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Un Ironman sacándole la lengua a la ELA

El altafullense Joan Ceperuelo completó la prueba de Lanzarote, que dedica a su amigo y diagnosticado Miguel Ángel Roldán

21 mayo 2023 22:49 | Actualizado a 22 mayo 2023 07:00
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«Todo se me complicó en el kilómetro 20 de la bicicleta. Se me cerró el estómago y no era capaz de meter ningún gel en el cuerpo. Me entraba muy poca agua y casi nada de isotónico... Sufría mucho, muchísimo, y veía que esta vez sería muy difícil acabar. Pero tiré de cabeza y orgullo, de Miguel Ángel y de Saca la lengua a la ELA, que estaba en mi cabeza en cada pedalada... no sé ni como pude acabar, pero acabé!!!!». Joan Ceperuelo describe con estas palabras uno de los peores momentos que tuvo que superar en Lanzarote, donde este sábado se convirtió por segunda vez en finisher del Ironman, la durísima prueba que combina 3,8 kilómetros nadando, 180 kilómetros en bicicleta y para rematar, un maratón de 42,195 kilómetros corriendo.

Lo hizo de nuevo luciendo orgulloso el maillot rosado de ‘Saca la lengua a la ELA’, la asociación sin ánimo de lucro que tiene como fin el fomento de la investigación de la Esclerosis Lateral Amiotrófica y que impulsa el triatleta cordobés Miguel Ángel Roldán, entrenador y amigo personal del altafullense y a la vez diagnosticado de esta enfermedad desde hace varios años.

Ceperuelo volvió a tomar la salida para visibilizar la ELA, aún sin cura y que necesita recursos para que se siga investigando. Esta vez la disputó en solitario, aunque con una exhaustiva preparación previa.

Pero una prueba de estas características es tan dura que siempre pueden surgir imprevistos, «por mucho que te hayas preparado y que empieces muy bien», admite Ceperuelo, que cubrió la natación siete minutos por debajo de su propio crono de 2022 y con muy buenas sensaciones.

«Los problemas que sufrí después quizás vinieron derivados de que tragué mucha agua marina, porque hubo muchos golpes durante la natación», admite sobre el deporte que abre tradicionalmente el Ironman. En el de Lanzarote había 1.200 inscritos.

Tras la posterior prueba de ciclismo, que logró acabar pese a sus problemas estomacales, Joan corrió sin apenas fuerzas el maratón hasta el kilómetro 16. Ahí estuvo al borde del abandono, exhausto por falta de alimentación; pero no le entraba nada. Caminó entonces un kilómetro junto a su madre y otro más junto a su padre, que se desplazaron hasta Lanzarote para verle en directo. Fue a partir del km 26 cuando un milagroso caldo de pollo que en ese momento le entró le reactivó, ya hasta el final de la prueba. La completó en 14 horas y cuatro minutos... y dedicó su segundo Ironman a Miguel Angel y a sus padres.

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