¿Estamos viviendo, a raíz del caso Pegasus, el momento más delicado de la legislatura española?
Es verdad que es un asunto delicado y que hay que atender. Entiendo la angustia y la preocupación de las personas que se han visto reflejadas en algunas informaciones periodísticas. Por eso hemos comprometido desde el primer momento toda nuestra capacidad de acción y ayuda para esclarecer estos hechos, que no son fáciles de esclarecer, por la misma naturaleza de los asuntos, en la medida en que afectan a la seguridad nacional, por lo que la legislación prevé un camino para dar esa información, que es la comisión de secretos oficiales, con unas restricciones necesarias que no son un capricho.
¿Considera normal que la ley de secretos oficiales date de 1968 y esté firmada por el almirante Carrero Blanco?
Pues eso debe concerner a todos los grupos del Congreso. Si hay que mejorar esta ley, los grupos en el Congreso lo tienen que decidir y ponerse a trabajar.
¿Cree que tener una ley de secretos oficiales aún del régimen anterior puede ser uno de los motivos, junto con el bloqueo de más de tres años del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) por parte de los dos grandes partidos, por los que España está considerada una democracia defectuosa?
España es una democracia plena. Es verdad que no ayuda nada el bloqueo del PP en la renovación del CGPJ. Espero que el señor Feijóo aplique un criterio más sensato que el que se ha aplicado hasta ahora, porque la renovación del órgano de gobierno de los jueces es un mandato constitucional.
Aparte de la tensión con los socios de investidura por el espionaje al independentismo, el hecho de que el propio presidente del Gobierno haya sido espiado por no se sabe quién, tampoco no es un tema para quedarse tranquilo, ¿no cree?
No. Es un asunto desgraciadamente no exclusivo de nuestro país. Ataques de este tipo los han sufrido altos representantes de otros países importantes de Europa. También ha habido intentos de desestabilización de las democracias occidentales por parte de algunos países, muy en particular Rusia. El Gobierno actúa con transparencia, lo denunció y lo puso en conocimiento de la Audiencia Nacional, y ha tomado medidas para evitar que se pueda repetir.
¿Qué es mejor, pensar que el espionaje viene de otro país, o que el CNI va por libre y nadie le puede poner riendas?
Yo creo que ha quedado acreditado –al menos yo le doy total veracidad, porque conozco y he trabajado con las personas que se han pronunciado con claridad y contundencia al respecto– que el CNI ha actuado siempre dentro de la legalidad. A partir de ahí, no me gusta entrar en especulaciones de quién ha hecho qué, porque no llevan a nada. Lo más recomendable casi siempre es la prudencia. Veamos qué se puede esclarecer de todo esto. Son materias que, en la medida en que afectan a la seguridad nacional, tienen que tratarse con la debida reserva.
Afectan a la seguridad nacional pero también a los derechos fundamentales, ¿no? Y que el escándalo Pegasus venga seguido de la publicación de los audios de Villarejo, con conexiones con el CNI e Interior, da una sensación a la ciudadanía de que toda esta cuestión es un sálvese quien pueda.
El compromiso del Gobierno de España y de la formación política que yo represento es claro. Los derechos fundamentales tienen que respetarse en todo momento. Son temas de preocupación máxima. Hay que evitar que se repitan y sobre todo esclarecer qué ha pasado. No entienda en ningún momento por mis palabras que hay una actitud de minimizar este asunto.
¿Qué opina de las declaraciones del expresident Mas sobre los audios de Villarejo y la llamada operación Catalunya? ¿Le comprende?
Mire, a mí, todo este mundo de las escuchas... no me interesa nada. No me gusta nada. Es una etapa oscura, y lo que pido es que se llegue al fondo y se aclare todo. La política es diálogo y construir un proyecto para la comunidad. Lo demás no me interesa nada.
¿Pero a usted le da igual que haya habido una operación Catalunya?
¿¡Cómo me va a dar igual, si he dicho que no me gusta nada todo esto!? Pero es una cosa concreta, y veo a mucha gente con el ánimo de desprestigiar siempre a España, y tampoco voy a contribuir. España no es eso, eso es Villarejo. España es una democracia sólida, consolidada, que tiene mecanismos para detectar esas actuaciones y corregirlas.
¿Hoy no se podría repetir una actuación semejante?
Lo que es importante es la actitud que tiene el Gobierno ante estos casos. Y el Gobierno de Pedro Sánchez desclasificó documentos justamente para esclarecer operaciones de este tipo. Hay gente que tiene actitudes muy reprobables. Lo que es importante es que las instituciones tengan los mecanismos para detectarlas y perseguirlas, que es lo que ha hecho el Gobierno de España.
¿No habría que articular una mejor arquitectura institucional de contrapeso de todo este tipo de organismos como el CNI?
Este es un ejercicio permanente de mejora de nuestro sistema democrático.
¿Y mejorar el control judicial del CNI?
Lo hay. Quizás se pueda reforzar, sí. Siempre hay cosas por mejorar y estoy de acuerdo en hacer este esfuerzo colectivo, pero desde la lealtad de querer mejorar.
¿Los puentes que usted siempre ha tendido y quiere mantener con el president Aragonès están ahora en peligro por el tema del espionaje?
Por mi parte no.
Lo decía por la actitud de Moncloa con el president Aragonès.
Yo creo que la actitud del Gobierno de España ha sido la correcta. Yo creo que hay que separar las cosas. Hay gente que lo quiere mezclar todo y tiene interés en que la legislatura dure poco y haya permanentemente un mal clima. Yo no. Estoy construyendo una alternativa pero mi interés es ayudar a que las cosas funcionen. Mi relación con el señor Aragonès es muy cordial, muy correcta. Discrepo políticamente de cómo está enfocando muchas cosas. Se lo he dicho, en público y en privado. Creo que de la actitud de los socialistas en Catalunya en este último año se desprenden ganas de ayudar y de arrimar el hombro en cosas de interés general que ojalá se dieran en otros gobiernos.
¿Por qué no se produce esa reunión tan anhelada entre el presidente Sánchez y el president Aragonès? ¿No cree que contribuiría a rebajar la tensión para, precisamente, no tener que mezclar carpetas?
Yo estoy de acuerdo con que se produzca esa reunión, y con que el diálogo entre gobiernos vaya bien, pero me sorprende y se me hace un poco extraño que no se hable del diálogo entre catalanes. Los que exigen ir más rápido en el diálogo con España, no lo practican aquí en Catalunya, y esto también se pactó.
El presidente va a comparecer el jueves 26 en el Congreso, en un pleno sobre el espionaje. Si antes no se reúne con el president Aragonès, sería un desprecio, un ninguneo, ¿no cree?
El presidente no tiene nada que esconder y dará las explicaciones en el Congreso en la fecha que menciona. El diálogo que tenga que hacer con el señor Aragonès lo tienen que acordar ellos en función de sus agendas. El Gobierno de España no solo no ha despreciado, ni institucionalmente ni políticamente, a Catalunya ni a ninguna comunidad, sino que, al contrario, ha desplegado una política de reconocimiento y de favorecer el reencuentro.
¿Cómo ve ahora en perspectiva su gestión de la pandemia cuando fue ministro de Sanidad? ¿Está orgulloso?
Estoy orgulloso del equipo que dirigí, de la sanidad española, de la respuesta de la ciudadanía. Mi desempeño no me lo autocalifico. Yo tengo la conciencia de haber actuado lo mejor que supe y pude, y con decencia y con dignidad.
Aquellos días tan duros le debieron dar una fortaleza ya para siempre. ¿Es así?
Yo todavía estoy en un proceso de digestión de toda esa experiencia, como creo que la mayoría de ciudadanos. Sacando conclusiones y asumiendo lo que nos pasó. Sí que es verdad que este episodio tan terrible a todos nos ha hecho relativizar las cosas, reenfocarlas y hacer cambios. Pero también he de decir que ha reforzado mi vocación política entendida como servicio público. Si usted me pidiera destacar una sola cosa de la lección de la pandemia, sería la reafirmación de la necesidad de la política como servicio público, una vocación que ahora desempeño en Catalunya con mucha ilusión.
Y con un talante muy tranquilo.
Pues sí, porque es lo que creo que el momento exige. A mí me molesta mucho la violencia en el lenguaje. Intento neutralizar ese tipo de política. Hay que volver a poner de moda los acuerdos, el respeto, la autoexigencia, y las identidades no excluyentes.
¿Cree que este modo de enfocar la política explica en parte la mejora de sus perspectivas electorales?
Sí. Yo tampoco siento que haga nada nuevo. Es lo que he hecho siempre. Lo aprendí donde yo me he formado políticamente, que es en el PSC y en el ámbito de la política municipal.
Le oigo a usted mucho últimamente hablar de Tarradellas. ¿Ha leído la biografía que ha publicado Joan Esculies?
Joan Esculies ha hecho un trabajo muy riguroso. He adquirido el libro y será una de mis lecturas de verano, para poderlo disfrutar.
¿Qué es lo que le transmite la figura de Tarradellas?
Pacto. Sentido común. Voluntad de acuerdo. Y sobre todo un proyecto político pensado para toda Catalunya, no para una parte. La personalidad política de Tarradellas me llega a través de una persona muy querida por mí, Romà Planas Miró, uno de mis mentores políticos. Fue alcalde de mi municipio, La Roca del Vallès. Estuvo exiliado, fue una de las personas de confianza del president Tarradellas. La unidad del pueblo de Catalunya en la que pensaba Tarradellas es un mensaje muy actual para los tiempos que corren en Catalunya y en España.
¿Para qué sirve un Govern Alternatiu en lo práctico?
Dicho con el máximo respeto, nosotros pensamos que el Govern de la Generalitat no funciona. Nos hemos propuesto la tarea de construir y explicar a la ciudadanía que hay una manera distinta de hacer las cosas, una alternativa. Puede verse como un método de trabajo, de organizar el grupo parlamentario del PSC con una estructura de ‘gobierno en la sombra’ que tiene dos misiones: fiscalizar al Govern de la Generalitat y, aún más importante, hacer propuestas. Hemos hecho muchas, un plan de choque social, en el ámbito de las energías renovables, un plan contra la sequía... Es verdad que puede verse también como un ejercicio de preparación, de ponerte en la tesitura de qué harías tú si tuvieras responsabilidad de gobierno, que es a lo que aspiramos.
¿Ve a Catalunya bien preparada y al día en renovables para poder afrontar no solo el próximo invierno en el contexto de la guerra en Ucrania, sino las exigencias del cambio climático?
En lo que respecta a energías renovables, Catalunya está mal. Habiendo sido pionera, en los últimos diez años no se ha hecho prácticamente nada. Para que nos entendamos rápido: se ha instalado un único molino de viento. Nosotros hemos propuesto que se acelere todo lo relacionado con las renovables, y se acorte toda la burocracia para conceder permisos. Es verdad que a raíz de la guerra en Ucrania se ha hecho un pequeño avance, pero todavía muy insuficiente.
¿Falta hacer pedagogía y tejer complicidades en el territorio?
Falta liderazgo del Govern. Es verdad que a veces las ubicaciones son complejas, y hay que hacerlo con diálogo, escuchando mucho al territorio, pero al final tomando decisiones. El Govern tendría que estar centrado en estas cosas, que son las importantes ahora.
¿No lo está?
Yo creo que uno puede coger los datos macroeconómicos de Catalunya y, efectivamente, hacer una lectura complaciente. No me sirve. Yo creo que tenemos que preguntarnos si lo estamos haciendo tan bien como lo podemos hacer. Yo creo que no. Hemos dicho que no a la ampliación del aeropuerto de Barcelona, los fondos Next Generation no los hemos pactado con los agentes sociales y los podríamos rentabilizar mucho más, hay empresas que se fueron y aún no han vuelto. Lo digo con muchísimo respeto, pero hasta hace bien poco cualquier president de la Generalitat que se iba a Alemania era recibido en Wolfsburg en la sede de Volkswagen. Ahora, ni vamos, ni cuando vienen estamos.
A la demarcación han llegado inversiones importantes. La última, la de Mont-roig del Camp. ¿Cree que se podría hacer mucho más?
La inversión en Mont-roig del Camp es fantástica. He felicitado al alcalde Fran Moracho. Es un trabajo de colaboración entre Ayuntamiento, Govern de la Generalitat y Gobierno de España. Este es el camino. Pero debería haber y podría haber muchos más Mont-roig del Camp.