Maroan Sannadi fue el verdugo del Nàstic en Barakaldo. El delantero hispanomarroquí firmó un doblete que castigó la falta de contundencia grana en las áreas.
El cuadro tarraconense encajó la primera derrota de la temporada en un partido que pudo ganar en el 90 y perdió en el 95. Álex López perdonó el 1-2, como Pablo Fernández había perdonado el 0-1 en el primer tiempo. En los dos casos, el Barakaldo respondió a esos fallos con los goles de Sannadi.
Ni Dufur, ni Óscar Sanz consiguieron atar al atacante de 23 años. Uno de esos jugadores que destacan a la primera y que no se entiende que aparezcan en equipos recién ascendidos, en lugar de en plantillas teóricamente más potentes económicamente y trabajadas.
Le bastó al Barakaldo con ponerle centros laterales para que su gigante dorado asestara el golpe final al Nàstic.
La lluvia que caía sobre Lasesarre contribuyó a acentuar la clásica estampa de un partido en Euskadi. De un choque de barro, literal. Un escenario propicio para el Barakaldo, mucho más habituado.
Sin embargo, el Nàstic no demostró incomodidad alguna. Si a algo está acostumbrado este equipo es a competir en cualquier contexto. Siempre con garantías.
Suyos fueron los primeros minutos del encuentro. Más centrado, el equipo consiguió darle la verticalidad que requería el encuentro. Antoñín imponía por su físico y por velocidad frente a los centrales locales que no conseguían frenarle. Le faltó acierto para convertir un remate en el primer gol del Nàstic.
Álex López perdonó el 1-2 segundos antes de que el Barakaldo hiciera el 2-1 definitivo
Más clara la tuvo Pablo Fernández. Una de esas ocasiones que duelen de ver erradas. Antoñín le regaló el tanto. Uno de esos pases de la muerte que si se fallan son más responsabilidad del delantero que acierto del portero. Unai, meta del Barakaldo, hizo lo único que podía. Alargar el brazo desesperadamente. Le valió para despejar el remate del atacante grana.
Los locales parecían más incómodos de lo que realmente estaban. El equipo de Imanol de la Sota necesita bien poco para meter miedo al rival. Tienen un ‘9’ que saca petróleo de cada centro lateral. Ya lo advirtió el técnico del Nàstic, Dani Vidal, en la previa. El peligro que tenía Maroan Sannadi.
El atacante hispanomarroquí, de 23 años, es un gigante de 1’92 metros de altura, que se mueve como si midiera 20 cm menos. En el minuto 24 dio un aviso para navegantes. Su testarazo, a centro de Uriarte, se marchó por poco.
Tan solo un minuto después, calcaron la acción. Centro desde la izquierda que, esta vez, Sannadi, se adelanta a Dufur, y cabecea con más fuerza para batir a un Varo, algo blando.
El Nàstic digerió rápidamente el golpe. Siguió en su plan. Buscando a la larga, a un Antoñín que seguía ganando sus particulares duelos.
Empata el Nàstic
Fue el menudo Víctor Narro el encargado de poner el empate en el marcador poco antes del descanso. Un resultado más que justo. El extremo balear se perdió en el barullo que se formó en la salida de un córner, para aparecer solo en el segundo palo y rematar con la testa al fondo de la red una magnífica asistencia de Joan Oriol.
Quería más el Nàstic, pero sin perder de vista que detrás, Maroan Sannadi, podía reaparecer en cualquier momento. Dufur tuvo que incrementar su intensidad defensiva, jugando al límite de la legalidad, para frenar al tanque del Barakaldo.
Tras el descanso, el Barakaldo subió su nivel de atrevimiento. Con las mismas armas, los centros laterales, pero con un punto más de intensidad. Marcaron el 2-1, en una acción claramente antirreglamentaria.
Antoñín seguía con su guerra particular con la zaga vizcaína. Imponiéndose con poderío. Solo le faltó el gol. Lo buscó con un disparo duro desde la frontal que atrapó el meta del Barakaldo.
Dani Vidal decidió sacar al delantero malagueño y al autor del gol, Víctor Narro, y al equipo le costó encontrar la referencia que estaba siendo Antoñín. Pablo Fernández estaba bien atado en corto.
El partido entró en una fase de superioridad vasca. El Nàstic reculó a su área. Empujado a la fuerza por el Barakaldo que rascaba un saque de esquina tras otro. Un peligro que los granas supieron controlar.
Pidió el Barakaldo penalti por unas manos de Montalvo. El centrocampista toca el balón, aunque parece que la mano estaba apoyada en el suelo.
La apuesta final del técnico grana de confiar la línea ofensiva a Álex Jiménez y Marc Fernández proponía atacar a la espalda de la zaga. Meter algo de miedo, para salir de atrás y buscar un respiro. La presencia de tres centrocampistas (Montalvo, Gorostidi y Álex López) también conseguía mantener algo el balón y no sufrir tanto asedio.
Dani Vidal conseguió su cometido. Frenó el ataque vizcaíno y amenazó a la contra. Una fórmula que le pudo dar los tres puntos.
Galopó Gorostidi con el balón pegado al pie. Nadie le pudo discutir la conducción hasta que la cedió a Marc Fernández. El barcelonés captó la llegada de Álex López por el centro del área. Tenía todo de cara. Pero le pegó fatal. Ni inquietó al meta.
Pero en la historia del Nàstic siempre hay un capítulo más cruel que el anterior. Si hace dos semanas, la victoria en Amorebieta llegó de penalti en el añadido, en Lasesarre fue justo lo contrario. Desde el suelo, en el último suspiro, Maroan Sannadi hacía el 2-1 que dejaba los tres puntos en Euskadi.
Barakaldo. Unai, Pedernales, Borja, Markel, Oier, Bujan (Vicandi, 70’), Huidobro (Jesús Martínez, 89’), Uriarte (Revi, 75’), Ekaitz, Pablo (Txoperena, 70’) y Sannadi.
Nàstic. Varo, Pol Domingo, Óscar Sanz, Dufur, Joan Oriol, Montalvo (Gorka, 90’), Gorostidi, Víctor Narro (Marc F., 59’), Pablo F. (Álex López., 78’), Jaume Jardí (Nil, 78’) y Antoñín (Álex Jiménez, 59’).
Goles. 1-0, Sannadi (25’); 1-1, Narro (38’); 2-1, Sannadi (90+5).
Árbitro. Monterrubio Torres. TA: Txoperena y Borja/Víctor Narro y Jaume Jardí