guinau, Josep de Rialp, Pep Divins, Jordi Vilar, Anna del Valle, Josefina Martí, Joma Rius, Rafel Rodell, Josep Papaseit, Jaume Plans, Carles Quevedo, Roser Melero, El Boixet, Ajuntament de Solsona y M. Elena Morató.
Los elementos
A diferencia del histórico arco del recinto de la Cartoixa d’Escaladei, «que tiene una función protectora, mi arco invertido se convierte en un balancín, en un movimiento que mece, representando la espera a que ocurra alguna cosa, mirando hacia la Serra de Montsant», explica la artista.
En cuanto a la escalera de bajada y no de subida, Marta Ricart describe que «es de arcilla y en el proceso de creación me ayudó el alfarero Josep Papaseit de Miravet, para conseguir, técnicamente y con el paso del tiempo, que el elemento se desintegre para ser absorbido y devuelto a la tierra; y por ello la arcilla no está cocida, para que la escalera no quede fijada y siga su proceso».
En el último elemento, un color-tono, «una serie de gammas cromáticas (realizadas con plantas tintóreas locales) generan tonos específicos que emergen del propio lugar y que, dependiendo de la posición y la relación que tienen con la luz y con los colores adyacentes, generan un tono diferente (equivaliendo a una tonalidad musical)». «Quería mostrar cómo se transforma el color cuando entra en contacto con algún elemento, una interrelación fascinante porque de un solo elemento puedes obtener otros muchos», afirma Marta Ricart, a quien el desarrollo de Scala Terrae le ha traído recuerdos de la infancia. «Cuando tenía nueve años pedí a mi familia que me llevara a la Cartoixa d’Escaladei para poder situarme debajo de los arcos», explica.
Con el lugar y para el lugar
«Scala Terrae forma parte de un trabajo más amplio de búsqueda y conocimiento centrado en los lugares y las personas, es decir, una propuesta de creación realizada con el lugar y para el lugar», expresa la artista, quien destaca que «el Priorat es una de las zonas de Catalunya que todavía conserva su autenticidad». Así, sobre la influencia que en ella tiene el territorio, Marta Ricart dice que «los artistas que tenemos este método de trabajo, experimentamos procesos de reconocimiento y transformación, a la vez que convierte los elementos en únicos. Así empieza el camino para entender el arte de otra manera». Un compañero de viaje para toda la vida.