Espero que les haya pasado como a mí cuando encuentran a personas buenas: su mirada es transparente, cristalina, están relajadas y escuchan cualquier cosa que les digamos con interés. Percibimos una intensidad en su cara que nos da paz y nos tranquiliza y crea un clima inicial de confianza que nos permite bajar nuestras barreras protectoras automáticas.
Y sonreímos. Nos sale espontáneamente como cuando miramos a nuestros hijos al llegar casa, a nuestros padres o aquellos parientes y amigos queridos a quienes nos alegra verlos.
¿Qué les pasa cuando entran en una tienda y ven a un empleado frente a si? Pongamos por ejemplo una cajera o cajero que se dedica únicamente a cobrarle por lo que ha comprado. Es su única labor. Y normalmente es una experiencia trivial y anodina. No pasa nada. Pero ¿a que han tenido alguna experiencia con algunas personas que los miran a los ojos y les hacen algún comentario agradable o les dicen un buenos días lleno de alegría?
Si son de los que inmediatamente muestran una sonrisa, han ganado su premio porque cada vez que sonreímos, segregamos serotonina y nos mejora nuestra actitud vital. Acumular sonrisas nos cura, nos salva, nos redime y, si lo hacemos a menudo, tenemos más facilidad para irradiar felicidad. Por lo tanto, una persona que tiene que cobrar y lo hace con plena conciencia, con ganas de agradar y despertar una sonrisa se convierte en alguien que está haciendo algo por nosotros ¡y debemos agradecérselo!
Imaginen que entran en una tienda y todos sus empleados no les ignoran como sucede normalmente, sino que le lanzan un hola, buenos días, qué tal le va… Eso tiene dos consecuencias en nosotros: la primera es que han notado su entrada y parece que les encanta que estemos ahí y la segunda es que nos despiertan una sonrisa: doble secreción de serotonina. Y si eso sigue en ese tono agradable durante su proceso de compra, saldrán de la tienda con sensaciones positivas y ganas de volver. Esas ganas de volver hacen que la marca de esa tienda, cadena, comercio o empresa tenga una mejor nota en nuestra percepción.
No hay duda de que deberíamos conseguir que todos entendamos lo importantes que somos para conseguir que los demás estén mejor. Eso nos hace vender más y mejor porque no simplemente vamos a mejorar en nuestro acopio de sonrisas, sino que confiaremos en esa gente y eso es un paso transcendente en la relación entre una marca y nosotros.
Por lo tanto: si sus colaboradores no son felices y transparentes, está perdiendo un activo fundamental que va a repercutir negativamente en su reputación. Las sonrisas se contagian y son valiosísimas para que el ambiente y la cultura de su empresa se dulcifique, se haga más fácil hablar, entenderse y llegar a acuerdos. Si me apuran, esa actitud afecta directamente a nuestras capacidades creativas y de innovación, de cambio y transformación.
El procesoY me dirán: ¿una sonrisa consigue todo eso? Una quizás no, pero cuando se ha propagado el contagio, la empresa cambia de cara, se transforma en un lugar donde da gusto ir, entrar, trabajar, negociar…Cada vez que sonreímos, segregamos serotonina y nos mejora nuestra actitud vital
Sabemos que cambiar las actitudes de las personas es lo más difícil en la vida y lo habrán experimentado a menudo, pero ¿han intentado irradiar felicidad y paz, aguzando la escucha y hablando mucho menos? Eso lo experimenté cuando viví un año en un monasterio porque mis colegas monjes eran increíbles. Por los largos pasillos, nadie hablaba, pero siempre había una sonrisa cuando te cruzabas con cualquiera de ellos y si les hacías una pregunta, su rostro se iluminaba y parecía que no tenían que hacer nada más que escuchar con una intensidad inusitada. Los monjes son una enseñanza continua de esa actitud de conciencia plena que rezuma felicidad por todos los poros de la piel y se expresa con esa paz que se esconde detrás de una beatífica sonrisa.
Me gustaría que considerasen lo que aquí cuento y que intenten, en todos los ámbitos de su vida, ser generosos con sus sonrisas porque si la contagian, tendrán una mejor vida, mejores amigos y una mejor empresa que tendrá mejores relaciones con sus empleados, proveedores, clientes, socios o cualquier otra persona que entre en contacto con ella. ¡Una maravilla con solo promover la sonrisa!
Xavier Oliver, profesor del IESE Business School.