Pepe Raventós: «Criaremos un gran vino mundial con la Sumoll»

La vida es mejor si abrimos hueco a lo que amamos. Este es el rumbo que desde 2017 ha tomado el viticultor Pepe Raventós (Barcelona, 1974), a través de su proyecto más personal, Can Sumoi

20 septiembre 2024 19:06 | Actualizado a 26 septiembre 2024 18:09
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La bodega Can Sumoi, en Sant Jaume dels Domenys y El Pla de Manlleu, en una finca, que data de 1645, se alza a 600 metros de altitud. Un paraje privilegiado de más de 450 ha de las que 20 son viñedos de variedades autóctonas (Parellada, Xarel·lo, Sumoll), que se aferran a la nueva vida entre árboles y muro de pedra seca.

«Cuando adquirimos la finca estaba casi abandonada. Nos propusimos recuperarla para elaborar vinos tranquilos», rememora Raventós. Pertenece a la estirpe de viticultores Raventós i Blanc, cuyo heraldo familiar es más que conocido por la elaboración de vinos espumosos en la Conca del Riu Anoia.

La paciencia y la esperanza acompañan la excursión en Can Sumoi. A cada paso, el bodeguero profesa respeto por el territorio. «La sensación es que el lugar nos encontró a nosotros. Por esta razón me gusta arrancar la visita por la finca discurriendo por la vereda que la rodea, en la que hay más pinos que viñedos. Tal vez algún día la veremos recuperada del todo», anhela Raventós.

Los vestigios de los márgenes de pedra seca dibujan un paisaje austero. Son testimonio de quienes labraron la tierra para subsistir en un pasado en que la agricultura era identidad y supervivencia. «Había masies ricas y pobres, claro, pero la vida se sustentaba en la autosuficiencia y el intercambio de excedentes», explica.

$!Los vinos de Can Sumoi se crían ahora en el Ordal. El proyecto contempla vinificar en las antiguas instalaciones de la finca. FOTO: ÀNGEL ULLATE

A diferencia del resto de la sierra calcárea del Montmell, donde abunda el lentisco, el pino blanco, el roble y los arbustos, Can Sumoi «es una isla geológica casual y única compuesta por un terroir de arcilla rojiza que la hace cultivable».

Esas condiciones naturales no bastan para mejorar la fertilidad del suelo. «El cultivo de avena, por ejemplo, nos ayuda a restaurar la tierra. Tiene la capacidad de fijar nitrógeno del aire y agregarlo al suelo», detalla el viticultor. Una acción que, ayudada por alguna cerca, también evita que los corzos pongan en peligro las cepas.

La lógica de la naturaleza

Can Sumoi es ejemplo de cómo aplicar la lógica de la naturaleza, en la que todo se aprovecha: «Es posible hacer lo que realmente te hace feliz y huir de la actual inercia productivista que parece no tener fin».

«Los vinos de Can Sumoi se elaboran de manera orgánica y natural, interviniendo lo mínimo en los procesos de la viticultura, desde el viñedo a la bodega. Lo hacemos por una razón natural: que cada vino sea expresión viva y genuina del territorio». Así embotellan Ancestral Montònega; Xarel·lo; La Rosa; Garnatxa Sumoll y Garnatxa Blanca, referencias de la finca.

$!A cada paso, el bodeguero profesa respeto por el territorio. FOTO: ÀNGEL ULLATE

En Can Sumoi, trabajar junto a la naturaleza y no contra ella es una manera de devolverle más de lo que ofrece. «Nuestro compromiso es elaborar vinos tranquilos solo con variedades autóctonas y un trabajo de viticultura orgánica y biodinámica».

La Pinot Noir de Catalunya

Los viñedos de las variedades Sumoll y Parellada rigen la conservación del paisaje en Can Sumoi. Para Raventós, la consigna es «trabajar para hacer con la Sumoll un gran vino mundial. El Sumoll regresa a Can Sumoi, señal de dónde venimos y hacia donde podemos ir».

De todo nuestro trabajo, lo más bonito es pagar el precio justo por cada kilo de uva para que revierta en el territorio

Esta reflexión puede invitar a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. «En el Penedès, el Sumoll era el rey. Desde Manresa hasta Tarragona. Hoy, solo los agricultores del triángulo entre Rodonyà, Montferri y Masllorenç conservan la variedad. Lo han hecho por amor. La inercia del cava ha arrastrado a muchos a plantar Chardonnay y Macabeu, y la inercia productivista a cultivar Merlot y Cabernet Sauvignon», lamenta Raventós, que esa misma mañana echa el ojo y el paladar a cuatro parcelas diferentes de Sumoll en esa misma zona.

Reformar las DO

Él mismo reivindica que las Denominaciones de Origen deben revisar su hoja de ruta si quieren ser útiles al sector del vino, usuarios incluidos.

«Con el pretexto de que [el sector en] Catalunya necesitaba crecer, se han antepuesto los intereses empresariales cuando debería protegerse el territorio con todo lo que implica, tradiciones, personas, paisaje y oficios», recalca.

El viticultor prefiere centrarse en el presente y brindar por «la frescura y la capacidad de envejecimiento de la Sumoll, muy superior a la Garnacha y similar a la Cariñena. La Sumoll es la Pinot Noir de Catalunya y a menudo también se la compara con la Nebbiolo».

Y añade: «No olvidemos que el vino nace en los viñedos. Sin esta sensibilidad, en Can Sumoi no podríamos trabajar en este proyecto». Para Raventós, «de todo nuestro trabajo, lo más bonito es pagar el precio justo por cada kilo de uva para que revierta en el territorio».

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Un restaurante: Cal xim, cocina y vinos locales

«Cal Xim, en Sant Pau d’Ordal, es como debe ser un restaurante: familiar, democrático
y con una mesa compartida para quienes quieren comer acompañados. Por supuesto, por su cocina local y a la brasa. Tiene una carta de vinos impecable y sin complejos».

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Un postre: quesos afinados de Mas Rovira

«Afinar el queso es como criar vino. Es tan o más importante comer el queso en su momento adecuado de vida. No podría renunciar a los quesos de vaca que elabora la Formatgeria Mas Rovira».

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Un plato: ‘Frit mallorquí’ o la infancia

«El Frit mallorquí me recuerda a mi infancia, a nuestra cultura mediterránea de interior. Me gusta, sobre todo, porque tiene casquería, como el hígado de pollo. Para que el plato esté al punto es muy importante hacer un sofrito lento, generoso con la cebolla y con xarel·lo».

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