La reciente inauguración de la segunda fase de remodelación de la avenida Barcelona de Miami Platja no ha contentado a todos. Las obras, que han afectado al tramo comprendido entre las avenidas Málaga y Cádiz, no han contemplado, según exponen algunos vecinos, la eliminación de barreras arquitectónicas para las personas con movilidad reducida.
Esta situación afecta, en concreto, a dos escenarios. Por un lado, la falta de barandillas de seguridad en las escaleras de acceso a los apartamentos Playa Dorada desde la calle. Y, por otro, a la eliminación de aparcamientos frente al edificio.
Dolores Barbero es vecina de los apartamentos afectados. Su hermano, José Antonio, sufre una minusvalía del 75% que le impide valerse por sí mismo y necesita utilizar muletas para caminar. Por ello, en abril, Dolores presentó un escrito al Ayuntamiento de Mont-roig del Camp pidiéndole que «tenga en cuenta la supresión de barreras arquitectónicas para las personas que, como mi hermano, ven reducida su movilidad». Una petición a la que han mostrado su apoyo el resto de vecinos de la comunidad.
Antes de la remodelación de la avenida Barcelona, José Antonio podía acceder a su vivienda sin excesivos problemas pero, ahora, el nivel del edificio con respecto a la calle ha quedado descompensado y el Ayuntamiento ha optado por instalar unas escaleras para salvar esa diferencia. Sin embargo, esas escaleras carecen de barandilla o cualquier otro elemento de seguridad que salvaría la barrera arquitectónica con la que José Antonio debe enfrentarse ahora a diario.
Por ello, Dolores y el resto de vecinos de los apartamentos Playa Dorada piden al Ayuntamiento que instale esa protección. El consistorio, por su parte, respondió a esta petición el pasado 2 de junio asumiendo la responsabilidad y comprometiéndose a instalar dos barandillas, una a cada lado de la escalera. Sin embargo, tres semanas después, la situación sigue siendo la misma, con lo que Dolores y a José Antonio se sienten desalentados y sin muchas esperanzas de que esto vaya a cambiar.
Falta de aparcamientos
La falta de estacionamiento frente a los edificios de la avenida Barcelona es otro de los contratiempos con los que se han encontrado ahora los vecinos de este vial. En este caso además, Dolores Barbero, lamenta que el acceso a su vivienda se ha dificultado: «Si hubiera aparcamiento como en los edificios colindantes facilitaría el acceso siendo más accesible para mi hermano, ya que evitaría subir las escaleras que ustedes han puesto y que antes no había», cita en su escrito.
En este aspecto, el Ayuntamiento sí que se cierra en banda, argumentando, en su respuesta, que «ningún tramo de la reforma de la avenida Barcelona incluye habilitar estacionamientos en pro de favorecer el tránsito de peatones y bicicletas (...) para eliminar el impacto visual de tener aparcamiento en los dos lados de la calzada». Finalmente, recuerda que los apartamentos Playa Dorada cuentan «con un estacionamiento privado al cual se accede desde la calle Antonio Machado mediante un vial asfaltado de 3.20 metros de ancho, ejecutado dentro del alcance de las obras».
Sin contenedores cerca
Los problemas que afectan especialmente a las personas con movilidad reducida no son los únicos que han comportado las obras de remodelación de la avenida Barcelona. Más allá de ellos, Dolores barbero lamenta que, desde que finalizaron las obras «tenemos que desplazarnos más de 800 metros para encontrar contenedores para tirar la basura», cuando antes, y durante 28 años, «los habíamos tenido justo al lado de nuestro edificio» y «existe un espacio contiguo donde podrían ubicarlos».
Ante esta situación el Ayuntamiento asegura que «no se prevé ninguna batería de contenedores en ninguno de los tramos reformados de la avenida Barcelona» y expone que «se han reubicado en la zona de influencia de la avenida», de modo que «tres islas de contenedores están a menos de 150 metros y otras dos, a menos de 200 en línea recta, referida al edificio».