Elena Martín (Barcelona, 1992) es una de las figuras de moda en el cine nacional. Dirige y protagoniza una de las cintas más destacadas de 2023, Creatura, una propuesta valiente y arriesgada que le ha valido el premio a mejor película europea en la Quincena de Realizadores de Cannes; seis Gaudí –entre ellos, mejor dirección y mejor película– y cuatro nominaciones a los Goya –actriz revelación, actriz y actor de reparto y mejor dirección–. El pasado jueves participó en un encuentro en CaixaForum Tarragona para hablar de su carrera delante y detrás de los focos.
En ‘Creatura’ explora un tema tabú: el deseo sexual femenino.
Hablar de sexo y de deseo desde un sitio de intimidad, abrazando todas las ambivalencias que supone abrir este melón, sigue siendo algo que da muchísimo miedo. Socialmente, existe la creencia de que la falta de libertades de algunos pocos ayuda a que haya orden, a que todo funcione, y eso es muy perverso. Seguimos usando como amenaza la sombra del abuso para no abordar este tema, como si eso nos protegiera de la violencia sexual, cuando, realmente, no hablar de sexo y no gozar de una salud y una educación sexual sana nos está llevando a unos números escandalosos de violencia sexual, incluso en la infancia.
De hecho, la película va al origen, al despertar sexual en la niñez.
Es algo de lo que no se habla. Entonces, cuando te pasa en tu casa, cuando tu hija de repente empieza a mostrar este despertar, no tienes referentes de cómo tienes que gestionar este tema.
¿Nos falta educación sexual desde la escuela?
Las personas que estamos en edad de ser padres y madres no hemos recibido una educación sexual, depende puramente de las ganas que tenga cada uno de adquirir conocimientos. Nuestros padres tampoco la tuvieron y nos pasaron la misma ignorancia y los mismos miedos que podemos pasar nosotros a nuestros hijos.
Socialmente, existe la creencia de que la falta de libertades de unos pocos ayuda a que haya orden, a que todo funcione, y eso es muy perverso
¿Qué miedos?
Al simple hecho de que exista el deseo en personas que nosotros, social y culturalmente, no consideramos deseantes, como, por ejemplo, las mujeres. Que una mujer pueda tener deseos que no son luminosos y sanos, sino que se almacenan en sitios inesperados de la psique y del cuerpo y son cosas oscuras o en la penumbra da un miedo terrible, porque eso implica que esas personas son libres y no sienten culpa.
¿Sigue estando mal visto que las mujeres gocen con el sexo?
Si tú generas una sensación de rechazo y de castigo a las mujeres que viven plenamente su sexualidad consigues algo superefectivo: que las que vienen detrás no quieran ser igual y, entonces, no se permitan explorar su deseo. Si tu amiga decide libremente liarse con cinco chicos en una noche, la castigan socialmente y tú ya no vas a querer hacer lo mismo. Así es como opera el tabú, son normas no escritas que se van pasando de generación en generación. Es un tipo de violencia que seguimos perpetuando por imitación. En el caso de los hombres es al contrario, si un señor tiene mucho éxito con las mujeres se plantea como algo positivo. Entonces se acaban construyendo modelos de pensamiento muy distintos.
¿Cómo ha conectado el público masculino con la película?
Yo pensaba que el público mayoritario serían mujeres de mi generación por la protagonista, pero me sorprendió muchísimo que después del estreno, en Cannes, había una fila de hombres y ni una mujer esperando para hablar conmigo. Recuerdo a un chico de unos 22 años que me dijo que su novia llevaba todo el año pasando por un proceso muy parecido al de la protagonista y que viendo la película él se había dado cuenta de que no había sabido estar a su lado por miedo a lo que pudiera descubrir de sí mismo. Me pareció una reflexión excelente. Muchos padres se me acercaron también para decirme que se habían sentido identificados. Me agradecían que no muestre a los hombres como antagonistas, sino como personas sensibles e inteligentes que se esfuerzan por hacer las cosas bien.
‘Creatura’ está funcionando muy bien: premio en Cannes, seis Gaudí, cuatro nominaciones a los Goya...
Estoy muy contenta, es un regalo muy grande. Hemos tenido que luchar mucho por esta película; mucha gente nos decía ‘¿cómo vais a contar eso?’. Estábamos convencidos de lo que estábamos haciendo pero, a la vez, teníamos momentos de inseguridad. Que la gente y la crítica la hayan recibido bien y haber podido estrenar en Cannes fue un sueño, incluso romántico. El broche final con los premios ha sido precioso, al final es como todo lo que puedes desear para tu bebé.
¿El cine se está feminizando?
No me gusta esa etiqueta porque parece como que te pongan en la mesa de los pequeños, ¿no? Está claro que hay más mujeres dirigiendo, pero el cine no se está feminizando, eso sería unificar todas las películas dirigidas por mujeres y no tiene ningún sentido. Las que se han estrenado este año mismo son muy distintas entre ellas a nivel de estilo, temática... Lo que está pasando es que hay muchos puntos de vista y muchos relatos por contar, afortunadamente. Hay muchas miradas, no solo de mujeres, y las personas que están teniendo la suerte de poder acceder a contar cosas lo están haciendo con unas ganas, una energía y un talento que igual no se había permitido históricamente hasta ahora.