Javier Sancho Hernández (1967), es licenciado en Ciencias Químicas por la Facultad de Ciencias Químicas de Tarragona (Universitat de Barcelona) y Máster en Programa de Desarrollo de Directivos (PDD) por la escuela de negocios IESE. Desde el año 2020 es director del Complejo Industrial de Repsol en Tarragona, una empresa en la que lleva trabajando cerca de 30 años. Es vicepresidente de la Cambra de Comerç de Tarragona y de la Associació Empresarial Química de Tarragona (AEQT).
La Ecoplanta de El Morell avanza. ¿Qué significa para Repsol en Tarragona contar con este proyecto?
En el Complejo Industrial de Repsol en Tarragona tenemos una senda marcada para la descarbonización, y la Ecoplanta es dar consistencia y robustez para consolidar Tarragona como un centro de referencia en descarbonización. Lo cual nos hace ser muy optimistas de cara al futuro. Tenemos un compromiso firme para que [Repsol en Tarragona] sea un site cien por cien descarbonizado en 2050. Pero eso es algo gradual. Y antes, en 2030, deberíamos haber alcanzado una reducción del 28% en emisiones de CO2. La Ecoplanta es muy importante para ello.
¿Qué implicaciones cree que tiene para el conjunto del polo petroquímico de Tarragona?
La Ecoplanta no solo es importante para Repsol, sino también para que Tarragona sea un referente en Europa en descarbonización. Hay que recordar que la Ecoplanta será la primera de Europa con esta tecnología, pionera pero robusta, que nos permitirá procesar anualmente 400.000 toneladas de residuos urbanos no reciclables para convertirlos en metanol. Es una apuesta por una nueva tecnología y unos nuevos productos renovables que está alineada con los objetivos [de descarbonización] de la Unión Europea, con una de las plantas más grandes del mundo de combustibles renovables.
¿Qué significa que sea una tecnología pionera? ¿Estamos en fase industrial o es un experimento?
Estamos hablando de una tecnología robusta, contrastada, que como todas ha pasado etapas. Empezando por la fase de laboratorio, siguiendo por las pruebas piloto y, después, por su escalado industrial. Han sido más de dos años funcionando a capacidad industrial en Canadá, con Enerkem, con éxitos rotundos, demostrando que la tecnología es robusta, antes de abordar esta inversión en Tarragona. Lo que hemos hecho durante todo ese tiempo ha sido mejorar la tecnología, haciendo que pueda operar, y la Ecoplanta será una planta más dentro del complejo industrial de Tarragona, no una planta piloto.
Llegar hasta aquí no ha sido fácil. Hay quien acusa a Repsol de haber hecho política, de usar la Ecoplanta para eliminar el impuesto extraordinario a las energéticas.
Todo lo que este tipo de inversiones necesitan para que las empresas tomen una decisión es seguridad jurídica y fiscal, y mirar de disponer de la colaboración de la Administración. El hecho de que eso se dé ahora es lo que ha permitido aprobar el proyecto.
Cuando se habla de ayudas públicas a inversiones como éstas, a menudo quedan en el ámbito del capital (Capex). Pocas veces acompañan los costes de operación (Opex). ¿Se olvida la Administración del día después de cortar la cinta inaugural?
Todas las tecnologías involucradas hoy en el proceso de descarbonización, lógicamente son inversiones con un Capex considerable, y en el caso de la Ecoplanta estamos hablando de más de 800 millones de euros. Uno de los sectores más importantes en el foco de la descarbonización es el sector transporte, tanto terrestre como marítimo, y los biocombustibles [que se producirán gracias a la Ecoplanta] permiten eso. Pero el hecho de que sea un Capex elevado y un mercado que ha de llegar hace que este tipo de inversiones tengan una rentabilidad relativamente baja, con lo cual se necesitan subvenciones para operación.
¿De ahí las ayudas al proyecto Tarragona Hydrogen Network (T-HYNET), el electrolizador que impulsa Repsol en su complejo industrial de Tarragona?
Tanto la Ecoplanta, como el electrolizador como el permiso de investigación para almacenaje de CO2 (TarraCO2) [frente a la costa de Tarragona] son una ruta hacia la descarbonización, y por eso tienen el reconocimiento de la Comisión Europea [con la concesión de sendas ayudas a cargo del Fondo de Innovación de la UE, que reconoce proyectos estratégicos para la descarbonización de la industria europea]. Todos estos proyectos, para que se aprueben, han de tener ayudas. Y, en el caso del Innovation Fund [de la UE], esa ayuda tiene parte de Capex y parte de Opex, porque entienden lo que le comentaba.
¿El electrolizador que proyectan en Constantí es necesario para la Ecoplanta?
El electrolizador está asociado en parte a la Ecoplanta, pero solo en parte. Es una apuesta por ir sustituyendo el hidrógeno producido a partir de gas natural [el que actualmente produce y consume para sus procesos industriales la refinería de Repsol], que es un vector energético siempre importante, pero que se consigue con materia prima mineral. Queremos sustituirlo por hidrógeno electrolítico, a partir de agua, y eso tiene justificación per se, independientemente del proyecto de la Ecoplanta.
¿Estos tres proyectos son la base de la estrategia de descarbonización de Repsol en los próximos años?
No solo. Estamos aplicando todas las tecnologías disponibles para la electrificación del site de Repsol en Tarragona, y en la próxima parada de la planta de olefinas, en 2026, está prevista la electrificación de las grandes máquinas del cracker, avanzando hasta el límite de las tecnologías disponibles.
Llegados a ese límite, ¿lo siguiente es la captura y almacenamiento de CO2?
Hay procesos hard to abate (difíciles de descarbonizar), en los que hoy no hay todavía tecnología para descarbonizarlos. Y mientras se desarrolla esa tecnología, hay que usar otras tecnologías puente, como la CCUS [captura, almacenamiento y uso de carbono, por sus siglas en inglés], que es una tecnología contrastada, y el futuro del complejo industrial de Repsol en Tarragona y de todo el polo petroquímico depende de que podamos aplicarla.
El proyecto TarraCO2.
Lo que la Unión Europea está defendiendo, para acelerar la descarbonización, es implantar este tipo de proyectos, que son estratégicos. En este sentido, tenemos la solicitud de un permiso de investigación pendiente de concesión, que si se nos concede permitirá ver si lo que hoy pensamos que es una potencialidad, es una realidad.
Repsol tiene uno de los dos crackers del Polígono Norte. La estadounidense Dow, el otro. Hace poco, anunció despidos en todo el mundo, y apuntó a Europa por su baja competitividad energética. Pero vio relativamente mejor a Tarragona, y aludió explícitamente a la colaboración con Repsol. ¿Por qué?
La industria europea está en desventaja respecto a otros territorios, por el coste de la energía y de las materias primas. Es básico mejorar la competitividad de la industria y proporcionar todas las herramientas para mantener la actividad. Y eso solo se puede hacer con colaboración.
¿A eso se refería Dow?
Una empresa sola no lo puede hacer. Necesitas ir de la mano de la Administración, y hay muy buena sintonía con el Gobierno de nuestro país, tanto la Generalitat como el Gobierno central, pero hace falta también colaboración privada-privada. Por eso las empresas somos conscientes de que hemos de trabajar juntas, y hace mucho tiempo que estamos hablando con otras empresas, para encontrar sinergias en el polo petroquímico más importante del sur de Europa.
Cuando el vecino invierte, ¿es más fácil que uno invierta? ¿Empezaremos a ver ese ‘efecto tractor’ del que se ha hablado tras la Ecoplanta?
Supone un punto de inflexión para acelerar la descarbonización de Tarragona, y es un proyecto de país. Puede generar un efecto de atracción de nuevas inversiones, por supuesto. Lo que Repsol está diciendo con esta inversión es que el site de Tarragona es muy importante y tiene mucho futuro, y eso debería ser tractor. Sitúa al polo de Tarragona en un punto referencial en circularidad, y todos los ojos de Europa están mirando hacia aquí.
¿Podemos aspirar a liderar la descarbonización industrial de la UE? ¿Se puede crear un hub de innovación en descarbonización?
Estas tecnologías pueden servir para generar talento y conocimiento. Hemos de aspirar a ser un referente tecnológico. Es una oportunidad para iniciativas que ya hace años en las que trabajamos de forma público-privada, y puede ser un impulso.
¿Por ejemplo, para la Vall de l’Hidrogen de Catalunya?
Llevamos trabajando mucho tiempo en la Vall de l’Hidrogen de Catalunya, igual que también lo hacemos con el Centre per la Descarbonització de la Indústria, y pueden tener un impulso a partir de proyectos tan importantes como la Ecoplanta.
¿Qué más nos falta para dar ese impulso?
Poner el foco también en los combustibles renovables y la simplificación administrativa. Necesitamos infraestructuras y energía segura y renovable. Porque estamos totalmente de acuerdo en el camino de aplicar los objetivos de descarbonización, pero siempre con un prisma de competitividad industrial.
¿Ayudará a ello la nueva Ley de Industria y Autonomía Estratégica?
La Ley de Industria tiene una gran potencialidad para ser muy importante para la competitividad de nuestro país. Pensamos que va muy bien encarrilada, aunque hay algunos puntos en los que se podría poner más énfasis, como el fomento de los combustibles renovables.