Los científicos advierten de que, si continúa el avance a profundidades mayores en el mar del delta lávico o fajana generado por la erupción volcánica en La Palma, se podría producir un derrumbe de su frente que estaría acompañado de la liberación brusca de gases, con explosiones hidromagmáticas y olas.
La portavoz del comité científico del Plan de Emergencia Volcánica de Canarias (Pevolca), María José Blanco, ha señalado en rueda de prensa este viernes que esta situación podría darse debido a que la fajana ha alcanzado el límite de la plataforma insular y, por lo tanto, es previsible que continúe su avance.
Blanco ha añadido que las condiciones meteorológicas son desfavorables para la calidad del aire, que de momento sigue en nivel "regular", aunque la previsión es que mejore a partir de mañana con el giro del viento a componente norte entre los 1.500 y 5.000 metros y una elevación de la inversión térmica, estancada ahora en los 700 metros.
Hasta que se produzcan esos cambios meteorológicos a partir del sábado, el penacho de ceniza y dióxido de azufre que se extiende desde el volcán está afectando a la operatividad de los aeropuertos de La Palma y Tenerife Norte y puede llegar esta tarde al aeródromo de Tenerife Sur y, por la noche, al de La Gomera.
Aparte de las complicaciones atmosféricas, todos los parámetros que se monitorizan para el seguimiento de la erupcion volcánica, que comenzó el 19 de septiembre, indican que desde hace unos días se sigue en una fase estable o "valle", en palabras del director técnico del Pevolca, Miguel Ángel Morcuende.
Así, las emisiones diarias de dióxido de azufre desde el volcán alcanzan las 4.994 toneladas y la emisión difusa de dióxido de carbono 1.668 toneladas diarias, valores parecidos a días anteriores, y tampoco hay patrones significativos en las deformaciones.
Solamente la sismicidad ha seguido aumentando en número e intensidad, siempre a gran profundidad de más de 10 kilómetros, lo que hace que la posibilidad de un nuevo centro eruptivo alejado del cono principal sea de momento "escasísima".
La lava cubre una superficie de 471,8 hectáreas, 40,6 hectáreas más que el jueves, tras producirse una bifurcación cerca de la costa, al suroeste de la colada principal, un apéndice que se encuentra a unos 150 metros del mar y de momento se proyecta sobre El Charcón, formado en la erupción del San Juan en 1949.
La colada principal "está rellenando huecos y buscando cabeceras de pequeñas cuencas", por lo que no se descarta que el magma acabe cubriendo la superficie que la separa del apéndice.
En cuanto a los cultivos, las últimas mediciones indican que hay 120 hectáreas afectadas, de las cuales 59,39 son plataneras, 33,43 viñedos y 7,36 aguacates.
Las edificaciones destruidas no han sido actualizadas este viernes y están en torno a 726 según mediciones del catastro en días anteriores, mientras que las carreteras cubiertas por la lava suman 26,47 kilómetros.
Al ser la calidad del aire regular, las personas del Valle de Aridane, donde se han registrado algunas mediciones puntuales que han superado los niveles de alerta de dióxido de azufre que luego han remitido, pueden hacer vida normal pero con mascarilla, excepto los que padezcan afecciones pulmonares o bronquiales, asma, problemas cardíacos, embarazadas y niños pequeños, a los que se recomienda salir lo mínimo al exterior y siempre con mascarilla FFP2.
Los responsables del Pevolca han insistido en que la limpieza de las cenizas no se debe hacer nunca con sopladores, que lo que hacen es aventarlas y ponerlas de nuevo en circulación.