La riqueza de la diversidad, las verdades interiores, las normalidades cuotidianas y la luz interior es lo que ha inspirado al bailarín y coreógrafo Roberto Olivan (Tortosa) para crear GOLD, su último espectáculo y que ha estrenado recientemente en el Mercat de les Flors de Barcelona, después de llevar a cabo una residencia artística, el pasado marzo, en el Teatre Auditori Felip Pedrell de Tortosa y ensayos abiertos en el Obrador Espai de Creació de Deltebre.
Con esta nueva creación, el coreógrafo ha superado el reto de producir un espectáculo pensado para todos los públicos, es decir, también dirigido al público joven. Para ello, explica, «hice un análisis desde la perspectiva de un adolescente, por lo que la producción me ha abierto una ventana nueva en el ámbito de la creación».
Encima del escenario confluyen cuatro bailarines que a su vez son el reflejo de la diversidad de la sociedad: una bailarina de raíces gitanas, Encarni Sánchez; un bailarín con acondroplasia, Ilies Benyahya-Ounich; una bailarina cuya carreta profesional acaba de empezar, María Arronis; y Roberto Olivan, con todo su bagaje, trayectoria y edad.
«La selección de cada uno de ellos responde a una realidad social diversa, así como un ejemplo de los valores interiores que todos tenemos y que son más importantes que aquello que brilla en las redes sociales, que a veces no es lo más esencial», asegura el coreógrafo.
Razón por la que ha bautizado a este espectáculo con el nombre de GOLD, «una invitación a la convivencia, la tolerancia, la diversidad y la aceptación de uno mismo». Y es a través del movimiento del cuerpo que la fragilidad se convierte en fuerza escénica.
«Al principio de cada proyecto, siempre escribo un concepto que comparto con los intérpretes, así todo lo que comentamos en las conversaciones de creación, sobre esta cuestión, es lo que para mí es valioso y lo que debemos transmitir en el escenario», afirma Roberto Olivan. Añade que «para los cuatro, además de un aprendizaje, el espectáculo GOLD ha significado un proceso físico, como en el caso del joven con acondroplasia, un ejemplo de que hoy en día muchas personas luchan por querer ser lo que desean hacer en la vida». Asimismo, las conversaciones creativas han contribuido a «sacar a la luz el estilo de cada uno de los bailarines», ya que Roberto Olivan se basa «en la personalidad de cada intérprete, en la manera en la que ven el mundo, más allá de su nivel técnico, es decir, me centro en saber quién hay detrás de cada coraza».
De este modo, sale a la luz el verdadero motivo por el cual quieren estar en escena y la diferencia entre querer y saber estar en el escenario, porque, en palabras del bailarín, «querer es imprescindible, porque saber estar es lo que se aprende». Añade que «lo más importante es querer con mayúsculas, ya que al final es lo que marca la diferencia entre quienes son los artistas de verdad».
Una de las fuentes de inspiración de GOLD ha sido la música, a cargo de Icarus vs Muzak ensemble, un grupo formado por tres percusionistas y un cuarto músico en la guitarra y el bouzouki. En concreto, la fuente de inspiración son las historias del poema hindú Mahabharata, de la mano de la música original del compositor Riccardo Nova. «Ha creado una composición con percusión y base electrónica, inspirada en este verso antiguo que dice que hoy en día vivimos el inicio de una era hacia la decadencia humana». En este sentido, el coreógrafo tortosino lamenta que «socialmente hablando, no vivimos uno de los mejores momentos» y añade que, según el poema, «tenemos la oportunidad de volver a nacer para ver las cosas de una manera más positiva y empática». Por todo ello, GOLD es espectáculo en el que «el individuo, a pesar de su vulnerabilidad, se enfrenta a los retos de la vida, porque la belleza también forma parte de la fragilidad de la vida».