En los márgenes de la industria y del espectáculo se ha movido como nadie Albert Pla (Sabadell, 1966), un tipo que ha sacudido a la clase política con sus letras sin pestañear y que, en los 90, caminó por los escenarios con la libertad más absoluta. En estos tiempos actuales, donde el elitismo quedabien aprieta también a los artistas, el cantautor conserva su esencia, a pesar de que en alguna ocasión ha padecido las inclemencias de la censura.
Pla protagoniza en estos días una gira que expone sus mejores hits arropados en la guitarra del virtuoso gitano Diego Cortés. Un toque original al set list que, eso sí, emociona con frecuencia a los fans. A menudo inundan las sillas de los teatros que pisa Albert, genial y polémico. Sin medias tintas.
La presencia de Diego Cortés le libera de manos y mangas y hace que tenga el cuerpo desatado para teatralizar sus canciones y conseguir un espectáculo de una poética devastadora y eléctrica. Un proyecto que impone energía y altos vuelos.
Sus temas narran historias trágicas y delirantes, cotidianas, delicadas y brutales, crudas y surreales en las que el verdugo es también víctima, la calma se transforma en tormenta, la comedia convive con la tragedia y la serenidad se desata. Todo ello para evidenciar la estrecha frontera que nos separa del bien y el mal, el blanco y el negro, lo positivo de lo negativo.
Una figura incuestionable
Diego Cortés ha compartido escenario con Mike Oldfield, Santana, Larry Coryell y Paco de Lucía entre otros muchos, y supone el complemento ideal para Albert Pla. Criado en una familia que devora flamenco, debutó a los 9 años junto a sus padres, en el antiguo tablao de Barcelona. En 1973, Cortés conquistó Estados Unidos con un bolo histórico en el Madison Square Garden. Estamos hablando de una de las principales figuras de la guitarra nacional. Con Pla fluye una conexión especial, su relación confirma que, a veces, los antagonismos generan arte.
En los años 90, el guitarrista celebró diferentes tours internacionales con su grupo Jaleo, que deslumbró con su vigorosa fusión flamenca en escenarios tan destacados como el Mercat de les Flors de Barcelona, el Palladium de Nueva York, el New Morning de Paris y el Rai de Amsterdam, lugares fetiche del guateque.
Desde 2001, colabora con Albert Pla, con el que ya se ha exhibido en los principales festivales de rock españoles, como el Viña Rock y el Espárrago, y también por toda América Latina.
En el repertorio del actual show, Albert Pla ha retocado himnos como Sufre como yo, Bombas en Madrid y Cartas al Rey Melchor para convertirlos en refrescantes e incluso necesarios para una velada en el teatro. El Fortuny, ese marco incomparable de la cultura reusense, los disfrutará y los cantará gracias a la programación del Festival Accents, un escaparate musical obligado en otoño, cuando los festivales al aire libre agonizan y piden paso a las zonas cubiertas.
Identidad propia
Máquina, rumba y ranchera se postulan como tres géneros propios de las clases populares en Catalunya y España. Uno de los méritos de Pla es haberlos llevado a su terreno con una naturalidad inusual, los ha reinventado para derribar fronteras y obtener un sello propio, un sonido peculiar que le ha liberado de etiquetas absurdas. Cuando las bandas se encasillan para presumir de lo moderno, el de Sabadell viaja en su furgoneta independiente, no se ha casado con nadie.
Su presencia en Reus impulsará un fin de semana de culto musical para el Festival Accents, que conmemora una nueva edición totalmente contrastado y consolidado en el ramillete de propuestas que visten la música local en los tiempos que el frío amenaza con aparecer. Con la voz y las letras de Albert Pla cualquier mal climatológico queda en un segundo plano.