Roberto Villarreal: «La promoción de la Tarragona romana debe ser prioritaria»

El periodista y escritor publica con Roca Editorial ‘El Proyecto Escipión’, un thriller histórico en el que la ciudad es un personaje más

14 abril 2022 17:30 | Actualizado a 17 abril 2022 08:02
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Una serie de escalofriantes crímenes se producen en los vestigios de la Tarraco romana. Ejecutados bajo el mismo patrón, cada cadáver es cuidadosamente depositado en un monumento romano, desde el Pont del Diable a la Vil·la romana dels Munts. En este contexto, un policía local sin experiencia comenzará a indagar, en lo que parecen imitaciones de los duros castigos que los antiguos romanos empleaban contra los malhechores en el Siglo I. Se trata de la trama de El Proyecto Escipión (Roca Editorial), la última novela de Roberto Villarreal, un thriller histórico donde Tarragona es un personaje más. Roberto Villarreal es un escritor y periodista nacido en Eibar (Guipúzcoa) que, entre otros cargos, fue director de este ‘Diari’.

¿Todas las víctimas merecían morir?
No es un alegato de la pena de muerte porque es una cuestión muy delicada. Me interesaba explorar la evolución de los códigos morales, cómo han cambiado tan radicalmente desde el tiempo de Roma a nuestros días. Cómo el concepto del bien y del mal, históricamente va girando. En parte también eso te hace reflexionar sobre lo políticamente correcto. Y algunas de las civilizaciones antiguas más esplendorosas de la historia tenían unos códigos muy severos a la hora de impartir justicia y ese concepto del ojo por ojo está muy latente.

‘El proyecto Escipión’ deja un marcado reguero de sangre.
Siempre he sentido mucha atracción por el patrimonio romano y cuando llegué a Tarragona fue un impacto muy fuerte, especialmente ese reino subterráneo debajo de la ciudad moderna. A partir de ahí, cayó en mis manos un estudio sobre los castigos que los romanos aplicaban a los delincuentes y me planteé qué pasaría si alguien hiciera justicia a la romana.

 

 

¿Justicia o venganza?
Justicia porque los hechos de la novela están basados en cómo los romanos aplicaban los códigos penales. Y los pecados no han cambiado tanto. Ellos tenían muchos castigos en relación a la cosa pública, motines militares, corrupción o los delitos sexuales.

Que usted recoge.
Pero no es una cuestión de morbo. Bajo mi punto de vista son delitos muy graves y a veces incluso en la sociedad presente se dan casos en que la reinserción o los terceros grados quizás no funcionan como deberían funcionar y a mí me resulta muy doloroso tanto la violencia doméstica como los violadores reincidentes. Igual es porque soy vasco y los códigos morales nos los imprimen a fuego.

 

«Normalmente tenemos la visión de que los jóvenes tienen pocos principios. Y me interesaba decir justo lo contrario»

¿Es una crítica a la justicia? Se dice que entran por una puerta y salen por otra.
Cualquier persona y más los periodistas que hemos tenido trato con las fuerzas de seguridad del Estado, nos damos cuenta de que para algunas cosas están atados de manos y pies. Efectivamente, entran por una puerta y salen por otra mientras se acumulan antecedentes. Lógicamente, los jueces probablemente ejercen bien la legislación, pero las leyes en algún momento hay que revisarlas para que estén acorde a los delitos de cada tiempo.

Su policía, Néstor Azcona, no está muy en forma...
No, no es precisamente 007. En este sentido, quería reflejar el viaje evolutivo. Él empieza de una manera y la situación lo va reforzando, no tanto físicamente, que no es el caso, pero sí que va madurando a marchas forzadas. Y al hilo de eso, todo el equipo de investigación.

Peculiar.
Son inadaptados. Parece que nuestro tiempo tiende a estandarizar, a que seamos diplomáticos y educados. Hace 20 o 30 años en las redacciones de los periódicos siempre había algún excéntrico y algunos de estos personajes están inspirados en este tipo de perfiles diferentes, personalidades que van por un camino muy distinto a lo que marca la sociedad y eso me interesaba.

 

«Roma era un pueblo extremadamente civilizado, pero a la vez, brutal. Me llama la atención la cantidad de castigos que aplicaban»

Algunos de sus protagonistas son muy jóvenes.
Normalmente tenemos la visión de que los jóvenes tienen pocos principios. Me da la sensación de que esta es una visión distorsionada y en este caso me interesaba decir justo lo contrario. ¿Y si esta generación que viene tuviese unos códigos de nobleza, de honor, de hacer las cosas por los demás, unos principios muy sólidos? De alguna manera, vuelco en ellos todos los valores que a mí me gustaría ver en jóvenes y también en adultos.

De entre todos los castigos que mencionaba, ¿hubo alguno que le sorprendió?
Era un pueblo extremadamente civilizado, pero a la vez, tremendamente brutal. Para ellos era importante el sentido del honor, la pertenencia a una comunidad y el respeto a los antepasados. Sí que me llama la atención la variedad de castigos, desmembraciones, crucifixiones, decapitaciones... Después se arrastraba el cuerpo por las calles, para humillar la memoria del ajusticiado. Estaban muy a la altura de los pueblos contra los que luchaban. Y si algún romano caía en sus manos, tampoco vivía un camino de rosas.

 

«Los jueces ejercen bien la legislación, pero las leyes, en algún momento hay que revisarlas para que estén acorde a los tiempos»

Es un thriller, pero al mismo tiempo un escaparate de la ciudad.
Tarragona es un personaje más. Desde el principio tenía la voluntad de rendir un modesto homenaje a la riqueza patrimonial de una ciudad muy desconocida. Al ser de fuera, he ido descubriendo muchas historias y quizás los tarraconenses, como lo tienen tan cerca, carecen de ese sentido de acercarse a descubrirlo.

¿Por qué cuesta tanto visibilizarla?

Creo que no se le termina de dar el impulso necesario. Es decir, es de una riqueza impresionante, pero es como si fuese siempre un segundo plato. Entiendo que no hay dinero para todo, pero si tienes que establecer unas prioridades, la promoción de la Tarragona en todas sus vertientes, desde el festival de reconstrucción histórica o las restauraciones de elementos, todo debe estar en perfecto estado de revista. Esto para mí es una de las grandes prioridades. Recuperar y dar vida a todos los espacios.

¿Una programación romana estable a lo largo de todo el año, al estilo de Tarraco Viva?
Claro que sí. Tenemos el ejemplo de Toledo, el Puy Du Fou, un macroparque temático histórico que está siendo un éxito.

Ha incluido personajes reales con nombre y apellidos. ¿Tiene algún ‘feedback’?
Son personas que conozco bien y con las que tengo amistad. Precisamente estos días los voy a visitar para llevarles el libro.

¿No lo van a crucificar?
Nunca se sabe. Pero está hecho con mucho cariño porque son personas a las que quiero mucho.

Y además de la Tarraco romana, plantea situaciones contemporáneas como el top manta o el tráfico de drogas.
Efectivamente. También la inmigración, cómo respondemos ante lo diferente, el mestizaje, la corrupción política o las redes de pederastia y proxenetismo.

Si su cadáver tuviera que aparecer en alguno de los monumentos. ¿Cuál escogería?
Me interesan los lugares donde se da la unión entre el presente y el más allá. Entonces, en Tarragona, una de las zonas más desconocidas y sagradas es la Necrópolis, con tumbas de hace 2.000 años. Si tuviera que elegir, escogería una de las criptas de la Necrópolis. Es el mausoleo total, de ahí ya no puedes mejorar.

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