Es la primera mujer en ganar el concurso Millor Sommelier de Catalunya. ¿Qué significa?
- Es un buen momento para las mujeres sumilleres. Somos cada vez más y estamos consiguiendo ser cada vez más visibles. Ya tocaba.
- ¿Por qué hasta ahora no ha sido tan visible la presencia de mujeres en el mundo del vino?
- Tengo muchas compañeras de profesión mujeres, hay muchas estudiantes de sumillería… No sé por qué en el caso de los concursos no somos tan visibles. En los restaurantes sí que se nos ve, pero cuando me acerco a una mesa a preguntar por el vino todavía me dicen que están esperando al sumiller. Ocurre de manera inconsciente. No siento que seamos pocas sumilleres ni que estemos solas.
- Ha sido la primera vez que participaba en el concurso. ¿Tenía la idea de ganar o de estar entre los tres finalistas?
- Ha sido una sorpresa. No salí nada contenta del examen teórico de la mañana ni del resultado de la primera decantación. Por lo que no imaginaba estar entre los finalistas. Fue una muy grata sorpresa.
- ¿Qué tan dura fue la competencia en el certamen?
- Participamos ocho aspirantes, cuando en otras ediciones han sido una quincena. La competencia no es dura porque evidentemente todos somos compañeros y queremos estar ahí. Aunque hay muchos nervios.
- ¿La prueba teórica es la más complicada de todas?
- Sí. En las pruebas prácticas estamos en nuestra salsa, porque decantar lo hacemos cada día, igual que hablar de maridajes. En cambio para el examen teórico tienes que estudiar mucho y no sabes lo que te va a caer, ya sea vino, coctelería, de este tema hubo muchas preguntas, destilados, jamón, quesos, etc.
- ¿Cómo consiguió mantener los nervios, por ejemplo, durante la prueba de decantación?
- Repetí el proceso muchas veces en casa y tenía en la cabeza todos los pasos.
-¿Está contenta en cómo realizó cada una de las pruebas?
- Sí. Donde nos ponen más a prueba es en la cata a ciegas, ya que es muy difícil acertar un vino; e igual de importantes son los maridajes.
- Es licenciada en filología y descubrió el mundo del vino más tarde.
- Sí, fue una vocación tardía. Empecé a estudiar con 25 años y entonces descubrí que era lo que me gustaba. Tengo la suerte de hacer de mi pasión mi oficio.
- ¿Cómo es el sumiller perfecto?
- Debe pensar en el comensal, en lo que le gusta al cliente más allá de lo que nos gusta a los sumilleres. El maridaje es un juego y tiene que ser sencillo. No debería oírse más aquello de «no sé de vino». La gente no tiene por qué saber de vino, solo tiene que disfrutarlo, nosotros sí porque es nuestro oficio.
- ¿Qué cualidad como sumiller cree que le caracteriza?
- Quizás la paciencia, intentar escuchar a cada cliente y adaptarse a él. Es muy difícil intentar caracterizarse a uno mismo. Después del concurso, la gente me decía que tengo mucho aplomo, pero no lo sé porque no me veo desde fuera.
- ¿Los comensales cada vez saben más de vino?
- Son más curiosos y tenemos la suerte, en el Celler de Can Roca, de que se dejan llevar a la hora de probar perfiles de vinos que no se encuentran en las tiendas especializadas o en el supermercado, desde vinos extranjeros hasta vinos oxidativos, vinos dulces…
- ¿Qué importancia tiene la incorporación del sumiller en la cadena gastronómica?
- Es un todo. Dentro de un restaurante existe un equipo entre la cocina, los camareros y los sumilleres. Lo que queremos es que todo esté en armonía.
- Ser la Millor Sommelier de Catalunya le abre las puertas a participar en el Concurso Mejor Sumiller de España 2018, que se celebrará en abril del año que viene en Madrid.
- Tanto yo como Robert Tetas, Ferran Vila e Ivan Camps, todos de Girona, tendremos que estudiar mucho. Antes disfrutaremos un poco del verano.
