Hay partidos que dictan sentencia a lo largo de la temporada respecto a los objetivos de los equipos. Al Nàstic ha habido varias veces esta campaña que se le ha querido decir que lo suyo este año no daba para más que atar la permanencia. Sobre todo cuando llegó Dani Vidal en lugar de Iñaki Alonso. Allí todo era un drama y el partido a partido fue una filosofía que se instaló de manera evidente de puertas para adentro y de puertas para afuera del vestuario.
Las semanas han pasado y ya no se tiene todo tan claro que haya que pensar solo en el presente. Todavía no se han ganado el derecho a mirar más allá, pero sí que la buena racha de resultados permite echar un vistazo rápido al futuro.
Esto se debe a que el conjunto grana ha conseguido salir airoso de un momento crítico. Lo ha hecho primero mediante un evidente cambio de actitud, el fútbol es un estado de ánimo, pero también gracias a un cambio en su registro de juego. Se ha simplificado todo y eso ha convertido al Nàstic en un estudiante disciplinado. El conjunto grana no es el alumno más inteligente, pero sí el más aplicado y eso le permite superar todos los exámenes sin demasiados sobresaltos. 11 de 18 puntos es el bagaje de las últimas seis semanas. Unos registros que le han permitido ser el cuarto mejor equipo desde que Dani Vidal diese el paso al frente el banquillo.
Tras seis jornadas con el tarraconense a los mandos, el Nàstic está a nueve puntos del play-off y a seis de la permanencia. En otras palabras, más cerca del descenso que de la promoción. Esto indica que el equipo estaba realmente mal cuando llegó porque su media de puntos con su nuevo entrenador es la de un equipo más propio de la zona alta. ¿Preocupa? Ya no tanto porque la inercia de resultados invita a pensar que atar la permanencia será cuestión de tiempo y entonces es cuando habrá que comenzar a plantearse si hay tiempo para soñar con el milagro. De momento es evidente que no se piensa en la promoción de ascenso, pero está claro que alejándose de la quimera es la mejor manera de acercarse al que en principio era el objetivo primordial para esta temporada.
Hoy ante el Osasuna Promesas hay una oportunidad de dar otro paso de gigante en muchos sentidos. Primero para atar la permanencia, segundo para seguir progresando en ese modelo de juego que está calando hondo en la plantilla y tercero para quién sabe si ganar tiempo respecto a un posible milagro que se dibuja de manera tímida en el horizonte. Colocarse a cinco puntos del play-off con 24 puntos en juego sería una situación que reavivaría el debate sobre si es realista volver a pensar en una promoción de ascenso. Hay que verse ahí, ese es el objetivo. El Nàstic yendo de tapado hace daño. Solo hay que ver el curso pasado en el que los granas se metieron de milagro y se quedaron en la orilla del ascenso.
Solo una baja
Para el partido que puede terminar de definir el rumbo final del curso, Dani Vidal solo cuenta con la baja de Pol Domingo. El resto de jugadores ya están disponibles, por lo que sus variantes para armar el once inicial son muchas. Una situación soñada para el tarraconense que por fin puede disponer de casi todos sus ases bajo la manga.
Tras la victoria en Sabadell, no se esperan muchos movimientos en el once. El equipo completó una actuación firme en la Nova Creu Alta que quiere repetir en el Nou Estadi. La entrada de Joan Oriol por Nil Jiménez en el lateral izquierdo podría ser la única variante.
El resto de jugadores recuperados para la causa esperarán en un banquillo con más alternativas que nunca. Eso permitirá al Nàstic mantener ese alto ritmo de juego que quiere marcar desde el minuto uno ante un Osasuna Promesas al que también le va la marcha.
El Nàstic es el cuarto mejor equipo de las últimas seis fechas con 11 de 18 puntos logrados
