Como en crisis anteriores, la Unión Europea está volviendo a reaccionar cuando peor parecían las cosas. Los debates para aumentar el gasto en defensa y avanzar en la «autonomía estratégica» y el drástico giro en la política fiscal de Alemania están acaparando la atención, pero se están poniendo en marcha muchas otras iniciativas que podrían dar notables impulsos a la competitividad y al crecimiento económico, tan imprescindibles para el futuro de nuestras compañías y empleos y para la sostenibilidad del Estado del Bienestar.
Aunque pasó debajo del radar de algunos medios de comunicación y está lamentablemente ausente de la algarabía política doméstica, la Brújula de la Competitividad de la UE presentada el 29 de enero establece una clara, detallada y determinada hoja de ruta para la legislatura 2024-2029 de la Comisión y del Parlamento europeos, que acabará permeando en todas nuestras legislaciones.
Aparte de nuevas directivas para promover la descarbonización y para reducir las dependencias y vulnerabilidades, los planes que más podrán beneficiar al tejido empresarial son los relacionados con la productividad, innovación, digitalización e Inteligencia Artificial, y los que pretenden avanzar decididamente hacia un mercado único real, eliminando barreras regulatorias.
Por fin la UE parece estar comprendiendo la importancia crucial de lo que llama «facilitadores horizontales» para la creación y el crecimiento de las empresas. El de Simplificación intentará reducir drásticamente la carga normativa y administrativa, y promete un esfuerzo sistemático para hacer más sencillos, ágiles y fáciles los trámites en la UE y el acceso a sus fondos.
En este sentido, habrá que ver en qué se materializa la propuesta de un 28º Régimen con un marco normativo armonizado en ciertas áreas al que podrían optar las compañías para poder operar en toda la UE, y que quitaría barreras para su internacionalización. Obviamente, para que funcione, esta medida debería trasponerse aquí, con la aprobación de Comunidad Autónoma 18 propuesta por el Gobierno de España para crear un espacio jurídico virtual que simplifique y armonice la obtención de licencias a nivel nacional.
Otro facilitador fundamental será la mejora de la financiación empresarial mediante dos palancas. La Unión del Ahorro y de la Inversión creará nuevos productos para que los ahorradores podamos invertir en fondos de capital riesgo enfocados en PyMEs en todo el continente. La Unión de Mercados de Capitales tratará de mejorar el acceso a financiación bancaria y con pagarés y bonos.
Para ello tendrá que unificar las regulaciones, reducir barreras transfronterizas, crear estándares y mercados comunes para los bonos, promover plataformas de financiación alternativa, desarrollar un mercado único de titulización para que la banca pueda aumentar y abaratar la concesión de créditos, así como unificar las reglas de insolvencia y reestructuración.
Una enorme oportunidad para Europa es la que se acaba de abrir, cortesía de China, en la Inteligencia Artificial. La irrupción de DeepSeek y otros con modelos más eficientes, en código abierto y empleando chips de generaciones anteriores los hace replicables y adaptables a las necesidades concretas de las empresas y organismos públicos sin tener que depender de los grandes modelos generalistas de las tecnológicas estadounidenses. Aquí es donde entrarán en juego los planes Apply AI y de gigafactorías incluidos en la Brújula de la Competitividad.
Será un camino largo, complejo y lleno de obstáculos dadas la fragmentación y polarización políticas. Pero si se logra avanzar sustancialmente en varios ámbitos, mejoraría el potencial de crecimiento de nuestras economías, al menos lo suficiente como para contrarrestar los lastres que suponen el declive demográfico, las preocupantes dinámicas fiscales y las amenazas geopolíticas y comerciales. Alemania y otros países del norte podrían retornar a crecimientos del PIB real superiores al 1% anual, ayudando a España a sostenerse alrededor del 2%.
Este es en definitiva el panorama que han comenzado a cotizar los mercados europeos, con fuertes revalorizaciones bursátiles pero repuntes en las rentabilidades de los bonos, anticipando que quizás no será necesario que el BCE recorte su tipo efectivo más abajo del 2%. Se pone en duda ahora la «excepcionalidad de EEUU» en cuanto a su economía y su incontestable liderazgo tecnológico, y se aviva la esperanza de un futuro menos sombrío para Europa.
Pero lograrlo tendrá que ser un esfuerzo de todos. No solo de nuestros gobernantes, sino de cada una de las empresas. Porque mejorar su competitividad dependerá de que sepan aprovechar ágilmente todas las iniciativas de la Brújula de la UE y de que apuesten decididamente por la innovación y por las nuevas tecnologías, en especial por una Inteligencia Artificial que comienza a democratizarse.
Roberto Scholtes Ruiz - Jefe de Estrategia de Singular Bank